Mulhacén Sierra Nevada.

Mulhacén Sierra Nevada.
Mulhacén, techo de la Península Ibérica

Museo de Montaña Zorro Corredero

Museo de Montaña Zorro Corredero
Museo de Montaña Zorro Corredero

miércoles, 25 de octubre de 2017

El transeúnte cadalseño. La vida humana no dura más que un momento


El transeúnte cadalseño
 La vida humana no dura más que un momento


Han pasado más años de la cuenta, creo que demasiados, porque ya casi nada es igual. Creemos que el transeúnte se hace perpetuo, no parece que el día a día se acelere tanto, pero cuando el transeúnte recorre esos destinos de antaño, de su niñez, de su propia existencia, se da cuenta que esto se nos va, de las manos y de la vida.
Se había convertido en un vecino más, el pueblo sabía quién era y donde habitaba, y cada día cuando la tarde le obligaba al regreso a casa, él venía con la merendera vacía y el cerebro cargado de historias. Así, amparado por las sombras, su silueta se convertía junto a su caballería en un disciplinado desfile que a diario discurría por caminos y calles, nada era sorpresivo, simplemente era lo común. 
La otra tarde cuando el transeúnte volvió a sentir la presencia del pasado, dibujó una sonrisa que en segundos se transformó en sueño, y por un momento sus ojos se extraviaron en uno de esos recuerdos que casi siempre genera tranquilidad y amor, es tan difícil borrarlos.
No pregunte, el transeúnte no debe preguntar, sólo ver y sentir, seguir sus pasos y si tiene suerte volver a vivir el pasado reflejado en el momento, probablemente algo que ni siquiera vuelva a producirse.


Zorro Corredero
Fotos: Archivo Fotográfico Pedro Alfonso

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Cuantas veces fuimos mi padre en la mula y yo en él borrico al campo ufff

Carmen Frontelo Morales

Anónimo dijo...

Eugenio es autentico es autóctono

Jose Maria Moreno Gonzalez

Anónimo dijo...

Eugenio será el único que todavía tiene caballería jajajaja

Pilar Calvo Villarín

Saturnino Caraballo Díaz dijo...

LA BURRITA FEDERICA

La burrita Federica
pasta por una pradera,
cuajada por la aljonjera
que su peso multiplica.
Pero su comida rica
como llovida del cielo,
es ponerla como anzuelo
para mantenerla atenta
y rebuznado contenta
el dulce de un caramelo.

Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho

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