Claveles Peñalara por la Laguna de los Pájaros. Sierra de Guadarrama.

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Museo de Montaña Zorro Corredero

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jueves, 13 de marzo de 2025

Mirada al infinito, por Miguel Moreno.

 MIRADA AL INFINITO

Miguel con camisa blanca.

Fue durante nuestra boda, 26 de junio de 1980. Casi nunca sonreía. Su mirada siempre se dirigía al infinito. Lejos, muy lejos. Como si percibiera que su mundo residía lejano, en aquel horizonte apacible donde trinan los jilgueros, habitan las emociones, vuela el viento y crecen los poemas. Desde la iglesia de La Paloma madrileña a los salones de La Catedral se fue solo en metro, con su sempiterna camisa blanca y su chaqueta azul marino doblada sobre el brazo. Tuvo buen cuidado de no golpearse la cabeza con las barras del techo del vagón que su altura sobrepasaba y sobrecogía a los pequeños. Se escabulló sigiloso acompañado de sus pensamientos como buen hombre de campo que era. Así nos desvanecíamos bajando los dos -yo de “paquete”- sobre su moto Peugeot al valle de Tórtolas aquellas madrugadas heladas de mi adolescencia: (“¿Tienes frío? Arrímate a mi espalda…”)

Paloma y Miguel el día de su boda. 26.06.1.980

"¿Y mi padre?" Y nadie sabía dónde estaba... Llegó callado con sus manos entrelazadas sobre la espalda. Alguien le mostró su silla en la mesa presidencial del banquete, pero él seguía mirando a lo lejos, traspasando su limpia mirada las paredes, las lámparas, las ventanas y el alma de los invitados. No sé bailar, por eso cuando los demás se fueron a danzar yo me quedé con él: "Ten cuidado con el dinero de los regalos. No sé por qué os vais tan lejos. En casa siempre tendríais un plato caliente..." No sonó “Suspiros de España” ni “Banderita tú eres roja”. Cuando las escuchaba en casa su mirada vidriosa volvía a lo suyo, a la lejanía perdida. En el aeropuerto nos dimos uno de los únicos tres besos de nuestra vida. Él me abrazó con aquellos ojos melancólicos que delataban lo que allá, en el interior de su alma, pasaba.

Su última foto...

Meses después murió solo en su huerto de “La Vía”. Fue un atardecer agosteño rodeado de Naturaleza, silencio y paz. Se me quedaron infinidad de cosas en el tintero que nunca pude decirle y que ahora -por fin- se las escribo poco a poco, sin prisas, como duerme mi hija Berta a mis nietos Moisés y Daniel. Y lo hago cuando uno también va llegando al final. No creo en Dioses, ni en paraísos suspendidos sobre las nubes del cielo, tampoco en el equilibrio mágico de los planetas o en esa materia celeste de los astros que desconozco y que gravita inestable sobre nosotros. Soy muy simple y no entiendo de nada y menos de la muerte. Ya sólo creo en su humilde e inmenso recuerdo. Va todo tan deprisa que acompaso mi vida al ritmo de sus bellos recuerdos. Yo supe tarde que mi padre vivió una vida mientras siempre soñaba con otra lejana... 

                                                                         Miguel MORENO GONZÁLEZ

6 comentarios:

Anónimo dijo...

👏👏👏👏... Querido amigo, yo imagino tus sentimientos cada vez que recuerdas a tu padre. Y además de lo mal que lo pasamos cuando falleció, imposible imaginarse tus sentimientos cuando tan joven se fue a Cadalso de arriba, como dice el Zorro Corredero. Sufristeis mucho toda su familia. Por eso, creo que es muyyyy importante recordarlo muy a menudo. Que Dios le tenga en su Gloria y un fuerte abrazo, Miguel 💖💖💖💖💖💖💖
José A. Álvarez G. de Guzmán

Anónimo dijo...

No por conocida la historia se hace menos enternecedora, el como recuerdas a tu padre y como lo describes emociona al más duro. Un saludo. Pepe Vázquez

Anónimo dijo...

Según relatas, se ve que era un hombre humilde de corazón, familiar y que amaba a los suyos, aunque buscaba esa soledad para pasar desapercibido y no expresar mucho sus sentimientos, pero siempre estaría pendiente de vosotros. Una pena que se vayan tan pronto y no podamos disfrutar más de ellos y viceversa.
¡¡Feliz Jueves!! 😉.
Luis M. González

rafael dijo...

Cómo saber qué mundo se esconde tras la mirada de un hombre silencioso..?

Anónimo dijo...

Joder Miguel
Que relato más bonito, es imposible trasmitir un sentimiento mas bonito.
Me ha trasladado a mi infancia, entrando a vuestra casa a buscarte para ir a jugar y verle allí.
Acabo de recordar a tu Madre también y he de decirte que me ha encantado
Un abrazo muy fuerte.
Luis Muñoz

Anónimo dijo...

Bonito relato, por cierto que guapos paloma y tú, que cara más bondadosa tiene tu padre y de estar un poco sorprendido por todo lo acontecido en Madrid. Los hombres de campo los sacas de su zona de confort y su pueblo y los das un palizón , pero el día lo merecía un abrazo para ti Miguel y un beso al cielo

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