Los pastores de Gredos en los años 60
En la década de 1960, la Sierra de Gredos era un territorio duro y a la vez lleno de vida. Sus montañas, cubiertas de piornos y praderas de altura, eran el hogar de los pastores que, con paciencia y sacrificio, mantenían vivas las tradiciones de la ganadería extensiva y trashumante. La vida del pastor en aquellos años estaba marcada por la austeridad y la sencillez. Desde muy temprano, al despuntar el día, guiaban a sus rebaños de cabras y ovejas hacia los pastos de altura, aprovechando cada rincón de hierba fresca o cervuno llamado en Gredos. El sonido de los cencerros se mezclaba con el murmullo de los arroyos, mientras los perros mastines vigilaban atentos para proteger el ganado de los lobos, que aún rondaban por aquellos años.
El pastoreo en Gredos no era solo un oficio, era una forma de vida. Los pastores pasaban largas temporadas en chozas de piedra o chozos de pastores, pequeñas construcciones circulares levantadas con las propias manos, que servían de refugio contra el frío de la noche y las tormentas repentinas. Allí cocinaban en un simple puchero, compartiendo pan, queso, alguna caldereta de cordero y vino como sustento básico. En los año 60, Francisco un pastor de Navasequilla ( Ávila ), subía a los pastos de verano en Gredos un rebaño de 5000 ovejas trashumantes, del señor para el que trabajaba, desde Extremadura, también su padre ya lo había hecho, muchos años antes, llevando el rebaño desde Plasencia. Durante los veranos, los hijos de Francisco Blázquez, Pedro de 9 años y Francisco con tan solo 6 ayudaban a su padre con el rebaño. Pero mejor es que nos lo cuente Francisco.
Francisco: Mi padre se llamaba igual que yo y mi hermano se llama Pedro igual que mi abuelo, que también estuvo hay, estaban con las ovejas de un señor de aquí de Plasencia y tenían unas cinco mil ovejas en distintos rebaños.
Si es una pena lo que han hecho con las ganaderías ya apenas las pocas que van quedando ya no las mueven por culpa de los saneamiento si les sale algún animal malo tienen a x tiempo que repetírselo imagínate que cuando están apunto de bajarse y se tienen que quedar calamidades han pasado lo que no esta escrito como también se tiraban los meses me contaba mi padre que bajando de cordel y por la noche si querían dormir se tenían que acostar encima de alguna pared y yo ahora salgo en grupo y hacemos varias rutas y mi padre que hace ya cinco que falleció me decía que estaba tonto por las caminatas que se había dado el y lo que había padecido
Yo de cuando estábamos allí no tengo apenas fotos vivíamos en la caseta de la Hoya del Artiñuelo que asta este año no había vuelto allí y fuy con el amigo Javi Albarrán que el se conoce mucho mejor Gredos pero esa lan reformado y notros vivíamos en lo que no han reformado y Javi es muy amigo de fotograficar las fuentes con pilas y por cima de la caseta esa esta la fuente que nosotros cogíamos el agua yo ya no me acordaba pero mi hermano el que iba a por el pan me lo a dicho y Javi quiere descubrirlas lo intentaremos la foto que tengo donde salimos los tres, esa nos la izo una señora de Oviedo era matrimonio que avían venido a conocer Gredos y se hicieron amigos de mi padre porque los indicó por donde subir a la casa del rey nosotros subíamos asta allí con las ovejas
La economía era de subsistencia. Vendían la
leche, la lana y los cabritos en los mercados de los pueblos cercanos, a menudo
intercambiando productos más que usando dinero. Era una vida dura, de jornadas
interminables, pero también de gran conocimiento del entorno. Sabían leer las
nubes, predecir el tiempo, encontrar agua en los barrancos y distinguir cada
sendero de la montaña como si fuera un mapa grabado en la memoria.
Cumbres de Gredos desde Navasequilla
En los años 70, con la llegada del turismo y la modernización del campo, aquel mundo comenzó a cambiar. Muchos jóvenes dejaron las montañas para buscar trabajo en la ciudad, y el oficio de pastor fue perdiendo protagonismo. Sin embargo, quienes permanecieron en Gredos conservaron un legado de esfuerzo, respeto por la naturaleza y amor por la sierra, que aún hoy forma parte de la identidad de la comarca.
Mi agradecimiento a Francisco, por las fotos y por dar vida a los pastores de Gredos a través del relato de su familia.