Aneto. Pirineos.

Aneto. Pirineos.
El Aneto, rey de Pirineos.

Museo de Montaña Zorro Corredero

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martes, 1 de octubre de 2024

La INDIMA, por Baltasar Villarín.

 La Indima

La INDIMA estaba cerca de aquí, de la Plaza de Santo Domingo, donde, según supe después, estaba la tienda de bicicletas DAL ( Domingo Álvarez) por lo que supuse que allí debió de comprar mi abuelo aquella DAL de color azul, mi primera bici, que llegó a mi vida con sólo cinco años una mañana lluviosa de un día mágico en el universo infantil, el seis de enero, el día de los Reyes Magos. Muy cerca  estaban los Sótanos, centro comercial muy en boga en aquel Madrid de los sesenta y setenta, que conocí una lluviosa mañana de otoño (entonces llovía mucho más que ahora) en la que fui a la capital con mis padres, mi abuelo y mis tíos Tomasa y Paco para despedir en  Barajas, nada menos, a mis tíos Angelines y Fernando, por entonces,  emigrantes españoles en la Guinea Ecuatorial, una Colonia de España donde mi tío ejercía de Administrador de Correos, un viaje que hacían,  con escala incluida en Canarias, en un avión cuatrimotor que con gran sorpresa y emoción vimos despegar desde la terraza de aquella primera Terminal de Barajas, un hecho impensable en la época actual.


En aquellos Sótanos, en un local cercano a la salida que daba a San Bernardo (la calle Ancha, que decía mi abuela  Virgilia), me encapriché de un traje de torero para niños con capa, muleta y estoque incluidos que se convirtió, durante una buena temporada, en protagonista de mis sueños de infancia, justo hasta el siguiente antojo, una condición que terminó 'curando' mi estancia en el internado. Una etapa dura, a la vez que fructífera e inolvidable, de la que me quedan multitud de recuerdos, vivencias, experiencias y, fundamentalmente, personas. Allí, en el recuerdo, habitan Don Manolo, Don Tomás, Don Serafín y Don Ramón, el equipo directivo de la Institución; Don Jacinto, el sacerdote; la Sra. Servi, Luis, Manolo, la madre de Lucio entre otros, como trabajadores del colegio; los  'inspectores'  García, Rodri, Peláez,  Navalón, Monescillo, el 'Lentejo'...que tanto nos apretaban las clavijas; los profesores Manuel Virgós, Antonio Velasco, Inocencio Abadía Baile, Manuel Fraile, Luis Rejas, Vega... muchos de ellos con su apodo correspondiente, (Trompa, Triqui, Bárbaro...) que, sin ni siquiera sospecharlo, tanto nos enseñaron de los libros y de la vida; Ernesto Páez  Esteso, el médico; el músico, cuyo nombre no recuerdo, que siempre nos hacía ensayar por las noches, y los lugares emblemáticos que, pasados los años, se hicieron de culto, como la panadería de enfrente, la pastelería de Graciano, los restaurantes Igueldo y Casa Domingo, los bares  El Valle del Liébana, Gil, Noviciado, El Maño y las  Bodegas Rivas, la lechería de Serna, el tablao de Las Brujas o la cafetería  de La Concha,  entre otros, junto a los recreativos de la calle de La Palma o el estanco de esa misma calle y.....

....por supuesto, los amigos y compañeros, entonces de fatigas, hoy de recuerdos imborrables e imperecederos,  Pedro Abad Biedma, Abel Pascual Manzano, Antonio Dávila Sánchez,  Pedro Pablo Álvarez López, Javier Medina, Antonio Menoyo, Javier Morueco, Luis Garcia Sánchez, Parra, Antonio Rueda García, Miguel Ángel Soto López,  Antonio Zamora Auñón, Manolo Carmona, Arias, Vicente Cortés, Parro, Llerandi, Martin, Naranjo, Sobrino, Abajo Perez, Cuesta Arriba, Enrique Del Pozo Parrado, Horcajo, Benito Trigueros,  Luis Pulido, Antonio Prieto García, Miguel Ángel Sanz Nuño, Luis Trujillo, ...y los más cercanos, Fernando,  Herradón, Luis, José Gonzalo, Trigos, Lago, de Cenicientos y mis paisanos, amigos para siempre,  Carlos Corral Sáez, Joaquín Moreno García, Armando Martín Rosa, José Luis López García, Javier Sánchez Corral, Paco García Frontelo, Valentín Frontelo García y mi primo del alma  Pedro Santurde Conde.

 Pues así fue aquella etapa y aquellos años de mi vida, entre el 67 y el 72, de mis diez a mis quince años, desde la infancia hasta la juventud resumidos en esta crónica sentimental no exenta de alguna que otra emoción.  




Baltasar Villarín Conde







9 comentarios:

Miguel Moreno González dijo...

Los recuerdos, ahora más que nunca, alimentan nuestro presente. Gracias por retrotraernos, Balta, a nuestras épocas inolvidables.

Anónimo dijo...

Jejeje.... que joven.. 💕💕💕

José Antonio Álvarez Gallego de Guzmán

Saturnino Caraballo Díaz dijo...

El positivismo
es una aptitud,
y el idealismo
siempre una virtud.

Anónimo dijo...

Interesante historia

Mariano

Teodoro dijo...

Muy bien Baltasar que bonitos recuerdos

Anónimo dijo...

La variedad del paisaje
que tiene la Sierra Oeste.
Hacen a su paisanaje
que dentro de él bus el viaje
monotonía no preste.

Anónimo dijo...

LOS COPLEROS EN CENICIENTOS

Vendedores de coplas y romances de ciegos
deleitaban oídos y sucesos sangrientos,
erizaban cabellos y los niños atentos
las carreras cesaban y paraban sus juegos.

Con romances escritos por iletrados legos,
con las vírgenes violadas con tormentos lentos,
truculencias que caían sobre Cenicientos
traídas por unos errabundos andariegos.

Y en la dulce Plazuela se agolpaba un enjambre
de mujeres y niños de una hirsuta pelambre
que veían el hacha y los hachazos atroces

cernirse implacables sobre unas viudas galanas,
que en solariegas mansiones abrían ventanas
por las que accedían los asesinos feroces.

Ángel Rejas dijo...

Ballta no sé si me recuerdas, soy Ángel, el hijo del "Rejas".
Me han gustado mucho tus recuerdos. Con que cariño hablas de todo y ďe todos. Un abrazo.

Anónimo dijo...

Muchas gracias, Ángel, en éste momento no te pongo cara, perdóname, pero sí a tu padre, de quien tanto aprendimos para ir por la vida con rectitud, seriedad y dándole importancia a nuestra responsabilidad, por pequeña que sea. Como hacía Él con su asignatura, FEN en quinto de Bachillerato, que pasaba de 'maría' a respetada y preparada a conciencia. Como dices y has percibido, efectivamente, el tiempo da y quita razones poniendo cada momento y a cada persona en el.lugar que corresponde y, sin duda, aquellos años, aquel colegio y todas las personas que lo formaban dejaron una profunda y gratificante huella en mi persona. Un abrazo fuerte.

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