miércoles, 5 de octubre de 2016

LA LITURGIA DEL TRAJE DE LUCES. Saturnino Caraballo




LA LITURGIA DEL TRAJE DE LUCES




Bajadas las persianas

resalta la montera

sin luz en las ventanas

y el toro ya a la espera.



Entra el mozo de espadas

y al diestro le despierta

tardes acaloradas

de afición a la puerta.



El diestro se levanta

despereza y afeita

y algún temor espanta

si en triunfo se deleita.



El mozo en mano tiene 

la estrecha taleguilla

y una silla sostiene 

flamante chaquetilla.



Liturgia de la gloria

al embutir el traje

que tal vez haga historia

oculta en su ropaje.



Las medias son de seda

y a tono va el fajín

y al conjunto le queda

al cuello el corbatín.



Camisa con chorreras

luz en los alamares

brillantes las hombreras

que alejan los pesares.



Negras las zapatillas

topacio los tirantes

huyen las pesadillas

de toreros triunfantes.



Colgantes van los machos

que dicen del valor

y son yelmo y penachos

en campos del honor.



La coletilla puesta

probada la montera

ya tiene la respuesta

y toda duda fuera.



Ante el altar se inclina

que tiene improvisado

la intervención divina

nunca la ha desechado.



Con capotillo en mano

con el que hará el paseo

el torero va ufano

al coso del deseo.



Los trajes de la terna

del arte y de la muerte

viven la pugna eterna

del Dios reparta suerte.


Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho

14 comentarios:

  1. LOS ENCIERROS Y LOS TOROS DE ALMOROX
    "Debuté en Almorox y al día siguiente toreé en Cenicientos"
    Domingo Ortega

    Venía la afición de todas partes,
    al reclamo acudía la comarca
    y era pueblo genuino de la marca
    de toreros en ciernes con sus artes.

    Entre carros encontraban baluartes
    los mozos, del hatillo y de la albarca,
    y Domingo entre tantos se desmarca
    actuando en Cenicientos por descartes.

    Toreando en Tetuán, de las Victorias,
    conquista nuevos lauros nuevas glorias
    el toledano diestro de Borox.

    Se consolida y triunfa en Barcelona
    y del toreo empuña la corona
    Ortega, desde el coso de Almorox.

    Saturnino Caraballo Díaz
    Saturnino Caraballo Díaz

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  2. DE CARROS ERA AQUEL COSO

    De carros era aquel coso
    existente en Almorox,
    y el torero de Borox
    estuvo en todo animoso.
    Y un alcalde presuroso
    del cercano Cenicientos
    vio en el buenos argumentos
    para contratar a Ortega,
    que fue el alfa y el omega
    del toreo de portentos.

    Saturnino Caraballo Díaz
    El Poeta Corucho

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  3. LA GUARDA DE LA PLAZA DE TOROS
    POR NUESTROS ABUELOS

    Era tanta la afición
    que al corucho sustentaba,
    que a su plaza la guardaba
    de noche en magna ocasión.

    Cuando agosto era llegado,
    el quince era tradición,
    sin manda ni obligación,
    velarla sobre el tablado.

    La madrugada pasaban
    ya despiertos, ya dormidos,
    oyéndola los latidos
    que a su plaza acompasaban.

    Sobre la dura madera
    que formaba los tendidos,
    allí a los mozos fundidos
    contempló la Corredera.

    Como si temieran verla
    volando volatizarse,
    y al mismo tiempo esfumarse,
    se animan en sostenerla.

    Día de su fiesta grande
    en la procesión se integran,
    y con su entrada se alegran
    y se enarbola y se blande.

    Y calentado ambiente arde
    y comentarios abundan,
    y en Cenicientos secundan
    en ver al toro en la tarde.

    Saturnino Caraballo Díaz
    El Poeta Corucho

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  4. LA PLAZA DE TOROS DE LA CORREDERA

    Maderas, pilares, clavos, martillos,
    ensamblaban a sólidos tablones,
    trasuntos de pasión de unas pasiones
    con la entrada a la plaza en los bolsillos.

    Por allí rotación de coruchillos
    con la importunidad de moscardones,
    mimetizados con los corazones
    de unos innominados torerillos.

    La plaza iba tomando un sesgo en forma,
    que al ruedo le embutía torera horma,
    la Corredera acuífero sudoso

    de corucha afición en los tendidos,
    viendo a diversos espadas imbuidos
    del toreo de Ortega en aquel coso.

    Saturnino Caraballo Díaz
    El Poeta Corucho

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  5. PLAZA DE LA CORREDERA

    Plaza de la Corredera,
    bajo tablas la banqueta,
    allí la afición muy quieta
    atisbaba tras madera.
    Pilares eran frontera
    y de la plaza era aforo
    de aficionados a coro,
    que se echaban para atrás
    todos al mismo compás
    al embestirlas el toro.

    Saturnino Caraballo Díaz
    El Poeta Corucho

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  6. COLARSE EN LOS TOROS DE LA CORREDERA

    Gran afición por los toros,
    y admiración por toreros,
    abridnos los coladeros
    a coruchillos sin lloros.
    Y sin cobres, platas, ni oros
    para pagar una entrada,
    en la tarde afarolada,
    de la plaza de madera
    crisol de la Corredera,
    siempre una mano prestada.

    Saturnino Caraballo Díaz
    El Poeta Corucho

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  7. COMO DOS LOCOMOTORAS
    Dos toros en Cenicientos

    Como dos locomotoras
    lanzadas sin maquinista,
    dos toros sobre la pista
    del albero atronadoras.
    Las cabezas agresoras
    de dos toros encastados,
    se embistieron desmandados
    en ruedo de Cenicientos,
    y estremecieron cimientos
    los cornúpetos astados.

    Saturnino Caraballo Díaz
    El poeta de Cenicientos

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  8. LA DESCOMUNAL CABEZA DEL TORO
    (La estatua al toro de Cenicientos)

    La descomunal cabeza
    con las astas desplegadas,
    dispuestas a dar cornadas
    transmite su fortaleza.
    Son astas de la pureza
    que no admite tocamientos
    ni de emplastos fraudulentos,
    que por plazas proliferan;
    y a la fiesta la amaneran
    no caben en Cenicientos.

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  9. EL MIEDO INSUPERABLE DEL TORERILLO
    A Ángel María de Lera y sus "Clarines del miedo"

    Un torerillo en la plaza,
    en la plaza de madera
    que estaba en la corredera
    desesperado se emplaza.

    Asido por la tenaza
    del refugio en la barrera,
    y gritos:de fuera, fuera,
    frena el pavor y atenaza.

    Aferrado al burladero
    con la angustia en la mirada,
    con el toro en el anillo.

    vio su momento postrero
    y su carrera frustrada,
    amargado y amarillo.

    Saturnino Caraballo Díaz
    El Poeta Corucho

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  10. AURELIO CALATAYUD
    EN CENICIENTOS CON LA GARROCHA

    Principios de los sesenta:
    os refresco la memoria
    en Corredera de gloria
    sorteaba a la osamenta.
    Al toro y su cornamenta
    le abría sendero y trocha
    a res apretada y brocha,
    y la citaba de largo
    salvándonos del letargo
    Aurelio con su garrocha.

    Saturnino Caraballo Díaz
    El Poeta Corucho

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  11. ARTIMAÑA TAURINA OCURRIDA EN CENICIENTOS

    Toro encerrado en toril
    aguardando la corrida,
    le observaba un alguacil
    a la llama de un candil
    preludio de amanecida.

    Aquel acto presenció
    el empresario fullero,
    y al pronto se le ocurrió
    en algo que le inspiró
    poder ganar más dinero.

    Y abordó a un ganapán
    que se hallaba a su servicio:
    -Las estrellas luz no dan
    y los coruchos no están;
    de este hacemos beneficio.

    -Me ayudas y entre los dos
    le tiramos al toril,
    y pagará todo dios
    cual corderitos en pos
    a ver muerto al alguacil.

    Pasados del dicho al hecho
    al alguacil agarraron
    por las piernas por el pecho,
    y con giba y contrahecho
    del susto le enderezaron.

    -No resistas, condenado,
    y en el pueblo habrá un desfile
    por verte bien corneado
    junto al cornúpeto astado
    que te ha dado matarile.

    El alguacil aterrado,
    les propinó un empujón
    y corriendo desalado
    a aquel dúo desalmado
    el pueblo tiró al pilón

    Saturnino Caraballo Díaz
    El Poeta Corucho

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  12. ALELUYAS TAURINAS DE LOS CORUCHOS

    Entrada de los toros
    llevo en la mano,
    ¡que alegría tan grande,
    torito bravo!
    ¡Aleluya!

    Colmada está la plaza
    de espectadores,
    en el sol y la sombra,
    Virgen del Roble
    ¡Aleluya!

    Torito, te persiguen
    en otros lares,
    y aquí culto te damos,
    coruchos graves,
    ¡Aleluya!

    Bota de vino al hombro
    la llevo llena,
    de una viña que tengo
    por la Chorrera.
    ¡Aleluya!

    Olés y pasodobles,
    bellas faenas,
    y aplausos del tendido
    que el viento lleva.
    ¡Aleluya!

    Las mulillas arrastran
    la res postrera,
    y en casa nos aguarda
    merienda y cena.
    ¡Aleluya!

    Saturnino Caraballo Díaz
    El apoeta Corucho

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  13. LOS HIJOS DE MORENITO EN LA CORREDERA

    Dos eran los hijos de Morenito,
    José Luis mayor, precede a Gabriel
    pálido Gabriel, José oscura piel
    que en Cenicientos marcaron un hito.

    Vibrante un clarín, vuela al infinito
    se entreabre el portón, que angosto es él,
    y asoma un eral del umbral aquel,
    encastado y bravo y comienza el rito.

    Se abren las capas sobre el pardo suelo,
    en la dura tierra huérfana de albero
    la voz que aconseja es la de un torero

    Morenito padre atrapada al vuelo
    de una fina loza hecha en Talavera
    que durante años vio la Corredera.

    Saturnino Caraballo Díaz
    El Poeta Corucho

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  14. LOS MULILLEROS EN LA CORREDERA

    Las mulas enjaezadas
    con bandas y banderines
    y vistosos collarines,
    ¡helas aquí preparadas!
    Mulas de trillas y aradas
    traían los mulilleros,
    herradas por los aceros
    de los herrajes coruchos,
    que arrastraban los moruchos
    toros, muertos por toreros.

    Saturnino Caraballo Díaz
    El Poeta Corucho





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