martes, 18 de noviembre de 2014

Cadalso, los níscalos y los cadalseños.


Los pinares, los níscalos de Cadalso y los cadalseños.




El otoño es la época de coger níscalos, también llamados míscalos en Cadalso. Todo es satisfacción si nos decidimos a recolectar níscalos, porque el momento, el lugar, los acompañantes y ese aura que desprende Cadalso, nos producirá una serie de placeres que iremos descubriendo en cada rincón y en cada situación.

Los pinares cadalseños están bien conservados, son espacios donde la vida animal y vegetal sigue su curso desde hace siglos, siempre en estado de alerta por las amenazas que todos conocemos, la principal los incendios veraniegos que tantos estragos han producido y siguen ocasionando a nuestro pinares. Pero elijamos uno de los muchos pinares o pinarillas que rodean Cadalso, adentrémonos para comenzar a disfrutar. 




Cualquiera de ellos es lugar placentero para el paseo, la observación y si además es época de setas, para la recolección de multitud de ellas que se crían cada año, más si las lluvias y el sol han estado presentes.
De todas las setas es sin lugar a dudas el níscalo el más común y fácil de reconocer. Desde siempre no hay cadalseño sin distinción de edad, que no sepa distinguir esta especie tan apreciada y abundante de nuestra floresta.




El Lactarius deliciosus es una seta de fácil identificación por su color anaranjado, presenta zonas más oscuras en las zonas concéntricas y en cuanto se roza o envejece se tiñe de verde. 





Al principio es semiesférico pero a medida que crece se va extendiendo, suelen crecer en pequeños grupos, "ranchos" se les denomina en Cadalso, donde los encontramos de distintas medidas, intentando siempre dejar los más pequeños para otra ocasión.





Adentrase en el pinar es oler a campo, es dejarse envolver por olores como el que desprenden las jaras, el cantueso o el tomillo, es sentir que la vida fluye cada día. Escuchas al cuco que canta en un señorial y centenario pino, ves volar a los rabilargos ( en Cadalso rabilengos ) en grupo buscando comida, te detienes ante el ruido de una ardilla que vuela de pino en pino, y hasta puedes tener la suerte de quedarte paralizado ante la presencia de un zorro, o una garduña. Es sin más y desde hace tantos siglos, la vida de nuestros pinares, la atracción de su belleza y la sensación de sentirnos libres y salvajes.




En nuestro caminar encontramos otros personajes que al igual que nosotros se han sentido atraídos por la frescura del pinar, por la emoción de encontrar los apreciados níscalos.Y te paras, hablas con ellos, te cuentan su destreza para localizar esta o aquella seta, mientras el perro inquieto y a la vez salvaje, corre de un lado para otro, es feliz, está en su habitat y quiere jugar contigo.




El pie y las cánulas nos asombran, acaso hay algo más bello en un níscalo que esas cánulas o filamentos tan bien ordenados y tan perfectos? No, es algo digno de ver y de observar, como también lo puede ser el encuentro con otro personaje de la vida cadalseña, un experto buscador de níscalos qué sabe dónde y cuándo se deben buscar. 





Pero no hace falta ser un experto para localizar níscalos, y la prueba la tenemos en otros personajes de la vida cadalseña que con poca experiencia en alguno y nula en otro, los encuentran grandes, buenos y jugosos. Aquí, donde el monte se enseñora entre las copas verdes de los pinos y el azul del cielo, unos sencillos humanos se dejan llevar por la pasión y el regocijo de la búsqueda de unos níscalos, a veces más por el momento que por la seta, más por el placer de su rastreo que por la posterior degustación.




Las manos, una navaja y la vista es todo lo que se necesita, también la compañía de otros amigos que gritan ante el descubrimiento de un  rancho, de  paisanos  que se  cruzan en  las sombras del  elevado pinar, que miran y preguntan o responden, porque aquí si es verdad que todo es de todos.






Una mirada a los níscalos recién  cortados donde destaca la perfecta circunferencia de unos de ellos, las lomas que juegan con un horizonte que esconde rincones placenteros de nuestra tierra, lugares acogedores donde la vida y el trabajo siempre han estado unidos desde los tiempos. Desde aquí, asentados en el Risco del Grajal, con la Garganta del Boquerón a nuestros pies, más allá las tierras bañadas por el Tórtolas, a la izquierda Peña Halcón y a nuestra derecha mirando a lo lejos la Granjilla y la Aguenfría, uno se siente libre, inmenso, placentero.




Lo que empezó como un paseo, se ha convertido en búsqueda de níscalos y ha terminado en observación de nuestro paisaje, por qué acaso debemos dejar unas cosas si podemos hacer todas a la vez. En estos espacios se puede disfrutar del vuelo del buitre leonado, del salto de la ardilla ( Jarda ), de la carrera de la lagartija, de los níscalos y por supuesto de los paisajes que se pierden en el infinito.
Si a todo esto le añadimos una buena compañía y los encuentros casuales que el pinar nos puede deparar, habremos pasado un grato espacio de tiempo disfrutado de lo más cercano, de lo nuestro y de Cadalso.
Y para terminar esta foto donde podemos ver las cientos de esporas que esconden las cánulas, las cuales al desprenderse y caer en la tierra volverán un año más tarde a brotar formando estos grandes y exquisitos níscalos.



Zorro Corredero
Fotos: Archivo Fotográfico Pedro Alfonso

10 comentarios:

  1. Muy eológico....... lo del cubo y la bolsa. Efectivamente, saben como se deben de coger los niscalos. Espero que estas fotos las vean los forestales y tomen las medidas necesarias.

    ResponderEliminar

  2. Por que siempre buscais lo peor en cada momento. Parece que os jode y mucho cualquier cosa que no haces tu, si conoces a los autores habla con ellos, tal vez no sepan que las bolsas y los cubos no son buenos para coger niscalos por lo de las esporas.

    ResponderEliminar


  3. Que llamen a los forestales y tomen las medidas necesarias, que miedo. Los anónimos siempre estan amanazando pero ninguna da la cara y dice quien es, asi se hace patria y pueblo.

    ResponderEliminar

  4. Maria Jose Buruchaga dijo:

    Qué hermosura de níscalos y de pinares!!!

    ResponderEliminar
  5. Muy bueno el reportaje Pedro, muy buenas esas fotos indicando el perfecto corte con la navaja, lo que permite que el hongo siga desarrollándose por abajo, y la foto de las esporas.
    Lo de la bolsa de plástico, accidental, no será ecológico, pero tampoco vi ningún destrozo. Un abrazo. Javier

    ResponderEliminar
  6. Como no se hace Patria ni Pueblo es abundando en los errores. Creo que dos "niscaleros" esperimentados como los de las fotos deberian saber de sobra como recolectar los mismos. No te parece?

    ResponderEliminar

  7. A lo mejor es que no tiene cesta, ja,ja,ja

    ResponderEliminar
  8. Veamos, lo de las bolsas no es que sea malo y cómo para llamar o chivarse a las "autoridades" ....jajjaja
    Lo malo de las bolsas es que se rompen entre sí y se ensucian, además de que no se esparcen las esporas- Lo ideal son cajas o cedazos aireados o cubos agujereados con los que dejar que sus esporas contribuyan a esparcirse mientras se anda de caza. Un cubo bien agujereado con un taladro del 13 por todas partes también vale, por su base, y por su cuerpo, de manera que bien asentados laminillas abajo se procure en su recolección este menester.

    Las bolsas no son muy filomicológicas y no tienen buen criterio entre los buenos recolectores de hongos ya que especialmente de destruyen entre sí y aplastan (te iba a escribir "esmagan") durante su recolecta...Además se ensucian y hace que el que las porte tenga poco carisma campero. Pierden mucho o bastante de su, de su, de su....Un mero, un mero jajaj. Nunca debemos portarlas así ya que da una sensación más de rapiña y codicia que de una persona buen funguero o setero....
    ¿Y las cestas? Bueno, fueron un recurso en sus tiempos y lo siguen siendo, aunque no el único. Son pesadas, muy pesadas las de mimbre, las de otros materiales. Pero si deseamos unas cesta ligera y dónde quepan bastantes, mejor la de tiras de castaño curado; ligeras y resistentes y no tienen que ser aparatosas. Por el noroeste las hacen cojonudas.............

    No se deberían coger más (cuándo los hay) de una cesta por persona o unos dos a tres kilos y permitir que los demás puedan siempre recolectar igual; de forma que todos se lleven un poco y no sólo unos todo. Además, nunca más de lo que en una tarde se pueda limpiar ya que dan mucho trabajo y en el mismo tiempo en que se han recolectado.

    Una cosa es disfrutar de la búsqueda -gran título- y otra es esquilmar la tierra.

    la navaja está bien, pero antes una "brochada" con cerdas por encima para retirar la hojarasca y a la caja siempre con las laminillas para abajo.

    A diferencias de otros hongos, los níscalos o míscalos o mízcalos o nízcalos también s puden recolectar con un tenedor sin necesidad de ese corte que le proporciona la navaja. El tenedor es capaz de sesgar su estípite hueco sin arrancarlos y deja siempre su base unida al micelio que continúa micorrizando con la jara o con el pino que lo vio crecer y con el que mantiene una gran amistad montera o montuna.

    Debajo de una jara yo dejara un sanguífluus lactario que por pequeño tamaño mayor sería enllegando la próxima semana....Dice un dicho que las setas son comestibles al menos una vez en la vida...Y eso es muy cierto, cómo dios.


    Pedro, lo que más me gusta es el perro rascándose y con esa expresión tremenda parece que se está burlando de su patrón.....jajajajajaj

    La foto es formidable, no la retires nunca. El perro es la hostia en verso,,,jajajajajaja

    Bueno, Pedro, me he divertido mucho con los comentarios y el guardia anónimo que se chiva a los forestales. Pero lo del perro es para mearse de risa....Qué buena foto. ES genial. ¿Se había tomado un hongo o un tripi?
    Un saludo enorme, pues eso.
    Un abrazo

    ResponderEliminar
  9. LOS MÍSCALOS DE CENICIENTOS

    Míscalo placer rosado
    de exquisito paladar,
    extendido en el pinar
    buscándote ensimismado.
    Eres tesoro anhelado
    cuando descubro un rodal
    en el paisaje otoñal,
    levantando las agujas
    en mágicas horas brujas
    en el pinar ceniental.

    Desde las Peñas te extiendes
    bajando hacia el "Cornetal",
    cual hongo piramidal
    te deslizas y desciendes.
    Por "Pera Pérez", asciendes
    y ocupas la "Pinarilla",
    la que es trono y es la silla.
    Cabeza del "Terremote",
    escalado siempre al trote
    de niños de maravilla.

    Subes al "Cerro Castaño",
    reptando por su ladera,
    contemplando una reguera
    seca y muerta para el baño.
    Míscalos de los de antaño,
    en bajada por los riscos
    que conocieron pedriscos,
    entre pinos centenarios
    de los coruchos muestrarios
    de sus rebaños y apriscos.

    Bordeas a Cenicientos
    internándote en el "Hoyo",
    le das arrullo y apoyo
    y esporas y sedimentos.
    Produces gratos momentos
    y eres tierno y delicado,
    y delicioso bocado
    fugacidad sensorial,
    de hongo breve y virginal
    nacido en bosque encantado.

    Saturnino Caraballo Díaz
    El Poeta Corucho

    ResponderEliminar