A Miguel, que está en los sueños de San Antón
Hasta que se produjo la noche, lo sueños de los niños encerrados en San Antón, no comenzaron a ser recordados. Era un mes de enero, la hora se aproximaba a las doce, y la oscuridad ocultaba las casas y las sombras del barrio de San Antón. Aquí, en las casas y en los dormitorios, se guardan secretos sólo desvelados por el tiempo, son misterios cargados de sigilos que contribuyen al recuerdo, al escondite, al refugio de las casas del barrio de San Antón.
Ya no había nadie en la calle que me hablara, que me saludara y me ofreciera las palabras que necesitaba oír y sentir, sólo el frío gélido era capaz de congelar mis pensamientos, de apagar los sueños que me recordaban a los niños encerrados en sus dormitorios, alguno hasta intentando sacar la cabeza fuera de la sábana para oír o escuchar el viento que cada invierno ruge por San Antón.
Apenas podía percibir algo, no era mucho, pero en
mi interior escuchaba contar esas historias que sólo incrementan el miedo, que
pocos entienden y que muchos prefieren olvidar. En otro tiempo, me contaron,
que los muertos subían a hombros por San Antón arriba camino de su final, y
aquella noche de enero apenas podía percibir entre las sombras de la fría
noche, los cuerpos abrazados a la última caricia de sus seres queridos. Era ese
sueño que anticipaba al miedo de los niños de San Antón el que me tenía también
atrapado a mí, el terror hacía que se estrechara mi soledad, y en la oscuridad
escuchaba los suspiros de personas que acompañaban la comitiva fúnebre. El
destino de los difuntos paseaba por San Antón, lo podía sentir en esos
cristales de las ventanas que ocultaban las miradas de los niños, cristales que
habían oído respirar el recelo mientras el vaho resbalaba por ellos
La noches de San Antón están llenas de infancias que van y vienen, de personajes a los que el tiempo y la edad les han hecho perder el miedo, y a veces hasta los sueños, pero todos todavía hoy conocen la existencia de las noches de los sueños, de los suspiros que se escuchaban cada vez que la comitiva acompañaba a los que se iban al otro barrio, suspiros de compasión que siempre les acompañaban en sus sueños.
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A Pedro que fabrica los sueños de San Antón.
Zorro Corredero
Fotos: Archivo Fotográfico Pedro Alfonso
5 comentarios:
Africa Foncuberta Lopez dijo... Que bonito suenan estas historias de miedo me encantan
Merce Lopez dijo...
Fascinante historia
Mí mujer pasó allí parte de su infancia y tiene muy buenos recuerdos
Aniceto Herranz Lizana
Un gran barrio el de San Antón, castizo y muy cadalseño.
Un saludo a los dos.
Igualmente gracias
Aniceto Herranz Lizana
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