(Al
torero cadalseño Roberto Cordero González: por sus triunfos, por su sangre y
por su ilusión)
TRES
MITOS RENACENTISTAS QUE NUNCA GANARON EL TROFEO TAURINO DE CADALSO: JOSÉ, JUAN
Y RAFAEL
Joselito y Belmente
Refieren los libros que el toreo comenzó a atisbar la
lentitud y el dominio actual gracias a Belmonte y Joselito. De José cuentan que
era un estudioso del toro y, por ende, del toreo en general. Buscaba la
perfección en la lidia, el dominio absoluto de las reses. Para ello fue
adquiriendo una técnica colosal que le hacía someter a los bureles por
difíciles y complicados que éstos fueran. Pero los humanos somos demasiado
frágiles. El rey triste de los toreros tuvo un descuido que le costó la vida
contando tan solo con 25 años en la plaza de toros de Talavera de la Reina
(Toledo), el 16 de mayo de 1920 (jornada establecida como Día Internacional de
la Tauromaquia en 2024). Su cuadrilla lamentó su orfandad amargamente: "¿Qué será ahora de nosotros
muerto el maestro? Nosotros, que vivimos gracias a sus quites..."
Explican que Belmonte era su antítesis, muy limitado
en técnica y poder físico se abandonaba al azar. Se inmolaba dócil a su
inspiración que le ofrecía en bandeja ese arte nunca visto en la Tauromaquia de
entonces. Su genio embelesaba a los espectadores y él se sumía en una
melancólica creatividad, desmayada e indolente. Quedaba ausente y solitario en
la inmensidad del ruedo, como una sombra que no acertaba a caminar, como cuando
asistía absorto y meditabundo con los intelectuales que tanto le admiraban a la
tertulia del café Lion d'Or en la calle de Alcalá madrileña (incluido el
escultor que se afincó en nuestro Cadalso y rehabilitó el Palacio de Villena,
Juan Cristóbal). No tenía término medio: O triunfaba clamorosamente o fracasaba
estrepitosamente. De Juan dijo, creo que fue Pérez de Ayala (escritor, político
y embajador de España): “No era nada
agraciado físicamente, pero ante el toro se convertía en un ser dionisiaco,
inalcanzable para el común de los mortales”.
Juan Cristóbal y su familia en el Palacio de Cadalso.
Belmonte y Joselito acabaron complementándose. Sus
diferentes estilos se fusionaban generando en los públicos ilusionantes
expectativas. Después, dependiendo de la providencia, surgían clamores o
broncas, como toda la vida de dios ha sido en el toreo. Rafael de Paula, haciendo
múltiples pausas que llenaban de magia y contenido la conversación, me lo
resumió brillantemente por teléfono una mañana lenta y lluviosa. Rafael desde
Sanlúcar de Barrameda, servidor desde la Plaza de la Provincia en Madrid: “Verá usted Miguel, el poderío de Joselito
era inexplicable, no se entendía que dominara y diera a cada toro su lidia. En
cambio, lo de Belmonte era fácil de comprender porque su arte era tan excelso y
arrebatador que ponía a todos de acuerdo... No obstante, yo siempre he sido joselitista...”
Su última aseveración me dejó perplejo, porque siendo Rafael el torero más
artista que yo jamás haya conocido, ¿cómo era posible que prefiriera a José
antes que a Belmonte, artista como él? Un día lo entendí después de mucho
reflexionar: Uno ama, admira y desea en la vida aquello que le entusiasma pero
que no posee. Rafael rebosaba arte excelso –como Belmonte- pero no poseía
técnica ni poderío –como admiraba en Joselito-
para mandar a los toros. Es más, siempre estaba a merced de ellos a no ser que
apareciera su arte y entonces… Entonces aquello era una locura tan sublime que
no admitía discusión alguna. Nos maravillaba, nos enmudecía y nos emocionaba
hasta las lágrimas. Era como hablar con la inmensidad del Universo y que éste
te respondiera feliz y dichoso flotando al atardecer.
Tengo dos escrititos dedicados a
Joselito publicados en “El Zorro Corredero”
y uno de ellos también en el periódico comarcal A-21, pero hoy quiero mencionar lo que Don Luis Bollaín,
belmontista acérrimo, escribió en su libro “El
Toreo”, refiriéndose a Juan Belmonte. Me parece precioso, una delicia llena
de matices artísticos y humanos dichos con un arte literario admirable: “Juan era un niño atónito, que cuando
asomaba por las tardes al portal de su casa con el babero recosido y limpio,
llevando en las manecitas la onza de chocolate y el canto de pan moreno que le
han dado para merendar y contempla el abigarrado aspecto de la calle desde la
penumbra del zaguán, se siente sobrecogido por el espectáculo del mundo, y se
queda allí un momento asustado, sin decidirse a saltar al arroyo. Cuando, al
fin, se lanza a la aventura de la calle, lo hace tímidamente, pegándose a las paredes, con la cabeza gacha, la mirada al sesgo, callado, paradito,
atónito...”.
Enlaces: Joselito.
https://zorrocorredero.blogspot.com/2020/03/centenario-de-la-muerte-de-joselito-el.html
En el mismo libro aparece lo que Don
Juan le explicó magistralmente, con precisión y sentimiento, sobre su
sobrecogedor toreo a Don Luis: "Sin
embargo, puedo asegurarle que mi temple/lentitud arranca de un sentimiento
íntimo de pura sustancia artística. Yo concebí el toreo como la antítesis de la
lucha, de la brusquedad, de la violencia, de la rapidez. Yo -ese yo artístico
que llevamos dentro y que en unos se exterioriza y en otros queda sin editar-
sentí el toreo como cadencia, ritmo, suavidad, lentitud... Y así lo hice...
siempre que los toros me dejaron. Puedo decir, sin jactancia, que muchas,
muchísimas veces, cité, más que con el capote o la muleta, con la llama viva de
mi concepción del arte; y que, citando así, toreé despacio y limpio a toros
fuertes y rápidos. Cuando el acierto y la inspiración fueron mis acompañantes,
el lento andar del engaño que mis manos movían regulaba la velocidad del toro.
Era, pues, éste el que se ponía a mi son, y no yo al suyo”. Juan Belmonte
se suicidó en su finca “Gómez Cardeña”
de Utrera (Sevilla), el 8 de abril de 1962. Nunca más pudo enviar a su chófer a
Jerez a buscar a Paula. Le complacía verle torear en la placita de la finca
sentado en su salón adosado a la plaza. Mandó instalar unos grandes ventanales
para cuando no pudiera moverse observar al chiquillo jerezano torear. “Tiene mucho arte…”, lo comentaba
bajito, columpiándose sus palabras sobre las volutas de humo de su cigarrillo.
A tan bello testimonio sólo cabe
añadirle una frase que Rafael de Paula me expresó ya hace muchos años en su
casa de “La Jara”, en Sanlúcar,
hablando de José, de Juan y de su toreo, tres mitos renacentistas que nunca
torearon en Cadalso: “Hay que ser
auténtico y escribir, torear y vivir a compás”. Y es que, admirado Rafael,
como decía Bukowski: “Los días pasan y la
vida sigue. Ganan los mismos, perdemos los de siempre, y quizás, si somos
pacientes, si dejamos de correr y nos perdonamos; la vida dejará de ser ese
autobús que se escapa justo cuando llegas a la parada…” Como se les escapan
sin torear los toros bravos y encastados a los toreros figuras mediocres…
Joselito en bicicleta.
Miguel Moreno González
11 comentarios:
Este escrito que para mi resulta una lección a toro pasado, es un bonito resumen de momentos inolvidables en su vida y sus recuerdos, que se vuelven a revivir para propios y extraños, y mezclan vivencias y realidades con apreciaciones y recuerdos. Belleza y complejidad. Vuelve una nueva temporada taurina y la sangre se altera. Dios hace tan bien todo que nos provee de lo que necesitamos, siempre. Gracias mil.
Julia
Bonito escrito para poner en valor todo lo que cada una de esas figuras del toreo poseían y hacían vibrar a los que pudieron disfrutar de su arte en la plaza. ¡¡Feliz Jueves!! 😉
Luis M. González
👏👏👏👏👏. Los recuerdos, es lo que más llega para los adentros artista. . 💖💖💖💖💖
José A. Álvarez G. de Guzmán
Miguel.. leyéndote uno echa de menos ser taurófilo.. pero no lo soy. Qué le voy a hacer.
Hay mucha ciencia, mucha maestría y mucha experiencia en esos escritos Miguelón
Admirable!!!
Diego S. Bustamante
Derroche de conocimiento y, cómo no, de maestría para exponerlo.
Pepe Vázquez
Buenos recuerdos nos traes Miguel de los toros y de la familia de Juan Cristóbal. Angel Canillo
Que interesante y entretenido (disfruto) es leerte siempre. Por cierto acertada la dedicatoria.
Fco. Gabriel
Buen escrito taurino y muy bien datado
rafael. Qué tal compañero..? El orden de los factores, en nuestro rico lenguaje, sí afecta al producto... Ejemplo... hoy debí decir... 'No soy taurófilo, pero al leerte me hubiese gustado serlo..' en vez de como lo expresé en el comentario anterior... que no reflejó mi real sentir al respecto... No sé si vale de algo mi aclaración, pero, bueno... ya nos conocemos. Un fuerte abrazo.
Es una muy grata satisfacción leer vuestros comentarios llenos de comprensión y cariño. Os los agradezco porque son la salsa del escritito junto a la bella composición que hace de letras y fotos Pedro Alfonso. Sed felices.
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