Una flamígera espada te traspasó el corazón: Gabriel de la Anunciación te la ensartó nacarada. La imperativa llamada de al Mesías dar a luz, te vistió el blanco capuz de ver su padecimiento su agonía y su tormento afrentosa en una cruz.
La blanca cruz de la cima que corona la montaña, el sol y la luna baña y no permiten que gima. A ti, que el cielo sublima cruz eterna, cruz divina, venerable en la colina e inseparable de Dios, áseme y llévame en pos de la voz que me ilumina.
UNA FLAMÍGERA ESPADA
ResponderEliminarUna flamígera espada
te traspasó el corazón:
Gabriel de la Anunciación
te la ensartó nacarada.
La imperativa llamada
de al Mesías dar a luz,
te vistió el blanco capuz
de ver su padecimiento
su agonía y su tormento
afrentosa en una cruz.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
LA BLANCA CRUZ DE LA CIMA
ResponderEliminarLa blanca cruz de la cima
que corona la montaña,
el sol y la luna baña
y no permiten que gima.
A ti, que el cielo sublima
cruz eterna, cruz divina,
venerable en la colina
e inseparable de Dios,
áseme y llévame en pos
de la voz que me ilumina.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho