De repente la niebla lo envuelve todo, los pasos son lentos y los pensamientos afloran. La soledad traspasa la mente más que el frío que produce la humedad de la niebla en el cuerpo. Sólo son unos minutos los que avanzamos envueltos en esa extraña sensación de silencio y aislamiento, el lugar nos parece desierto, no habitado, y denota una carencia de compañía que te incita a meditar. Pero en cuestión de segundos la niebla desaparece, se vuelve a ver el cielo azul que nos acompañó durante todo el día y ante nis ojos aparecen siluetas que caminan en un mismo sentido, no estaba solo, no era el único, simplemente era la separación y el desamparo que produce la soledad. Que sensaciones tan grandes te proporciona la montaña y que alegría sientes al ver que nunca estás solo.
Zorro Corredero
Fotos: Archivo Fotográfico Pedro Alfonso
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