Mulhacén Sierra Nevada.

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Mulhacén, techo de la Península Ibérica

Museo de Montaña Zorro Corredero

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jueves, 13 de diciembre de 2018

LA RADIO, CADALSO Y LA FELICIDAD



LA RADIO, CADALSO Y LA FELICIDAD


     Yo salía de la escuela a las cinco de la tarde y presuroso iba a casa de mi abuela, Las Casetas, a merendar pan con dos onzas de chocolate (primero fue el toledano Dulcinea más tarde el guipuzcoano Elgorriaga). Al llegar encontraba a mis tías Martina y Feli cosiendo reunidas en torno a la lumbre –Francis bordaba en bastidor- y escuchando radionovelas interpretadas por las voces de Matilde Vilariño, Guillermo Sautier Casaseca, Juana Ginzo… Mientras preparaba mi merienda y pegaba en el álbum el cromo que venía en la media libra de chocolate, ellas me animaban a que me quedase oyendo aquellos seriales de amores imposibles que se desarrollaban en ambientes casi siempre hostiles a los enamorados. A veces al oír aquellos lamentos desgarradores me quedaba hasta ver qué pasaba, pero siempre cortaban en lo más interesante y te obligaban a seguir en la escucha todos los días. Eso ya no me gustaba tanto y me marchaba a la calle mientras mis tías enlazaban con otras radionovelas que les entretenían las largas tardes invernales y llenaban sus mentes con historias enamoradas a las que ellas no eran ajenas.

     Os digo que yo supe de la vida y los sueños por la radio. Así de simple y sencillo. En la radio me descubrieron las maravillas del mundo y yo iba a visitarlas (El Escorial era la octava, Las Pirámides de Egipto la séptima, en cambio El Valle de los Caídos estaba pendiente de clasificación). Supe también de los edificios más altos del orbe. Al Empire State Building de Nueva York subí en muchas ocasiones hasta que en el cine vi a King Kong encaramarse a lo más alto de la torre, y mientras con una mano se balanceaba de la antena del edificio con la otra derribaba aeroplanos a manotazo limpio, en ese preciso instante decidí que, por si acaso, yo no subiría más allí. Además coincidió que observé atónito días después en el cine Condestable, la desbordante expresión de ternura de Frankestein ofreciéndole a una niña una flor que ésta, instantes antes, había arrojado suavemente al río. Fue entonces cuando me dije que no era necesario subir tan alto para tener emociones fuertes y que yo necesitaba una persona como él para que vigilase mi cabaña solitaria las noches invernales. Comprenderéis ahora por qué en la radio de entonces todo lo que pasaba era lo más grande, lo más importante, lo más hermoso, incluso lo más feo del mundo. Así se las gastaban antaño en la radio y es que todo es grande en los sueños.



     Los sábados, a eso de las tres de la tarde, mi abuela me convencía para que oyera con ella “Aquellos Tiempos del Cuplé” en Radio Intercontinental, de paso evitaba que saliera tan pronto y me pegaran cintazos jugando a la taba. No sé cómo, pero yo siempre perdía a ese juego, nunca me tocaba ser “el rey” o “el verdugo”; a las primeras de cambio ya pasaba a engrosar la lista de las víctimas, de los perdedores que se dice ahora. Para perdedores Juan XXIII, que según contaban las ondas era un buen Papa que siempre estaba con los débiles y publicó la II Encíclica, Pacen in terris (Sobre la paz entre todos los pueblos que ha de fundarse en la verdad, la justicia, el amor y la libertad), que suponía un gran avance en las retrógradas y conservadoras convicciones de la Iglesia (esto último no lo decían las emisoras). Igualmente tenía, como Frankestein, semblante bondadoso, aquél no debía ser mal tipo. Para víctima Kennedy, al que se cargaron en Dallas -nunca visité esta ciudad-, en presencia de su bella mujer (Jacqueline Kennedy). Las radios no nos dejaron en paz durante varios días con aquella noticia pero, por contra, unos pocos años después no dijeron “ni pío” cuando se cargaron al “Che” Guevara en la selva boliviana (lo que motivó que a ese lugar viajara yo muy tarde). Aquello no lo entendí muy bien: ¿por qué se prestaba tanta atención a alguien que ni siquiera hablaba como los de Cadalso y en cambio no se daba ninguna importancia a quien sí hablaba como nosotros? El 03/12/1967, el doctor Christiaan Barnard realizó en Ciudad del Cabo (Sudáfrica), el primer trasplante de corazón al paciente Louis Washkansky. Cuando despertó dijo sentirse mucho mejor con el nuevo corazón; sin embargo, dieciocho días después falleció. Enigmas y más enigmas infantiles que ni siquiera pude dilucidar cuando viajé a París en el 68, con su artístico barrio latino aún oliendo a chamusquina y sus bohemios habitantes perplejos echando pestes contra De Gaulle. Y es que no paraban de ocurrir cosas en el mundo. "Este es un pequeño paso para el hombre, pero un gran salto para la humanidad", dijo el astronauta Armstrong cuando en compañía de Aldrin y Collins llegaron a la luna a las 03:56 (hora española) del 21/07/1969, según nos contó el periodista de RNE y TVE Jesús Hermida, pero aunque nosotros lo vimos por la tele, en Cadalso nunca acabamos de creerlo del todo.


     Un verano mis tíos: Vale, Paquita y Emiliano, que vivían en Argel (mis viajes a este lugar eran especiales), le regalaron a mi padre un transistor pequeño protegido con una funda de material. Aquello sí fue un gran acontecimiento para mí. Mi padre lo llevaba consigo al trabajo pero pronto dejó de hacerlo. Cuando le pregunté el motivo me respondió que: “le evitaba oír en silencio los sonidos del campo”. Eso sólo lo comprendí años después cuando él nos dejó sus silencios sonoros y escuché por las ondas hertzianas “Los sonidos del silencio”, de Simon y Garfunkel. Bien, pues entonces yo aprovechaba las noches para cogerlo de la repisa de la chimenea y oírlo bajo las mantas totalmente tapado dejando un huequecito para respirar. Mis amigos decían que era recomendable para evitar no sé qué tipo de asfixias. Fué una maravilla e hizo que me olvidara de aquel viento que provocaba mis miedos nocturnos y sacudía inmisericorde mi nevada cabaña de madera allá en la montaña. Ya no tuve que pedir permiso más a mi padre las noches de domingo a eso de las 23:00h., para que me dejara oír desde la cama y en la radio grande el programa taurino de Manuel Lozano Sevilla. En una hora recorría todas las plazas de toros deteniéndome especialmente en sus laberínticos corrales donde pasaba unos minutos cambiando de chiqueros a toros hermosos y astifinos. El toreo lo seguía España entera gracias al magnetismo que irradiaba Manuel Benítez, “El Cordobés”. Nadie que no viviera en esa época puede imaginarse el poder de convocatoria que poseía este torero. Pero no sólo aquí, sino que los personajes mundiales más relevantes de entonces ansiaban poseer una foto junto a él: Franco, Kennedy, Pablo VI, Sofía Loren… Actores, Jefes de Estado, Príncipes y Reyes… Todos consideraban un privilegio aparecer con Manuel Benítez Pérez, “El Cordobés”. 




     Bobby Deglané, Frank Johan, J.L. Pécker, J.L. Uribarri y compañía distraían desde Radio Madrid nuestros fines de semana con programas como “Caravana fin de semana” o “Reina por un día”. Pero las tardes de domingo -¡ah, amigo!-, esas eran de Vicente Marco y su “Carrusel Deportivo”. Muy pegadito al oído escuchaba y vivía los goles del Real Madrid al tiempo que observaba evolucionar por el campo de fútbol de La Cooperativa a uno de los equipos más técnicos, elegantes y artistas que nunca haya tenido Cadalso, para mí sólo comparable al Madrid de las cinco Copas de Europa: “Katanga”, “Mingorría”, “Tito”, Pepito “Cañardo”, Julián “Kubala”, Antonio “Veneno”, Antonio “Culelo”, Miguel “Chori”, Joaqui “Quitín”, Jesus y Miguel Santiago, Ángel “Canillo”,  Miguel “Chapuza”, Ricardo, Antonio “Tirillas”, los hermanos “Chatos”, Raulete, Marcelo, “Polvorilla”, Tomás “Sietepechos”, Quique “Bonanza”… Y con ellos y alrededor de ellos Antonio, “El Practicante”, el árbitro más rápido y astuto del lugar. ¡¡¡Uff!!!, cómo jugaban aquellos futbolistas: qué delicadeza, qué caricias al balón, qué armonía, qué pases medidos, qué remates… 



Era una obra de arte viviente que cada domingo se representaba deleitándonos a todos, vestidos ellos a rayas moradas y blancas (el portero de verde con raya quebrada roja) y nosotros con el jersey de los domingos y los zapatos llenos de polvo. ¿Qué os puedo decir de aquella gente ahora cuando ha caído tanto tiempo sobre nuestras vidas? Sólo que en 1966 Inglaterra se impuso por 4-2 a Alemania en Wenbley y conquistó el Munidal de aquel año con gol fantasma y todo… Lo realmente importante ocurrió un par de meses antes cuando ganó el Real Madrid la Copa de Europa en compañía de Matías Prats y con nombres cadalseños, ¡ah! y… en blanco y negro (como son mis sueños más bonitos). Serena y Amancio sembraron nuestra existencia y nuestro corazón de alegría y no nos cobraron nada. Esa noche, bajo las estrellas centelleantes de un pueblo desconocido, enseñé a mi hermano Nati con 6 años a revolotear la bandera del Madrid y le dije la alineación de aquel memorable día: Araquistaín (Betancort); Calpe, De Felipe, Sanchis; Pirri, Zoco; Serena (Miguel Pérez), Amancio, Grosso, Velazquez y Gento. No paré de viajar aquella madrugada de aquí para allá y por eso a la mañana siguiente no me enteré de nada en la escuela, sentía dentro del pecho algo muy placentero, debió ser la felicidad. Los niños vivíamos instalados permanentemente en la felicidad. Los adultos es otro cantar, ¡dónde va a parar!, los adultos ponen nombres a las cosas y dicen que eso es felicidad. ¡Es mentira! No los creáis, se engañan ellos solos. Desconocen que para ser auténticamente felices hay que sentir y mirar con la ingenuidad de los niños.



     Mi abuelo me llevaba los veranos con él a desñetar las viñas y regar los huertos. Comiendo tortilla de patatas debajo de los chopos y junto al fresco de Tórtolas, oía las últimas noticias deportivas en Radio España a Pedro Escartín y Rafael Barbosa. Luego con un bochorno insoportable, con el transistor atado a la trabilla del pantalón, rodeado de sarmientos verdes, tiernos y largos, adornados con hojas de diseño, que dirían ahora, y junto a plantas de judías verdes que parecían trepar al infinito, escuchaba a las 5:00h. de la tarde en Radio Peninsular (“La más musical”), “Peticiones del Oyente”. Las canciones del verano de Julio Iglesias, Raphael (tanta manía con castellanizar todo y a Rafael le afrancesan…), Serrat, Víctor Manuel, Nino Bravo, Patxi Andión, Miguel Ríos, Karina, Mari Trini, Pekeniques, Mocedades, Módulos, Los Brincos, Los Diablos, Fórmula V, o Los Bravos (que llegaron en 1966 al número “2” de los éxitos de Reino Unido y al “4” de los de Estados Unidos con  "Black Is Black"), me acabaron brotando cada Junio del tronco más tierno de las cepas y de algún lugar de mi corazón. Además era el único momento en que conseguía bailar en la discoteca de “Cañardo” con las chicas a las que quería platónicamente. En abril de 1968 la cantante Massiel conquistó el Festival de Eurovisión en el Royal Albert Hall de Londres; pero nada, la pérfida Albión siguió sin devolvernos Gibraltar. Justo al año siguiente, 1969, Salomé reeditó triunfo en el Teatro Real de Madrid. Radio Nacional de España más que narrarlo nos lo vitoreó como si fuera la victoria de la Armada Invencible de Felipe II. En cambio, el mes de Julio era otra cosa. En Julio, Bahamontes, Jiménez, Ocaña, Fuente y compañía surgían como espíritus exhaustos de entre la niebla y como artistas del pedal de entre las notas de la polka “Tritsch Tratsch” de Strauss, proyectándose hacia la cima del Tourmalet francés, justo allí yo les esperaba para obsequiarles con una palmadita de ánimo en el costado mientras intentaba descifrar si las gotas sobre sus rostros desencajados eran producto del sudor o las lágrimas. Bichos raros y tiernos estos ciclistas…



     Los jueves a las nueve de la noche viajaba poco o nada, no hacía falta. Arropado con las faldillas de la mesa camilla para aprovechar mejor el calor del brasero, intentaba ayudar a Periquín a sobrellevar las palizas que le propinaba Perico salvando éste el obstáculo de Matilde. Al final cobraba de lo lindo a pesar de las recomendaciones de tomar Cola-Cao. Acabábamos los jueves con un brindis a la solidaridad que se derramaba perezoso hasta la madrugada de los viernes. Nos concentrábamos oyendo un pasaje de la “Sinfonía del Nuevo Mundo”, de Dvorak, y, a continuación, la voz de Alberto Oliveras nos recordaba que nosotros, o lo que es lo mismo: “Ustedes…¡Son formidables!”. Aquello nos ponía un nudo en la garganta cuando ya el día se nos iba melancólico y sin remisión por el sumidero de la vida. Gracias a aquel programa nos dormíamos con la conciencia un poquito más tranquila, sin exageraciones, sin llamar mucho la atención, como eran los tiempos de entonces…  

Diariamente, a las 2 y media de la tarde y a las 10 de la noche, todas las emisoras sintonizaban con el “Diario hablado de Radio Nacional de España”, o “El Parte”, como lo llamaban los mayores. Las voces eran bonitas pero de tal gravedad que a los más pequeños nos impresionaban un tanto. En ocasiones hablaban algo de los mineros asturianos: “Traigo la camisa roja, laira la lará, es de sangre de un compañero, mira, mira Maruxiña, mira, mira como vengo…” Me la cantó un amigo asturiano noctívago en un garito de Barcelona. Rápido, en silencio y mezclado con humo y “cubatas”, lo relacioné con aquellas taimadas noticias  del “Parte” de mi niñez. David Cubedo poseía la voz más bella de la radio, ¡era la voz! Y junto a Yale, Tico Medina, Jesús Álvarez, Pedro Macía, J.L. Barcelona… nos comentaban, entre otras muchas cosas, con mucho énfasis y gravedad, lo de la revuelta de los negros en USA dirigidos por Martin Luther King contra la guerra de Vietnam y la segregación racial. Le concedieron el Nobel de la Paz en 1964. “El problema no es tanto que no sabemos lo suficiente, sino que no somos lo suficientemente buenos”. ¡Siempre la bondad! A Luther King lo asesinaron en 1968, en Memphis, contaba 39 años. Pero, ahora bien, si querías la versión opuesta a las informaciones oficiales de Radio Nacional, no había más que localizar en la O.C., con ímprobos y secretos esfuerzos, Radio España Independiente, emisora vinculada al P.C.E. que emitía desde París y en la que Carrillo y “Pasionaria” llamaban a la rebelión o la sedición, que no recuerdo bien.


     El tiempo no pasa, somos nosotros los que pasamos por el tiempo que nos combate y nos vence al fin. No obstante, el “Vuelo 605” de Ángel Álvarez me pilla cada noche embarcando en algún avión con destino a un tiempo conocido, me hace dudar y pienso que todo sigue como era antes, hace 100 o más años. Que su voz cautivadora y enamorada, es exactamente la misma de siempre, que jamás pasará, que seguirá por los siglos de los siglos presentándonos canciones románticas inmortales… La tele, ese aparato infame que impide soñar -ya sabéis- le sacó un día. ¡Qué insensibilidad! ¡Ponerle imagen a la voz de un sueño! Evito deciros que no me creí nada de aquello y cabreado la apagué. ¡A quién se le ocurre…!

No olvido las Navidades de entonces que vivíamos con una fascinante ilusión. Aquellas nocheviejas que anunciaban el Año Nuevo con las doce campanadas radiofónicas y que inmediatamente enlazaban con el maravilloso pasodoble “Suspiros de España” y el beso de mama… Parece como si los mayores de ahora quisieran destrozarnos los pocos sueños que nos van quedando mostrándonos caras ajadas. No saben, a este paso creo que nunca lo sabrán, que los sueños son bálsamos inmortales. Como la belleza de los recuerdos de la radio…



Miguel MORENO GONZÁLEZ

21 comentarios:

Anónimo dijo...

Qué decir de la radio. No sé si formaba parte de nuestras vidas o nuestras vidas formaban parte del mundo radiofónico. El sonido de la radio era el ambiente de todos los hogares. Cuando has mencionado Radio Intercontinental, lo primero que automáticamente me ha venido a la cabeza ha sido el eslogan de: "Radio Intercontinental...Madrid". Todos los actores radiofónicos que mencionas formaban parte de nuestras familias... eso sí actores sin rostro. Pero me veo obligado a mencionar a uno que para mí sí tuvo rostro, Ángel Soler. Le conocí en El Escorial donde tenía un chalet y era vecino de un amigo de mi padre. Como el amigo de mi padre no tenía piscina Ángel nos invitaba a bañarnos en la suya. Era una persona amble y simpática a más no poder.
Luis Carlos.

Anónimo dijo...

Que recuerdos más bonitos me han venido leyéndote. Asi fue nuestra adolescencia. He pasado un momento muy a gusto. Solo por eso, muchas gracias.
Cadalseño Veterano

Anónimo dijo...

Qué recuerdos y qué bien contados. Gracias.
Antonio Acuña

Anónimo dijo...

Yo como tu abuela tambien escuchaba las radio novelas

Pilar Diaz Recamal

Anónimo dijo...

Qué bonitos recuerdos de la radio ,yo también cuando era pequeña la escuchaba por las tardes y noches y recuerdos muchos de los programas k dices

Lucia Lop

Anónimo dijo...

Muy bonitos tus recuerdos. No era muy de radio, pues ya estaba la tele en mi casa cuando naci. Y la pena es que no llegue a conocer a mis abuelos

Chelo Villarin Recio

Anónimo dijo...

Tu relato me recuerda tantas cosas de mi niñez
Me encanta Pedro

Pilar Calvo Villarín

Saturnino Caraballo Díaz dijo...

Chocolates Dulcinea
y chocolates Colino,
con Calixto y Melibea
y por las radios pasea
Celestina, con su sino.


LA LLEGADA DE LA TELEVISIÓN A CENICIENTOS
A la bondadosa reina de los belgas en su despedida.

Mágico fue y fue multitudinario,
el pueblo acudió, fue una masa ingente,
de gran expectación, pasmo en la gente
la gran concentración del vecindario.

Los hábitos mudó, cambió el horario,
lo variaron todo, fue diferente,
se abrieron ojos, se ajustó la lente
y se movilizó hasta el campanario.

Se casaba Balduino con Fabiola
y la televisión, puesta en la plaza,
su voz amplificó como gramola,

del bar daban cafés en vaso y taza
y brisas coruchas formaron ola
a la nueva reina de nuestra raza.


MANUEL BENÍTEZ PÉREZ
El Cordobés

Huracán, ventarrón, viento salvaje
del guerrear frenético del toro,
desborde pasional, clamor sonoro
de un mar incontenible su oleaje.

Un duro y espinoso aprendizaje
sin música, sin palmas y sin coro
sobre ruedos que tienen como aforo
desolación nocturna del paisaje.

Por unos y por otros discutido,
negado o aclamado, mas sin duda
marcó época sin trampa ni engañifa,

y al toro encandiló y fue seducido,
con sus saltos de rana forma ruda
de a un torero hacer quinto califa.

Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Crorucho

Anónimo dijo...

muy bonitas la casas de los camineros de antes

Dolores Saez Canoyra

Anónimo dijo...

Precioso relato que te introduce en ese túnel del tiempo que a veces nos atrapa con recuerdos llenos de ternura y con seres queridos que formaron nuestra condición humana y nuestro futuro, el que hoy estamos viviendo.


Gracias por todo esto Miguel y Pedro
Inés

Miguel Moreno González dijo...

Gracias a todos. Y a ti, Inés, todos tus comentarios están llenos de ternura y amor a Cadalso. Además, de muy bien escritos. Me gustaría saber quien eres...

Anónimo dijo...

Cuantos años han pasado cuanta nostalgia y tus padres que guapos los dos

Juani Perez

Unknown dijo...

Como siempre nos alargas la niñez con tu prosa. Te pongo un pequeño reproche, por lo que me toca, te olvidaste de Pedro Pablo Ayuso.
Alberto.

Anónimo dijo...

el equipo de cadalso de la foto son Antoñio el árbitro el portero creo que es Fausto el hijo de la tía Lorenza José puchos Ricardo Gales Uge patatitas Canillo Miguel Salas abajo siete pechos hijo de la Felicisima Miguel el marido de la Marce Raúl su primo el Pela mi primo Antonio el chato y el hombre creo que era el cuñado de la tía Arsenia

Dolores Saez Canoyra

Anónimo dijo...

Como tantas veces consigues trasladarnos a la infancia y asi alargarnos la vida, impresionante tu prosa. Te pondre un pequeño reproche, por la parte que me toca, te has olvidado de Pedro Pablo Ayuso. Gracias Miguel.

Anónimo dijo...

La Taba. Yo jugaba mucho de niño con ella, ¿ya no se acuerda nadie de ese juego que era algo violento?
Con estos relatos nostálgicos vuelvo a vivir y más con ese lujo de detalles.
Gracias.
Enrique

Miguel Moreno González dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Miguel Moreno González dijo...

Juani: Qué bonito lo que dices de mis padres. Gracias en su nombre. Siempre habéis sido una familia muy cariñosa con nosotros...
Alberto: Es cierto lo que dices. Pedro Pablo Ayuso era de los inolvidables por su categoría. Pero está bien que se me olviden cosas, para que tú oportunamente intervengas. Leerte, siempre me alegra por lo bien que transmites tus sentimientos.
Dolores: Qué memoria, qué retentiva, qué generosa en el halago sentido. Eres una mujer constructiva, coherente, amante de lo tuyo, como buena y auténtica sanantonera. Te recuerdo, pero como soy tan raro y despistado para las caras, agradezco que me hablen para "centrarme" en la belleza de vuestros recuerdos. San Antón era un milagro: Dicen que hacía mucho frío y nosotros nunca lo sentimos. ¿Sería porque los nuestros permanentemente nos arropaban con su amor?
Chelo, Pilar Calvo, Pilar Díaz, Luis Carlos, Lucía y todos los demás... Si supierais la belleza que transmitís con vuestros comentarios, nunca dejaríais de hacerlos.
Nos iremos, y por aquí quedarán estas cosas...
Gracias de corazón.

Anónimo dijo...

Que bonito relato yo también me acuerdo de algunos ,la radio transmitía mas que la televisión les ponías caras y como dices era super entretenido había para todos los públicos aquellos tiempos eran mucho mejores no me canso de decirlo 🤗

Rosa Foncuberta López

Anónimo dijo...

Preciosos recuerdos cuando solo habia la radio.

Ana Diaz

Saturnino Caraballo Díaz dijo...

A MI HIJO CARLOS Y A MI NUEVA HIJA ROSA

Asistimos al enlace
de novios enamorados
de amores consolidados
a los que el amor no aplace;
y en esta boda se emplace
felicidad que se posa
sobre el rostro de la esposa
y de Carlos ya su esposo
un futuro esplendoroso
con su alegre y dulce Rosa.

Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho












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