Moras y majuelas
Ya es otoño pero todavía quedan moras en Cadalso, su color y jugosidad es un atractivo para nuestros ojos que sin querer y a pesar de ser tan abundantes, se sienten atraídos por su belleza, cuanto más cerca mejor. Primero las probé, fueron unas cuantas, tantas que al final me dio miedo de que me sentaran mal, pero lo mejor, no es que me sentaran bien, que así fue, lo mejor fueron estas fotos de unas grandes moras que se te ofrecían para lo que fuera camino de la fuente de la Peluquera, lugar sombrío y húmedo en el que los frutos de la zarzamora se han mantenido hasta el comienzo del otoño
Tras las fotos recolecté algunas para llevar a casa, las deje en el suelo sobre un manto de hojas de su misma planta, luego las fotografié y allí quedaran para siempre ya que a la vuelta se me olvidó recogerlas, tal vez la pasada tarde noche del sábado sirvieron de alimento a alguno de los animales que pueblan nuestros campos, tal vez.
No muy lejos del zarzal de las moras, florece un majuelo que por ser otoño ya luce sus frutos rojos para placer de los caminantes, no todos, que encuentran en este pequeño pero atractivo arbusto un cierto embeleso y seducción.
Probar su incierto sabor me produce, siempre me ocurre, un grato placer, pero lo que más me atrae y seduce es fotografiar los rojos frutos que cuelgan en ramilletes. Que buenas sensaciones se pueden obtener con unas fotos de estos comunes frutos cadalseños, que belleza tan extraordinaria se consigue mediante lo mas sencillo, que placer ver las fotos y recordar el momento, el lugar y los acompañantes, que grande es el otoño y que inmensa la naturaleza.
Zorro Corredero
Fotos: Archivo Fotográfico Pedro Alfonso
12 comentarios:
Menudas mermeladas se hacen con esas moras. A que si Pedro???
Acertada afirmación Aquilino. Estas moras son de lo mejor de Cadalso y del mundo, nada menos que de finales de septiembre y del Valle del Tórtolas. Todo dicho
Un abrazo.
Pedro
LOS GUSANOS DE SEDA CORUCHOS
Morales que a sus gusanos de seda
plantaban sobre los verdes linderos,
y entre sendas y almenados testeros,
guardianes de la idílica vereda.
Mariposa crisálida que aseda
los capullos en coruchos veneros,
y verdinegros morales cerreros
donde un árbol avejentado queda.
En las casas la rueca y los telares
en manos de coruchas laboriosas
salmodiaban los rezos contra azares
del devenir incierto de las cosas
que en invierno traía los pesares
de infértiles y muertas mariposas.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
EL MORAL DE LAS PANTEZUELAS
Copa de sombra sobre tronco añoso
cubría impávido el pretil del puente,
cuando el arroyo de sucia corriente
era de las luciérnagas reposo.
Es su ramaje de un árbol jiboso
que vio el pasar de un paisanaje ingente,
generaciones coruchas de gente
sumidos ya en la eternidad del foso.
Sombras prestó a las parvas y a las trillas
en los lejanos días del pasado,
y hojas nutricias fue de los gusanos
y sus moras tintura en las mejillas,
con mixturas de un dulce confitado
que de muchachos nos tintó las mansos.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
EL MORAL DE LAS PANTEZUELAS
Copa de sombra sobre tronco añoso
cubría impávido el pretil del puente
cuando el arroyo de sucia corriente
era de las luciérnagas reposo.
Es su ramaje de un árbol giboso
que vio el pasar de un paisanaje ingente,
generaciones coruchas de gente
sumidos ya en la eternidad del foso.
Sombras prestó a las parvas y a las trillas
en los lejanos días del pasado,
y hojas nutricias fue de los gusanos
y sus moras tintura en las mejillas
con mixturas de un dulce confitado
que de muchachos nos tintó las manos.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
LOS MORALES DEL BATÁN
Subíamos en cuadrilla,
muchachos de la Plazuela,
con la alegría que vuela
sobre el moral cuando brilla.
Y entre ramas que agavilla
las moras y nos espera,
sobre el mástil que abandera
nuestra llegada impacientes,
como fieles penitentes
escalando su madera.
Entintada nuestra cara
con la sangre de las moras,
en las confortables horas
cuando el sol alumbra y dora.
Caminando sin demora
en la tarde sosegada
del pastor en la majada,
la vertedera en reposo
donde el campo es tan hermoso
que la vida aquí es sagrada.
Como Eccehomos sangrantes
de nuestra madres decires,
"¡no me mires, no te mires,
que vaya facha y semblantes!".
Mas los nautas navegantes
pusimos proa a la vida,
sintiendo la acometida
del vigor de lo que nace.
Y en los morales subyace
nuestra infancia allí acogida.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
LEYENDAS DE CENICIENTOS
El diablo cojuelo
Se acercó el diablo cojuelo
de Madrid de tapadillo,
y extramuros del Cerrillo
hizo casa en un majuelo.
La casa no se veía
ni a él en figura humana,
hecho siempre un tarambana,
se reía y se reía.
Maquinaba todo el día
la forma de divertirse,
y así a sus anchas reírse
de coruchos, se acrecía.
De leche se alimentaba,
tragaldabas insaciable,
y en hartura memorable,
¡cuántas faenas armaba!
De mañana los vaqueros
sin leche hallaban sus vacas,
y las cabras entre urracas
ordeñadas los cabreros.
Brevas se desvanecieron,
los higos no maduraron,
los viñedos no cuajaron
y los trigales se fueron.
¡Vive Dios! ¡Qué desesperos
sobrevino a los coruchos!
Verdad es que no eran muchos,
¿Mas por qué esos desafueros?
Un santo padre exorcista
les vino desde Toledo,
y andando con paso quedo
resultó un buen analista.
Al perillán descubrió
en las ramas del majuelo,
y con exordios del cielo
al cojuelo lo expulsó.
Del majuelo se extendió
una plaga de estreñidos,
pues sus frutos constreñidos
todo lo contaminó.
Y en Cenicientos los bulos
pábulo dio a los majuelos,
y siendo causa de duelos
les llamaron tapaculos.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
EN DÍA DE LUMINARIAS
Con tormentas incendiarias
incendiándose los cielos
entre el roble y los majuelos
entonaron sus plegarias.
La buenas gentes agrarias
vieron la luz densa y doble
y del tambor el redoble
e iluminaba el pináculo
el argentífero báculo
de nuestra Virgen del Roble.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
ESTÁ CAYENDO MI VERSO
Está cayendo mi verso
sobre el blanco de un papel
que mitigue el mundo cruel
de otro ser con quien converso.
Y lo rimo puro y terso
como bálsamo en tu herida,
y para tu alma encendida
es el crisol de mi verso.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
Que ricas
Ana Diaz
Que buenas
Rosa Foncuberta López
Buena mermelada a hecho mi hija este verano con las moras muy ricas
Pilar Calvo Villarín
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