De San Antón a la Plazolilla de Abajo por la calle Real
Comienzas en San Antón y te dejas caer por la calle Real abajo, llegas hasta Carretas, estrecha calle, y te adentras en la Plazolilla de Abajo, todo en un rato de nada, todo con la vista puesta en lo que te rodea, en la gente que vas saludando y en los momentos que te vienen a la cabeza de estos lugares tan cadalseños y tan nuestros. Por otro lado están los siempre íntimos recuerdos, pero de estos cada uno tenemos los nuestros, unas veces buenos y otras no tanto, así que lo mejor es que cada uno piense en los suyos, y si te apetece ampliar esta entrada del Zorro Corredero con ese recuerdo que siempre guardas en tu memoria, sólo tienes que poner un mensaje. Buenos días Cadalso.
Zorro Corredero
Fotos: Archivo Fotográfico Pedro Alfonso
Hombre, yo recuerdo bajar muy rápido como tú dices... pero en bici.. jeje...y sobre todo Trifon, que bajaba en bici sin manos..y un día se llevó por delante a una "vieja".. que estaba llenando un cántaro de agua en la fuente de la Plaza... jajaja..o no te acuerdas??
ResponderEliminarJosé Antonio Álvarez Gallego de Guzmán
De esto no me acuerdo, pero si de que conducía la bici sentado al revés, y de su perra Oiga que llevaba en el manillar.
ResponderEliminar😊👍 buenas tardes me encantan tus recuerdos
ResponderEliminarPilar Diaz Recamal
Gracias Pilar, Un abrazo y buenas tardes.
ResponderEliminarBuenas tardes ya
ResponderEliminarLucia Lop
muy. Bonitos recuerdos recordar es vivir Buenas tardes feliz día Pedro
ResponderEliminarAurora Ferrera Ruiz
Eramos unos pequeños delincuentes con las bicis. Años más tarde la calle La Sangre me dio muy buenos recuerdos.
ResponderEliminarJavier Muñoz Margaretto
De pequeños salíamos Tritón y yo después de darnos su madre de merendar a toda leche con las bicis hasta la Ronda atravesando la Plaza.
ResponderEliminarJavier Muñoz Margaretto
Javier Muñoz Margaretto Trifon...Javi.. Paco Trifon... jeje
ResponderEliminarJosé Antonio Álvarez Gallego de Guzmán
Trifon, que el dedico me juega malas pasadas.
ResponderEliminarJavier Muñoz Margaretto
Buenas tardes Pedrito lo que e jugado en la viña del tio manazas detras de esa puerta pero yo sola no ibamos todas las Santoneras que eramos muchas y en la del tio jamonero y en la fuente los piejos y en lancha los linos era nuestro territorio y nos comiamos lo que pillabamos según la epoca y puedo seguir y estaria toda la tarde contando las aveturas y las faenas que haciamos y por el pueblo llamabamos a las puertas donde habia llamadores en la casa de Monchin los Feltres el tio Ricardo Saez y en Santiago Abad y otro dia mas Feliz Año Nuevo para ti y toda tu familia guapeton muchos besos para todos 🥰🥰🥰🥰🥰🥰❤🥂👏👏👏👏
ResponderEliminarDolores Saez Canoyra
Querida Lola, todos los muchachos y muchachas de aquellos años no parábamos de recorrer el pueblo y el campo de Cadalso, siempre en la calle y nada en casa, así lo pasábamos de miedo, y como tampoco había mucho con lo que divertirse pues estos eran nuestros lugares de recreo y juegos. Feliz Año para ti y tu familia. Un beso grande y siempre viva Cadalso y sus gentes.
ResponderEliminarEL CHURRERO
ResponderEliminarCon hielo matinal y bajo el brazo la cesta,
su pregón habitual con nitidez nos llegaba,
y era su tonante voz la que nos levantaba
contagio del pregón sin rebelión ni protesta.
Olor de los churros al desperezo se presta
de la cálida cama que el bostezo albergaba,
por la voz imperiosa que al deber nos llamaba
de acudir a la clase de la suma y la resta.
Arrollados los juncos, balanceo del aire,
al churrero le daban gran prestancia y donaire,
y atado a la cintura, ciñe un blanco mandil,
que a Cenicientos corría en paseo incansable
con sus churros calentitos despachando afable
los otoños e inviernos hasta llegado abril.
EL JUEGO DEL ARO
ResponderEliminarCorre desde la Plazuela
trazando circunferencias,
sin aplicarle más ciencias
al ingenio que no vuela.
Con el cerco de un caldero
y de guía un grueso alambre,
nos impelía un calambre
imperioso y tesonero.
Correr, correr y un sudar
como sudan los potrillos,
con aros grandes y arillos
compitiendo sin parar.
Y siendo guiado entre alardes
por estrechos vericuetos,
¡aro amigo de secretos,
qué fueron de aquellas tardes!
Habilidad y reflejos
y velocidad de piernas
de las carreras eternas
sin pies cansados y viejos.
Y de la sangre bullicio
corriéndonos por las venas,
y no conociendo penas
en libertad ejercicio.