En memoria de Mariano Castrejón Montero

Mariano Castrejón Montero

Hace unas horas acabo de recibir la triste noticia del fallecimiento de Mariano, nada me hacía pensar en  este triste e inesperado desenlace. Dicen que  cuando alguien muere siempre hablamos bien de él, de la gran persona que era y de lo bien que se portaba con todo el mundo. Pues en esta ocasión es cierto, porque Mariano era un buen hombre, siempre dispuesto a ayudar y entregado a su familia, su trabajo y sus pasiones, entre ellas las buenas pitarras de vino que cada año por vendimias hacía, entre las que no puedo dejar de citar la de uva moscatel, exquisito caldo que sólo él sabía sacar de esta tan escasa variedad de uva. No es fácil asimilar la muerte de un familiar o amigo, siempre nos sorprende y nos deja muy tocados, es algo inevitable que penetra en lo más profundo de nuestros corazones para inundar de desconsuelo y amargura nuestra existencia.  Mariano llevaba algún tiempo malo, pero con su esfuerzo y tesón iba saliendo adelante, sus pulmones no producían el suficiente oxigeno y sólo la maldita máquina le proporcionaba la paz y tranquilidad que sentía cuando el oxígeno le llegaba y se repartía por todo su cuerpo, momentos estos que siempre aprovechaba para charlar de cualquier tema, del Real Madrid, su equipo de toda la vida, por el que sentía admiración y pasión, de las viñas y sus cuidados, de lo vinos, y de todo lo que le apasionaba. En mis visitas a su casa nunca faltaba conversación y risas, y por supuesto un buen trago de vino de las pitarras que cada año elaboraba, además de las garrafas que siempre me regalaba, porque si de algo podía presumir Mariano, era de su generosidad, cualidad que practicaba con todo el que se acercaba a él fuera donde fuera. 

No puedo dejar de sentir pena y rabia, tristeza y recuerdos que afloran en mi por tantos momentos pasados junto a él, nada será ya igual, pues su casa quedará muy vacía y cada vez que mis pasos me lleven junto a su puerta, no sabré si entrar o seguir, porque su falta me hará sentir mucha pena y aunque Angelines me recibirá con los brazos abiertos, igual que lo hacía él, notaré su ausencia, sus palabras, y esos pequeños arrebatos cuando no estaba de acuerdo en algo. 

Dicen, no lo sé, que lo mejor cuando alguien nos deja es pensar en los buenos momentos pasados juntos, no sé,  me  cuesta mucho sentirlos en este momento, pero aunque sólo sea por tenerte cerca de mi, amigo Mariano, voy a recordarte un par de ellos, y seguro que desde allí arriba, desde nuestro familiar y querido por todos, Cadalso de Arriba, me sentiré junto a ti y podremos disfrutar juntos, otra vez, de nuestros recuerdos y de nuestra profunda amistad. Te acuerdas de aquel día que me enseñaste las mejores sandías de Cadalso, que digo de Cadalso, de todo el entorno, eso decías y puede que llevaras razón porque estaban buenas, buenas.

 Y cómo no vas a recordar  la pitarra que me hiciste, junto a tu hermano Leandro, con la garnacha de la Mina, hoy desaparecida por el abandono y el fuego, y que cada día en mi ausencia te entregabas a mecerla, si, nada hay como saber que alguien se preocupa por tus cosas, y tú lo has hecho tantas veces que hoy quiero volvértelo a agradecer.

Mariano, quédate tranquilo, ya respiras bien y estás en la casa de Dios con tus seres queridos en Cadalso de Arriba, allí descansarás y seguirás sintiendo este otro Cadalso que has dejado, porque puedes tener la seguridad que mientras las personas que te hemos tratado y querido sigamos aquí abajo nunca serás olvidado y tu voluntad y generosidad seguirá presente por muchos años entre nosotros, tantos como la vida nos regale hasta reunirnos contigo. 

Un abrazo muy fuerte y hasta siempre.

Pedro.

Mariano Castrejón Montero

  25.09.1943
+09.01.2020


Zorro Corredero
Fotos: Archivo Fotográfico Pedro Alfonso