Comer un racimo de albillo es una manera más de sentir Cadalso.
Cada año al llegar agosto, dicen que para la Virgen ya están maduras, necesito sentir el tacto de los racimos de albillo, reconocer el paisaje cadalseño que desde siempre atesora esta variedad de uva, escasa pero exquisita, notar en mi boca su dulce sabor y sentir el calor de la mañana veraniega.
He alzado los ojos para ver y dejar que la Sierra de Lancharrasa entrara en mi, mientras el sol acariciaba los racimos carnosos y jugosos de dulce albillo, han desfilado ante mi momentos contenidos de emoción que el silencio del lugar ha invadido de pesadumbre, son y han sido tantos los personajes cadalseños que por aquí han trajinado, que todavía puedo escuchar sus risas, sus voces y sus maneras, y es que para mi hoy el campo de Cadalso está falto de caricias, casi huérfano.
El silencio se desliza sobre las hojas de las cepas, las uvas me fascinan y me llenan de alegría, hoy vuelvo a estar aquí, hoy me siento más vivo y cadalseño, pero no sé hasta cuándo será esto posible, el albillo está en retroceso, yo diría que en extinción.
En las noches el silencio de Cadalso se sumaba al eco de las viñas, en las madrugadas de aquellos veranos retumbaban los cascos de las caballerías que se mezclaban con las respiraciones de sus caballeros, el sol procedente de la Peña comenzaba a iluminar Lancharrasa y las luces dejaban ver en los frescos amaneceres las cuidadas y amadas viñas, nada rompía la tranquilidad, todo estaba controlado, eran aquellos días de vendimia del albillo.
Entre la Peña Muñana y La Sierra de Lancharrasa se han escrito miles de historias cadalseñas, se han reproducido momentos y situaciones que encendían la vida del campo cadalseño, hoy cuando casi todo está amenazado, todavía existen algunos seres casi anónimos que continúan escribiendo la historia de Cadalso, sólo son unos pocos, pero el protagonista principal de esta historia de hoy, como lo fue de aquellas otras del pasado, sigue siendo el albillo.
Zorro Corredero
Fotos: Archivo Fotográfico Pedro Alfonso
Aki tengo unas pokitas k me han traído, k pena k las k traía mi padre tan ricas de la viña de las Mariscalas más buenas, k recuerdos Pedro
ResponderEliminarChelo Villarin Recio
Desde luego que es una pena que se vayan perdiendo.
ResponderEliminarEn unos pocos años quedarán cuatro viñas, eso con suerte.
Pedro, disfruta de esas uvas tan buena, que las viñas van desapareciendo de muchos pueblos. Un saludo.
ResponderEliminarJose Marcos
Desde luego que lo hago y es todo un placer saborear unos buenos racimos de esta variedad de uva.
ResponderEliminarUn saludo
Como sabes tocar en lo más cadalseño, esto siempre llega, el albillo y los sentimientos.
ResponderEliminarMariano
Sensaciones, placeres y recuerdos vuelan alrededor de las uvas de albillo.
ResponderEliminarInés
Esa era la uva que más le gustaba a mi amado esposo, de ese su precioso pueblo de Cadalso de los Vidrios. Hace 2 años y medio que ya no las puede tomar porque, se ha ido al Cielo
ResponderEliminarMaria Eugenia Blazquez
El albillo está buenísimo y puedes tener la seguridad que allá arriba también existe y tu querido esposo podrá seguir disfrutando de su sabor.
ResponderEliminarUn saludo