Enrique Ponce
El torero Enrique Ponce emitió el pasado 28/06/2021, un escueto
comunicado anunciando su retirada por “tiempo
indefinido”. Su toreo excelso es algo parecido: “indefinido, por eterno”. Para mí es el maestro por antonomasia
de los últimos tiempos toreros. Le he visto faenas inmarcesibles que han sido,
a la vez, inaccesibles para la mayoría de los coletudos. Guardo en el recuerdo
un puñado de ellas que jamás olvidaré. Una faena que he visto decenas de veces,
lección magistral de tauromaquia, es la que le enjaretó al toro “Lironcito”, de Valdefresco, en Las
Ventas el 27 de mayo de 1996. Además, algo que le honra es reconocer que su
punto de partida para ser figura del toreo se inició en Cadalso de los Vidrios
(Madrid), el 3 de junio de 1990, alternando junto a César Rincón y Pedro Lara
lidiando toros de Juan Jiménez Alarcón. En el toreo, como Marcial Lalanda, ha
sido “El Más Grande”. Como homenaje
particular transcribo para El Zorro
Corredero, el escritito que le compuse después de una faena inolvidable en
Valladolid. ¡Suerte Maestro! Le seguiré esperando con mi admiración
inmarchitable… ¿Qué es torear…? ¡Ver a Ponce!
ENRIQUE PONCE: EL TIEMPO INDEFINIDO
Marcho a casa a relajarme hasta que baje a la Plaza del Pueblo a oír el Pregón de Fiestas. A las 18h. toros en la tele, desde Valladolid. Su plaza reposa en el Paseo de Zorrilla que está lleno de sombras, poesías, árboles y pájaros. Hace un mes paseamos mi mujer y yo por él buscando el recuerdo de Miguel Delibes. Me acomodo, estiro las piernas sobre un taburete y me dispongo a ver a Enrique Ponce. Seguro estoy que si no toreara él no pasara yo por semejante trance. Todo discurre previsible dentro del aburrimiento monótono del toreo actual. Sale el cuarto burel del Puerto de San Lorenzo: agalgado, fino de cabos, astifino, muy en el tipo de la casa. Es un manso “pregonao”, peligroso, que se defiende, huye, se entablera, espera… Me coloco mejor en el sillón, me froto las manos, subo el volumen de la tele; de fondo se escucha a Enrique impartir órdenes impertérrito y sin asomo aparente de preocupación ni nerviosismo. Paloma me dice que la cena está lista. Respondo que espere un rato, por favor. Cierro puertas y ventanas. Me aíslo en mi esperanza.
¡Ah, amigo! Ya nadie se aburre ni bosteza comiendo pipas, nadie se distrae de lo
que ocurre en la arena. Espectadores y aficionados se agitan inquietos en sus
asientos gratamente sorprendidos. Todos se olvidan de sus asuntos prosaicos y
se levantan asombrados por el impulso de un resorte invisible. Ovación
estruendosa. Ponce ni se inmuta, está a lo suyo… se relaja un poco por primera
vez en la faena. Toma distancia, se enfrontila y su "¡Eh, toro!" es una orden que no admite discusión. Y el
morlaco, imantado, sigue la muleta templada del maestro. Los "olés" brotan sonoros, rotundos,
vibrantes… Las cámaras enfocan esos rostros que hace un rato parecían anodinos
y ahora aparecen invadidos por una especie de magia maravillosa desgarrados por
la emoción Son todos emotivos, desbaratados por la belleza del arte. Rompe a
tocar la banda de música el pasodoble "Suspiros
de España". No aguanto más y empiezo a llorar. Estoy solo,
maravillosamente solo, me cercioro de ello mirando en derredor y limpiándome
las lágrimas. Este pasodoble es pura emoción, sentimiento profundo que se me
mete por los huecos del alma y busca mi fábrica de sentimientos. El toro se
rinde al maestro que lo domina y torea a placer. Ya están definitivamente los
dos solos en el centro. Se han hecho amigos para hacernos felices a los demás.
Es lo que tiene el arte: Nos hace cómplices de la belleza de su obra para que
viva para siempre en nuestra memoria. Hermosísima y aleccionadora faena de
Ponce. Para enmarcar en el recuerdo. Valladolid, 13/09/2009.
El diestro no mata bien. Los espectadores se incorporan animándole,
ahítos de felicidad, como nunca antes lo habían estado. Enrique Ponce no dice
nada, no mira a nadie mientras se refresca en la barrera. Acabamos de asistir a
una monumental obra de arte clásica e imperecedera y él parece no saberlo, no
darle importancia… ¡Cómo son los artistas! Le obligan a dar una segunda vuelta
al ruedo con una leve sonrisa de satisfacción adornando su rostro… “No sé qué fascinación en mis sentidos
ejerce, que siempre hacía él se me tuerce la mente y el corazón…”, dicen
que dijo Don José Zorrilla según salía del coso hacia su paseo… Busco a Paloma.
"¡Vamos a cenar!" Y según
me doy la vuelta descubro que soy muy feliz según anochece en Cadalso el Día de
la Pólvora…
Para ser un figura del toreo primero hay que pasar por la plaza monumental metálica de Cadalso de los Vidrios
ResponderEliminarMe sigue maravillando la capacidad que tienes de convertir el texto en emociones tan íntimas, y al mismo tiempo hacer que el texto se convierta en emociones para el lector.
ResponderEliminarPepe Vázquez
Éste escrito es impresionante, yo no vi ésa corrida, pero cuando lo estaba leyendo... la he visto..la he visto... joerrrrrr... me he emocionado y todo... jeje... Eres la leche Miguel... precioso de verdad. Gracias por tu aportabilidad para mis sentimientos. Un abrazo.
ResponderEliminarJosé A. Álvarez G. de Guzmán
Maravillosa manera de narrar y describir los sentimientos que desató esa faena.
ResponderEliminarImpresionante homenaje a ese gran maestro del toreo, es de los únicos que he visto que de un toro malo y manso sacar lo mejor de él y hacerle embestir y repetir, siempre lo intenta y nunca se da por vencido y eso es de agradecer por parte de los aficionados.
ResponderEliminarLuis M. González
Desde hace más de un año, hoy he visto y sentido torear.
ResponderEliminarGracias Miguel. Un abrazo
Manuel de la P.
Emotivo y merecido homenaje al maestro. Miguel
ResponderEliminarTu "escritito" es un monumento a las emociones, derrocha sensibilidad y admiración por el maestro Ponce. A veces pienso que estos personajes se retiran sólo para que escribas sobre ellos, son incapaces de esperar más tiempo para verse mecidos por la suavidad de tus palabras.
ResponderEliminarUn abrazo, D. Miguel.
Luis C. Trijueque
Muy agradecido por tan bonitos comentarios. El toreo, como la vida, es emoción y vosotros la tenéis en muy altas dosis. Me gustaría que llegaran al maestro Ponce. Sé que le entusiasmarían mucho viniendo de Cadalso. Gracias sinceras...
ResponderEliminarSoy una venezolana que ama el buen toreo y a Ponce y su escrito es fantástico y vibrante como esa tarde de toros que nunca pude disfrutar en vivo (soy muy pobre) pero en la tele si cada domingo y torea Ponce ahí estaba ooh mis respetos a sus letras y al arte del maestra oooole
Eliminar¡ Qué descripción tan magistral de una faena!. Gracias a mi tocayo Miguel y a ti también Pedro.
ResponderEliminarMiguel Revuelta de Guzman