Siempre tuve la idea de picar la pared del salón y descubrir
la piedra, yo sabía que detrás de esa pared enyesada de rasillas, se encontraba
la auténtica pared de piedra, aquella pared de 200 años o más que un día
albañiles cadalseños se afanaron en realizar lo mejor que podían y con los
pocos medios de aquella época, estaba ahí pidiendo ser restaurada.
Bueno, pues manos a la obra me dije y a picar, primero le di
un por de alcotanazos por aquello de iniciar el proceso y apuntarme la obra,
luego la cosa pasó a manos de dos profesionales de la paleta, de la alcotana y de
todo lo relacionado con la albañilería.
Arriba se puede ver el agujero donde aparecieron los dos ladrillos y por encima las tiras de ladrillo.
He de decir que esto más que una obra ha sido una
restauración, cada piedra era un tesoro, cada ladrillo macizo era una joya, cada
madera una alegría, cada cosa rara que aparecía tenía que ser dejada como
estaba y así lo hicieron.
Toda la pared es de piedra, pero arriba, casi tocando el
techo, aparecieron unas cuantas filas de ladrillo macizo que nada tenían que
ver con la piedra, pero que le daban un aspecto de antiguo, digno de ser recatado,
cosa que así se hizo para después ser llagueados con la maestría que
caracteriza a estos dos artistas de la paleta restauradora y de muchas cosas
más.
Los albañiles, ya los habéis conocido por las fotos, se
llaman Pedro y Ángel, son tío y sobrino, son amigos y son dos profesionales que
hacen lo que tú quieres, lo hacen bien y además te dan ideas para que todo
quede mejor.
Ángel llagueando
Polvo tragamos todo el que se producía al picar esa especie
de barro que servía como amalgama para unir las piedra, tos y picor en la
garganta fueron la nota del primer día, y eso que teníamos un extractor llamado
ventilador que apuntando hacia la ventana empujaba todo lo que podía para
desalojar el maldito polvo. También teníamos mascarillas, no tan profesional
como la de Pedro, pero suficiente para tragar sólo el 75% del polvo producido
por las alegres golpes de las alcotanas y el incesante martilleo de las mazas
sobre los punteros.
Pedro con puntero y maza
Los siguientes días fueron otra cosa, el polvo desapareció y
había momentos que parecía que estuviéramos descubriendo un tesoro, y lo
encontramos en un agujero en forma de dos ladrillos macizos “coloraos” que
alguien había introducido en uno de los tres agujeros descubiertos y que un día
sirvieron para ir colocando los andamios
a medida que se elevaba la pared. Estos ladrillos se volvieron a colocar dentro
del agujero con el fin y la ilusión de que otras personas los encuentren muchos
años después. Nosotros los encontramos dos siglos después de haberlos dejado
ahí, y tal vez ahora permanezcan otros dos siglos hasta que otros los
descubran, que pena no poder verlo.
Gracias a todos los albañiles cadalseños, a los de ayer por naturalidad y
belleza en la realización de esta obra y a los de hoy Pedro y Ángel por haber sabido conservar y
restaurar la obra que otros realizaron dos siglos antes, o más, al pintor Lute
y al electricista David.
Fotos: Archivo Fotográfico Pedro Alfonso
3 comentarios:
Un buen homehaje a estos dos buenos albañiles. Da pena que se hayan terminado las obras, con la de cadalseños que vivian de esto.
Mariano
Es esa delicada y humana forma de hablar de los personas, en este caso de unos albañiles, lo que te hace grande. Cada frase es una caricia a lo que te rodea, con un sentimiento tan cercano y tierno que hace de tu blog una forma de ver y sentir la vida. Cuándo a unos albañiles alguien les ha dedicado algo tan cariñoso y lleno de admiración? Y la verdad es que siempre tienes razón Zorro.
Un abrazo
Cadalseño
Has hecho un bonito homenaje a la profesión, y la restauración ha quedado muy bién.
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