UN JUEGO DE CARIÑO
(A él. Y a todos los futbolistas que a lo largo de los años han defendido y siguen defendiendo con orgullo y emoción la camiseta morada y blanca del Cadalso)
Poseía una viña
al lado de “Las Casetas” que cuidaba
con esmero. Yo le veía pasar sobre sus caballerías, creo recordar que eran una
mula y un borrico rucio. Siempre portaba una gorra de visera y cuando
hablábamos adivinaba mis palabras leyéndome los labios. Dialogaba bajito, caminaba
lento y nunca gastaba bromas pesadas ni se expresaba con grosería, algo que era
muy habitual en esos tiempos. Fue una persona intrínsecamente buena y mantenía el
porte y la distancia que impone la educación. Recuerdo que al comenzar los
partidos esperaba mi salida de los vestuarios, que estaban ubicados en el antiguo
matadero de los años 50-60 (ahora es la tienda de “chinos”), para desearme suerte con una palmada sobre la espalda y
unas palabras de ánimo:” ¡Suerte chaval!”
Era feliz si yo estaba bien y presumía ante todos exclamando entrecortadamente:
-¡Ya lo decía yo!
Nuestro
campo de futbol estaba situado en el lugar que actualmente ocupa la plaza de
toros, lo llamábamos “La Cooperativa”.
Allí todas las tardes se organizaban partidos interminables: “Los de la portería de Arriba” contra “Los de la portería de Abajo”. Según
íbamos llegando de nuestros trabajos y ocupaciones habituales, cada uno sabía cuál
era su equipo y el puesto que ocupaba en él. Tardes había que nos enfrentábamos
quince contra quince, o más. Eran nuestros entrenamientos con vistas al partido
del domingo dentro de la Liga
Triprovincial (Madrid, Ávila, Toledo).
Una tarde dominical
teñida de azul celeste y soleada de amarillo, nos enfrentábamos a Álmorox
(Toledo) en Cadalso y me colaron un gol absurdo por debajo de las piernas. Fue
un fallo imperdonable y garrafal. Aquel hombre salió descompuesto al campo y
sin esperar a que me incorporara del suelo y de mi abatimiento; me gritó sincero,
desgarrado y con nerviosismo en su hablar: -¡No,
eso no. Nunca vuelvas a hacer eso! Sentí en aquel momento incrustarse en mi
pecho mil goles que golpearon mi alma sin compasión.
Fue
también un domingo soleado por la mañana. Estaba durmiendo después de una noche
sabatina “movidita”. Mi madre abrió
bruscamente la puerta de mi habitación y me espetó a bocajarro: -¿Sabes que se ha muerto Rafael, "El
Tío Sordillo”? Sólo reaccioné para preguntar: -¿Cuándo fue?, me respondió que amaneció muerto en su cama. Mi
madre cerró discreta la puerta mientras yo me giraba en la cama tapándome la
cabeza con la ropa y comencé a llorar desgarradamente. Lloré desconsolado como después
he tenido que llorar otras muchas veces ante cada ausencia querida.
9 comentarios:
Como siempre bonito homenaje al club de fútbol,y sobretodo al tío sórdillo.
Abuela nos regañaba para que no le pisaramos la viña cuando jugábamos
Precioso Miguel.. precioso...ole y Olé.... que recuerdos madre mia..... gracias amigo gracias....eres un artista. José A. Álvarez G. de Guzmán
GENIAL ,MIGUELÓN,LA HISTORIA DE LA SUCINTA VIDA Y REPENTINA MUERTE DEL TÍO SORDILLO����. Diego S. Bustamante
Muy bueno Miguel y viva AD Cadalso
El Tio Sórdillo era el padre de Rafael Carlevaris. Creo recordar. No faltaba a ningún partido.
Guardo con cariño el escritito que dedicaste al ascenso del equipo hace unos años cuando el Peque y yo formabamos parte de la directiva. Precioso.
Antonio Acuña
Otro de tus preciosos homenajes a personajes entrañables que han formado parte de tu vida.
Un placer leerlo, como siempre.
Un abrazo, Miguel.
Luis C. Trijueque
No sabía que Miguel era portero en aquella época que historia tan bonita y llena de ternura cuentas de Rafael el sordillo. Las fotos son sacadas del mismo N_O_D_0 gracias por compartirlo con todos nosotros
Maria Antonia Hernández
Gracias a todos y especialmente a Pedro por dar cobijo en "El Zorro" a estos escrititos que él ilustra primorosamente con las bellas fotos propias y ajenas.
Como siempre sentimientos a flor de piel, enternecedor....
Otra cosa más a resaltar en nuestras experiencias comunes, yo fui portero también, pero de otro deporte, el hockey sobre patines, pero portero al fin y al cabo.
Pepe Vázquez
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