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Tubo del Gusano. Pico del Lobo. Sierra de Ayllón.

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jueves, 21 de abril de 2022

SEMANAS SANTAS Y SANTAS SEMANAS CADALSEÑAS. Por Miguel Moreno.

 (Para Jorge García Escudero)

SEMANAS SANTAS Y SANTAS SEMANAS CADALSEÑAS


Cuando entonces, aquellas no eran Semanas Santas, eran Santas Semanas. Suena parecido pero no es igual. Se cerraban bares (autentica tragedia), cines, teatros, casinos… Desde las emisoras de radio sonaban marchas militares y religiosas, saetas y música sacra por un tubo. Cada hora nos decían que aquellos eran días de recogimiento y de oración. Nada de alegrías sociales y las carnales se las tenían muy calladitas, por si un aquel… La única cadena de televisión emitía documentales y conciertos de música clásica con pequeños lapsus en las horas de las noticias. Quizá televisaran alguna procesión (no recuerdo bien) y por las tardes-noches nos echaban películas, largometrajes larguísimos sobre la Pasión de Jesucristo. Eran casi las mismas que siguen proyectando ahora, cincuenta años después. Y a las doce, más tardar la una de la madrugada, salía la “carta de ajuste” y  ¡ale! todos a la cama a rezar o lo que buenamente se pudiera.

            Mis abuelas hacían unos potajes pantagruélicos que estaban buenísimos pero con el paso de las jornadas se hacían un tanto pesados. Y las torrijas, bien regadas del vinillo moscatel que las daban “vidilla” pagana. Cadalso registraba el mayor aumento de población de todo el año y los chicos jugábamos sin parar disfrutando de aquellos días libres, preludio de las vacaciones veraniegas; los más adelantados, años después, organizaban “guateques” a semejanza de los del verano. Las mujeres y los hombres cadalseños seguían trabajando, ellos nunca tenían vacaciones. Las cosas venían así y nadie las cuestionaba (“toca a joderse y a aguantarse”).

            Mi padre me tenía dicho que sobre las 17:00h bajara con su moto Peugeot (sólo me la dejaba en esas ocasiones) hasta el Pinar del Concejo. Y mi madre: “Miguel, ten cuidado si el chico coge la moto. Ya sabes como es….” A esa hora él ya había hecho la carga de leña y la ataba con la soga sobre la borrica “Juanita”. Al llegar yo hacíamos el intercambio. Él subía Tórtolas con la moto y yo acarreando a “Juanita”. Era el único alivio que se tomaba durante toda la jornada laboral. Mi padre aseguraba que la borrica tenía tanta fuerza como una mula. Y era verdad: resoplaba, sudaba abundantemente, movía la cola y las orejas nerviosa… pero subía ligera la cuesta. Para amenizar el trayecto yo colocaba un pequeño transistor sujeto a un palo y subía escuchando música. Así oí por primera vez “La Saeta”, de Serrat. Quién me lo iba a decir a mí: ahora mi madre la tiene de melodía de llamada en el móvil. Si es que ya lo dice ella: “Los tiempos avanzan una barbaridad”.

            En Cadalso sólo existía “La Procesión del Silencio” (eufemismo). El Viernes Santo salían los hombres, las mujeres y los chavales cargando con las imágenes del Nazareno, Ecce Homo, Cristo del Humilladero y la Virgen de la Soledad. No había cofradías, ni vestimentas rituales con sus capirotes y sotanas, ni se cantaban saetas; eso llegó antesdeayer, como quien dice. Curiosamente estas cuestiones que tanto se criticaban en la dictadura, alcanzaron su cenit con la democracia. A saber por qué: las cosas de los seres humanos... El Sábado Santo el tema tomaba otro cariz mucho más relajado que el resto de la semana. Y ya el Domingo de Resurrección la gente amanecía radiante y feliz. Volvía el ruido, la música ye-ye, abrían los bares y todo lo demás. Tu familia te daba una “propinilla” y comentaban que ya podías comer lo que quisieras. Sí que era milagroso aquello, sí.

            Los días posteriores que más me gustaban eran el lunes del Hornazo (fiesta local) y el martes del Bollo. Las panaderías de Corsina en la Plazolilla, de Antonina en la Plaza,  del tío Víctor en la calle de la Sangre y de Higinio en la calle Real… no daban abasto haciendo esos dulces. Entonces el hornazo, con su huevo cocido en el centro envuelto en una servilleta de tela y acompañado de cantimplora (igual que el bollo), nos lo comíamos por la tarde en lo alto de la Peña o en las eras. Ahora vamos desde por la mañana acompañados de la Unión Musical de Cadalso y es un día precioso de campo. Hay flores por doquier y huele a limpio. Hasta ponen atracciones para los peques y, lo más importante, hasta una barra de bar montan para que riamos sin parar. El día del Bollo íbamos a las Erillas y nos lo pasábamos de fábula. En la actualidad este día, desgraciadamente, casi no se celebra. Esas tardes había baile en Casa Cañardo y tocaban Los Flower y Los Titanes que sonaban muy bien e interpretaban las canciones de moda, incluso cantaban en inglés cuando la mayoría hablábamos en español o estudiábamos francés… ¡Rarezas de entonces!


            Antes eran Santas Semanas porque nos las hacían vivir como los santos de la Enciclopedia Álvarez; ahora son Semanas Santas porque vamos y venimos y de santos no tenemos un pelo. En Cadalso procuramos conservar con algo de rigor aquellas y estas Semanas. ¡Siempre hemos sido muy nuestros.

                                                                          Miguel MORENO GONZÁLEZ

15 comentarios:

Jorge dijo...

Muchas gracias Miguel por la dedicatoria y por el escrito realizado con el amor sincero que profesas a todo lo cadalseño.

Jorge García.

Anónimo dijo...

Gracias a tu destreza en la descripción y tu sensibilidad transitamos por recuerdos y sensaciones comunes, más que nada por eso de tener ya una edad..... Enhorabuena como siempre.
Pepe Vázquez

Anónimo dijo...

��������������.... joerrrrrr Miguel... que bonitos recuerdos.... madre mía. Gracias amigo.
José A. Álvarez G. de Guzmán

Unknown dijo...

Que bonito escrito dedicado a Jorge, lo cuentas de tal manera que lo estoy viviendo como antaño. Como tú bien dices antes no había hermandades por lo menos de capirotes ,capas y casullas etc..... Pero tengo entendido que la virgen tenía las hermanas de la misma, y los hermanos del Cristo del humilladero también. Pero todas las imágenes salían a la calle por los hombres del pueblo. El pueblo se ponía hasta arriba de gente y creo que todas las madres nos pedían que cuidarnos del hermano más chico , y aquellos potajes y torrijas nos sabían a gloria, según lo estaba leyendo estaba disfrutando aquella semana santa.gracias por hacer este bonito recordatorio

Anónimo dijo...

¡Qué tiempos!
A. Acuña

Jesús Lopez dijo...

Antes había más devoción los jóvenes y mozos se peleaban por llevar las imágenes en la procesión y ahora si no fuese por las cofradías no abría gente para llevar las imágenes en procesión.
Recuerdo también que en la piscina el día del bollo ponían orquesta o música para que la gente bailaran y algún valiente se tirada de cabeza para bañarse. Que recuerdos más bonitos Migue de esas Semanas Santas

Anónimo dijo...

Siempre nos invitas e incitas a rememorar nuestra niñez. Gratos recuerdos escondidos en cada uno de nosotros.
Gracias, Maestro. Luis C. Trijueque

Anónimo dijo...

Muy bonito Miguel no dejaban ir los Domingos al campo para ir ha misa. Y se iban de noche para que no los viese la guardia civil

Antonia Frontelo Morales

Anónimo dijo...

Hola a soy M.C.
Pedro porque no pides las recetas para que no se pierdan????
Un Abrazo a mi Cadalso de mi Alma........

Diego Alarcon Rodriguez

Anónimo dijo...

Diego Alarcon Rodriguez cuando quieras te las damos

Antonia Frontelo Morales

Anónimo dijo...

Es verdad se cerraba todo y se hacían ejercicios espirituales yo que estaba en un colegio de monjas todo el día leyendo a Frai escoba Marcelino pan y vino en fin todo eso

Pilar Calvo Villarín

Anónimo dijo...

Es verdad yo lo viví y solo había saetas en la radio y los cines cerrados que tiempos

Pilar Diaz Recamal

Miguel Moreno González dijo...

Los comentarios, para Pedro y servidor, son como la energía que hace funcionar a las máquinas y personas. Muchísimas gracias en nuestro nombre por aportarnos tan buena y bonita energía.

Anónimo dijo...

A mi no me dejaban cantar porque se había muerto el Señor. En el pueblo de Agustina no tocaban la campana para los oficios y el cura mandaba a un grupo de niños con carracas por todo el pueblo para anunciar que iban a empezar "Los Oficios". En Getafe, en el colegio de los Escolapios, alguna vez tuve que ayudar para tapar todas las imágenes de la iglesia con unas telas moradas que no se quitaban hasta el domingo de resurrección.

Javier Perals Samper

Anónimo dijo...

Yo estuve en un colegio de n monjas y en recuerdo perfectamente lo v de las telas moradas que no me gustaban nada

Clara Perezagua Lopez

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