jueves, 1 de julio de 2021

Enrique Ponce: El tiempo indefinido...por MIguel Moreno.

 Enrique Ponce


El torero Enrique Ponce emitió el pasado 28/06/2021, un escueto comunicado anunciando su retirada por “tiempo indefinido”. Su toreo excelso es algo parecido: “indefinido, por eterno”. Para mí es el maestro por antonomasia de los últimos tiempos toreros. Le he visto faenas inmarcesibles que han sido, a la vez, inaccesibles para la mayoría de los coletudos. Guardo en el recuerdo un puñado de ellas que jamás olvidaré. Una faena que he visto decenas de veces, lección magistral de tauromaquia, es la que le enjaretó al toro “Lironcito”, de Valdefresco, en Las Ventas el 27 de mayo de 1996. Además, algo que le honra es reconocer que su punto de partida para ser figura del toreo se inició en Cadalso de los Vidrios (Madrid), el 3 de junio de 1990, alternando junto a César Rincón y Pedro Lara lidiando toros de Juan Jiménez Alarcón. En el toreo, como Marcial Lalanda, ha sido “El Más Grande”. Como homenaje particular transcribo para El Zorro Corredero, el escritito que le compuse después de una faena inolvidable en Valladolid. ¡Suerte Maestro! Le seguiré esperando con mi admiración inmarchitable… ¿Qué es torear…? ¡Ver a Ponce!

ENRIQUE PONCE: EL TIEMPO INDEFINIDO

 Este Ponce… Trece de septiembre. Día de la Pólvora en Cadalso. Retorno de mi etapa ciclista para ver pasar a los gigantes y cabezudos, la Banda de Música, los niños, los padres, las lágrimas, las caras  compungidas de todos ellos por la emoción…



     Marcho a casa a relajarme hasta que baje a la Plaza del Pueblo a oír el Pregón de Fiestas. A las 18h. toros en la tele, desde Valladolid. Su plaza reposa en el Paseo de Zorrilla que está lleno de sombras, poesías, árboles y pájaros. Hace un mes paseamos mi mujer y yo por él buscando el recuerdo de Miguel Delibes. Me acomodo, estiro las piernas sobre un taburete y me dispongo a ver a Enrique Ponce. Seguro estoy que si no toreara él no pasara yo por semejante trance. Todo discurre previsible dentro del aburrimiento monótono del toreo actual. Sale el cuarto burel del Puerto de San Lorenzo: agalgado, fino de cabos, astifino, muy en el tipo de la casa. Es un manso “pregonao”, peligroso, que se defiende, huye, se entablera, espera… Me coloco mejor en el sillón, me froto las manos, subo el volumen de la tele; de fondo se escucha a Enrique impartir órdenes impertérrito y sin asomo aparente de preocupación ni nerviosismo. Paloma me dice que la cena está lista. Respondo que espere un rato, por favor. Cierro puertas y ventanas. Me aíslo en mi esperanza.

 El gentío está a lo suyo: habla, come, bebe, sonríe, mira al cielo… Yo miro a Ponce cómo, parsimonioso y seguro, toma muleta y estoque. Bebe un "buchito" de agua con calma y sosiego evidente. “¡Taparos…!”, les dice a todos. El toro a lo suyo va y viene, se acula en tablas, levanta la gaita, la mueve desafiante ante sus lidiadores: “¡Es una pieza!”, pienso para mí. Cuando veo al torero dirigirse hacia el morlaco me estremezco. Intuyo algo grande; nervioso me revuelvo sobre el sillón. “¡Jeee!”, le llama adelantándole el engaño. El cornudo mansea y mueve la cabeza como diciendo: "Espera y verás lo que es bueno". Hay toros inconscientes en grado sumo, no me cabe la menor duda… “¡Jeee toro!”, de nuevo le reta; esta vez la voz es imperativa, provocadora, no tiene atisbo alguno de broma, no. El toro se arranca violento hacia el torero y éste, con maestría y técnica, lo saca al centro pero el bicho comienza a dar tornillazos defendiéndose y regresa desafiante a tablas. La gente sigue a lo suyo… El semblante de Ponce es de seriedad controlada. Tira de nuevo del bicorne y torna éste a tablas. “¡Bien!”, dice el torero con la cabeza. Se coloca en terrenos del toro dándole todas las ventajas. Se acerca, le va encelando con la muleta plana y adelantada, sólo ve trapo el animal. Le engancha con un natural, se le para a la mitad del pase, le da un toque oportunísimo y preciso y el toro obedece, le liga otro y otro más. Asienta las zapatillas entre las rayas y las tablas y le engarza un pase de pecho magistral, de pitón a rabo, que deja al bovino cavilando, mirando sin ver hacia el centro del ruedo. Definitivamente, en este preciso momento, se ha hecho con él, ha bastado su dominio, arropado con su técnica y autoridad, para demostrar a la alimaña quién manda en el ruedo.

 

¡Ah, amigo! Ya nadie se aburre ni bosteza comiendo pipas, nadie se distrae de lo que ocurre en la arena. Espectadores y aficionados se agitan inquietos en sus asientos gratamente sorprendidos. Todos se olvidan de sus asuntos prosaicos y se levantan asombrados por el impulso de un resorte invisible. Ovación estruendosa. Ponce ni se inmuta, está a lo suyo… se relaja un poco por primera vez en la faena. Toma distancia, se enfrontila y su "¡Eh, toro!" es una orden que no admite discusión. Y el morlaco, imantado, sigue la muleta templada del maestro. Los "olés" brotan sonoros, rotundos, vibrantes… Las cámaras enfocan esos rostros que hace un rato parecían anodinos y ahora aparecen invadidos por una especie de magia maravillosa desgarrados por la emoción Son todos emotivos, desbaratados por la belleza del arte. Rompe a tocar la banda de música el pasodoble "Suspiros de España". No aguanto más y empiezo a llorar. Estoy solo, maravillosamente solo, me cercioro de ello mirando en derredor y limpiándome las lágrimas. Este pasodoble es pura emoción, sentimiento profundo que se me mete por los huecos del alma y busca mi fábrica de sentimientos. El toro se rinde al maestro que lo domina y torea a placer. Ya están definitivamente los dos solos en el centro. Se han hecho amigos para hacernos felices a los demás. Es lo que tiene el arte: Nos hace cómplices de la belleza de su obra para que viva para siempre en nuestra memoria. Hermosísima y aleccionadora faena de Ponce. Para enmarcar en el recuerdo. Valladolid, 13/09/2009.

 

El diestro no mata bien. Los espectadores se incorporan animándole, ahítos de felicidad, como nunca antes lo habían estado. Enrique Ponce no dice nada, no mira a nadie mientras se refresca en la barrera. Acabamos de asistir a una monumental obra de arte clásica e imperecedera y él parece no saberlo, no darle importancia… ¡Cómo son los artistas! Le obligan a dar una segunda vuelta al ruedo con una leve sonrisa de satisfacción adornando su rostro… “No sé qué fascinación en mis sentidos ejerce, que siempre hacía él se me tuerce la mente y el corazón…”, dicen que dijo Don José Zorrilla según salía del coso hacia su paseo… Busco a Paloma. "¡Vamos a cenar!" Y según me doy la vuelta descubro que soy muy feliz según anochece en Cadalso el Día de la Pólvora…

                                Miguel MORENO GONZÁLEZ


11 comentarios:

  1. Para ser un figura del toreo primero hay que pasar por la plaza monumental metálica de Cadalso de los Vidrios

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  2. Me sigue maravillando la capacidad que tienes de convertir el texto en emociones tan íntimas, y al mismo tiempo hacer que el texto se convierta en emociones para el lector.
    Pepe Vázquez

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  3. Éste escrito es impresionante, yo no vi ésa corrida, pero cuando lo estaba leyendo... la he visto..la he visto... joerrrrrr... me he emocionado y todo... jeje... Eres la leche Miguel... precioso de verdad. Gracias por tu aportabilidad para mis sentimientos. Un abrazo.
    José A. Álvarez G. de Guzmán

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  4. Maravillosa manera de narrar y describir los sentimientos que desató esa faena.

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  5. Impresionante homenaje a ese gran maestro del toreo, es de los únicos que he visto que de un toro malo y manso sacar lo mejor de él y hacerle embestir y repetir, siempre lo intenta y nunca se da por vencido y eso es de agradecer por parte de los aficionados.
    Luis M. González

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  6. Desde hace más de un año, hoy he visto y sentido torear.
    Gracias Miguel. Un abrazo
    Manuel de la P.

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  7. Emotivo y merecido homenaje al maestro. Miguel

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  8. Tu "escritito" es un monumento a las emociones, derrocha sensibilidad y admiración por el maestro Ponce. A veces pienso que estos personajes se retiran sólo para que escribas sobre ellos, son incapaces de esperar más tiempo para verse mecidos por la suavidad de tus palabras.
    Un abrazo, D. Miguel.
    Luis C. Trijueque

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  9. Muy agradecido por tan bonitos comentarios. El toreo, como la vida, es emoción y vosotros la tenéis en muy altas dosis. Me gustaría que llegaran al maestro Ponce. Sé que le entusiasmarían mucho viniendo de Cadalso. Gracias sinceras...

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    1. Soy una venezolana que ama el buen toreo y a Ponce y su escrito es fantástico y vibrante como esa tarde de toros que nunca pude disfrutar en vivo (soy muy pobre) pero en la tele si cada domingo y torea Ponce ahí estaba ooh mis respetos a sus letras y al arte del maestra oooole

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  10. ¡ Qué descripción tan magistral de una faena!. Gracias a mi tocayo Miguel y a ti también Pedro.

    Miguel Revuelta de Guzman

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