CARICIAS ANTIGUAS. EXPOSICIÓN ETNOLÓGICA
CADALSEÑA DE PEDRO ALFONSO JERÓNIMO
Por una senda van los cadalseños,
que es la sagrada hora del regreso,
con la sangre injuriada por el peso
de primaveras, veranos, otoños e inviernos.
Vienen de los cotidianos esfuerzos sobrehumanos
y van al reposo, y van a las caricias,
y van dejando por el aire impreso
un olor de herramientas y de manos.
que es la sagrada hora del regreso,
con la sangre injuriada por el peso
de primaveras, veranos, otoños e inviernos.
Vienen de los cotidianos esfuerzos sobrehumanos
y van al reposo, y van a las caricias,
y van dejando por el aire impreso
un olor de herramientas y de manos.
Este es un poema de Miguel
Hernández que he adaptado para la ocasión porque me parece lo
suficientemente ilustrativo de lo que significa para los cadalseños, fundamentalmente para los más veteranos, todas las
piezas contenidas en esta Magistral Exposición Etnológica. Estas
herramientas y artilugios son la memoria viva de un tiempo que no volverá. Estos
objetos nos brindan la oportunidad de darles ese penúltimo abrazo que siempre
nos faltó regalarles a aquellos familiares y convecinos que se nos fueron.
Pedro es consciente de
ello y de la cantidad de cosas buenas que les debemos y, al cabo, sensible él siempre
a todo lo relacionado con Cadalso,
nos inculca esa posibilidad de lo nuestro. Estos trebejos son caricias que teníamos
atesoradas, caricias antiguas, caricias viejas de antes de esta época que nos facilita
la comodidad pero nos enfría el sentimiento. No son caricias olvidadas. Jamás
lo estuvieron ni lo estarán. Son aprecios compartidos como la lumbre y el
puchero. Afectos que teníamos guardados esperando esta ocasión para que mientras
contemplamos la albarda, el vasar, la
narria, las trébedes, las albarcas, el ramal, la traba, el yugo… plantarles
disimuladamente una caricia que les
llegará milagrosa al rostro de nuestros paisanos ya desaparecidos.
Todo esto formó parte de nuestras vidas, nos alimentaron, nos
inclinaron sobre la tierra, nos elevaron sobre las plantas y los árboles… Nos
sirvieron de horizonte cuando en las madrugadas de la niñez oíamos desde la
cama el ruido acariciante de los cascos de las caballerías surcando nuestras calles
tan pobres. Las generaciones actuales no pueden saber lo que era ese
inquietante y a la vez bello sonido. Aprovechábamos entonces para darnos la
vuelta y arrebujarnos entre las sábanas con infinito placer mientras
pensábamos: “Ahí va mi abuelo, mi padre
o el tío fulanito al campo…” Y poco a poco se alejaba el repiqueteo hasta
devenir en un conocido susurro de duermevelas infantiles. Eran el eco del día
que comenzaba a resonar y que las mantas bondadosas nos amortiguaban. Fijaos cuán
presentes tendré estos enseres cuando mi propio padre murió agarrado a uno de ellos: el azadón. Una tarde agosteña regaba
su humilde huerto de La Vía con un
motor Piva que derramaba a la tierra por igual agua y amor. En un instante se
reclinó lento sobre el cantero y se aferró al mástil del azadón, cerró después dulcemente
los ojos y se quedó para siempre dormido en aquel melancólico atardecer. Y eso
fue todo. No hizo mal a nadie como buen cadalseño
que era. Únicamente acabó un poco deshecho el surco donde yacía con su asombrada
mirada dirigida hacia el arroyo Tórtolas.
Pedro Alfonso Jerónimo, como tantos de nosotros, habitó
en esos momentos de los que sólo nos queda la memoria que estos útiles nos
devuelven. Vivíamos acompañados de ellos y eran tan habituales que no
imaginábamos que al verlos hoy cobrarían ante nuestros ojos esta magia fascinante
que entonces desconocíamos. Nadie quedará insensible observando estos jirones
de nuestras vidas. Y todos los miraremos con ternura, estremecidos, con pena… Al
final, los trozos de sueños que ahora aparecen diseminados por esta Casa de Los Salvajes los ordenaremos
sobrecogidos en los anaqueles de nuestros corazones.
Estos bienes eternos nos unen en el cariño, nos igualan en la
humildad, nos hacen mejores personas. Recordemos que, a pesar de algún
desencuentro, los cadalseños siempre
salimos adelante con ese afán de superación infatigable que nos hacía apretar
los dientes y los puños ante la adversidad. Ese coraje que nuestros paisanos
sembraban con su sudor en esta tierra que nos vio nacer nos dignificó. Nunca
olvidaremos de dónde venimos porque la mayoría nacimos acurrucados entre estos
utensilios a guisa de pañales. Pedro
nos ofrece generoso la ocasión idónea de avivar con ellos los más hermosos recuerdos,
al tiempo que le damos rienda suelta a nuestras emociones contemplando lo que
queda de lo que fuimos.
Miguel MORENO GONZÁLEZFotos: Pedro Alfonso
Hasta el 16 de agosto tienes tiempo de hacer una visita.
Oficina de Turismo-Casa de los Salvajes
Cadalso de los Vidrios
Bonita entrada recordando de donde venimos muchos cadalseños.
ResponderEliminarGracias. Un cadalseño
Maravilla de entrada, muchas gracias, me he acordado mucho de mis suegros
ResponderEliminarGracias a Pedro por la exposición, gracias a Miguel por poner todo ese sentimiento en su visita. Esta entrada da todos los argumentos a los que queremos que en Cadalso se dedique un rincón, o un pequeño edificio, a museo Etnográfico de la localidad, y como homenaje a los que con su humildad y su trabajo construyeron lo que Cadalso es hoy.
ResponderEliminarJavier Perals.
ResponderEliminarGracias Pedro por tus buenos reportajes, y recuerdos para nuestros antepasados.
Jose Cortes Tordesillas
ResponderEliminarMuchas gracias a vosotros por dejaros encantar con la etnografía cadalseña. Cada uno de estos objetos o aperos es una historia vivida de Cadalso y de muchos pueblos de España,es algo que nunca debería perderse y debemos conservar.
Un abrazo
Debe ser el Museo de Cadalso no? Un abrazo.
ResponderEliminarSalvador Salazar Nieto
Allí estaremos un
ResponderEliminar
ResponderEliminarSalvador, no, no es un museo de Cadalso, es una exposición temporal.
Un abrazo.
Pedro gracias por este relato tan completo y verídico conforme lo leí voy regresando a mi niñez que recuerdos!!!
ResponderEliminarCarmen Frontelo Morales
Bueno, como veo que te gusta, ya te lo enseñaré un día que vengas a Cadalso. Un beso.
ResponderEliminarPedro, me ha gustado el relato y las fotos.
ResponderEliminarJose Marcos Gracias
Un placer que te haya gustado.
ResponderEliminarUn abrazo
Fue muy bonito sigue con los recuerdos besos pedro
ResponderEliminarMarce Carrillo López
Gracias Marce. Besos.
ResponderEliminarHermoso y conmovedor cada uno de esos objetos tiene su historia de nuevo felicitaciones
ResponderEliminarZaida Inojosa
Gracias Zaida, cada una de estos aperos y útiles tiene su historia, siempre unida a Cadalso y los cadalseños. Un saludo.
ResponderEliminarBuena exposición iremos a visitarla
ResponderEliminar"¡Las herramientas que muestras
ResponderEliminarde un tiempo finiquitado,
a nuestros mozos demuestras
no ser cantinelas, nuestras,
y es de estos pueblos,legado!".
ESTA ES MI CALLE
Esta es mi calle, aquí vedla plasmada,
donde viví la infancia de mi vida
originario punto de partida
de expedición de lucha y de cruzada.
Imaginadla envuelta en llamarada,
de alegría de niños encendida,
con silla de espadaña adormecida
en la acera en la noche sosegada.
Enfrente de mi casa, los terneros
de Luis y Nieves en corral de vacas
el grano y paja sito en los graneros.
Del carro de varales las estacas,
donde Isabel la leche de cabreros
y los padres de Aurelia en las hamacas.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
EL JUEGO DEL ARO
ResponderEliminarCorre desde la Plazuela
trazando circunferencias,
sin aplicarle más ciencias
al ingenio que no vuela.
Con el cerco de un caldero
y de guía un grueso alambre,
nos impelía un calambre
imperioso y tesonero.
Correr, correr y un sudar
como sudan los potrillos,
con aros grandes y arillos
compitiendo sin parar.
Y siendo guiado entre alardes
por estrechos vericuetos,
¡aro amigo de secretos,
qué fueron de aquellas tardes!
Habilidad y reflejos
y velocidad de piernas
de las carreras eternas
sin pies cansados y viejos.
Y de la sangre bullicio
corriéndonos por las venas,
y no conociendo penas
en libertad ejercicio.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
Conjurar recuerdos y adornarlos con la imaginacion no es complicado.. expresarlo con acierto es un arte.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muy bonito es lo tuyo
ResponderEliminarAna Diaz