Un regalo de otoño
Es otoño, los días son más cortos y las temperaturas menos calurosas y más agradables, las suaves tardes nos invitan a pasear y a visitar nuestros huertos donde aquellos árboles que un día plantaron nuestros padres y abuelos sobreviven a pesar de todo y cada año nos regalan sus frutos, frutos que han estado en nuestros postres toda la vida y que espero lo sigan estando por mucho tiempo más.
Es tiempo de higos, unos negros y otros blancos pero ambos igual de sabrosos a nuestro paladar y a nuestros ojos que parecen decir cómeme y así lo hacemos y pronto ya que en unos días estarán pasados.
Otro manjar de esta estación son las ciruelas que aunque maduran más en verano también las hay y buenas hasta los primeros días de octubre y que tan buenas se crían en nuestros huertos, las hay negras y claudias que son las verdes, ambas igual de buenas y dulces.
Y como no podían faltar en nuestra mesa y en nuestro postre aquí están las uvas blancas chelvas o negras de garnacha que aunque no son exactamente de huerto si están cerca de ellos y también han sido utilizadas como postre, más las chelvas de buen sabor y gran presentación pero no me digáis que las negras no tiene buen sabor y dulzura aunque cierto es que siempre se han despreciado como uva de mesa, veremos que nos depara el futuro.
Y todavía la cosa no termina, pronto vendrán los membrillos que ya empiezan a madurar y las rojas y jugosas granadas, pero esto es otra historia que desde luego contaremos más adelante, ahora a disfrutar de unos buenos higos, de unas dulces chelvas y de las ciruelas si aún no se os han pasado.
Zorro Corredero
Fotos realizadas el 19 de septiembre de 2010 en el Pilar, Antanilla y Boquerón
Fotos: Archivo Fotográfico Pedro Alfonso