Puerto de la Quesera - Alto del Parrejón - Pico de la Buitrera. Sierra de Ayllón.

Puerto de la Quesera - Alto del Parrejón - Pico de la Buitrera. Sierra de Ayllón.
Puerto de la Quesera - Alto del Parrejón - Pico de la Buitrera. Sierra de Ayllón.

Museo de Montaña Zorro Corredero

Museo de Montaña Zorro Corredero
Museo de Montaña Zorro Corredero

miércoles, 23 de julio de 2025

Caballos en El Pont d'Arrós, Valle de Arán.

El  Pont d'Arrós





Siempre hay caballos en el Pont d'Arrós, un bello pueblo del Valle de Arán, que siempre me recibe en la rotonda de la N-230 con esta imagen desde hace muchos años, antes lo veía con mis hijos, hoy lo hago con mis nietos, y siempre disfruto de estos caballos que embellecen aun más este espectacular Valle. Si, el Valle de Arán es maravilloso. 

Zorro Corredero
Fotos: Archivo Fotográfico Pedro Alfonso

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Juana Canalejas Costero
Precioso

Saturnino Caraballo Díaz dijo...

YEGUA, PAISAJE Y POTRILLO

Yegua, paisaje y potrillo,
de los árboles la sombra,
la yerba, pasto y alfombra
y la Peña en su castillo.
Descorrido está el visillo
mostrando imagen serena,
de laxitud calma plena
inundando de momentos
mágicos en Cenicientos
donde no cabe la pena.

Saturnino Caraballo Díaz dijo...

ABCEspaña
Noelia Nuñez dimite como diputada y vicesecretaria del PP tras admitir haber mentido sobre sus estudios

Salvo honrosas excepciones
dimisiones no se dan.
Políticos adulones
se inventan titulaciones,
y así se ganan su pan.

Saturnino Caraballo Díaz dijo...

Caducas hojas
y hojas perennes.
oscilan flojas
muy paticojas,
y nunca indemnes.

Saturnino Caraballo Díaz dijo...

ABCCULTURAL
Hasta Morante se enfadó por el desencanto ganadero de Santander

MANUEL GARCÍA Y LÓPEZ
Maera

Siendo banderillero de Belmonte,
y habiendo comenzado desde abajo,
su camino vital no tuvo atajo
y muy pronto desbrozó su horizonte.

Su figura alargada como un monte,
le hacía más penoso su trabajo
pero raudo ascendió sin altibajo,
volando cósmico sobre el desmonte.

De tan valiente a sus toros mordía,
ceñida impávida la pierna quieta,
adoptando un ánimo y gallardía,

que enfervorizaba a las multitudes.
El Gallo le cedió espada y muleta,
y se elevó a las altas latitudes.

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