martes, 25 de febrero de 2014

Un paseo nocturno por Cadalso. De la Plazolilla de Abajo al Callejón del Tío Ricardo


            De la Plazolilla de Abajo al Callejón del Tío Ricardo


    Plazolilla de Abajo

Aquí nos quedamos en el anterior paseo nocturno, que nos llevó desde la Corredera a la Plazolilla de Abajo, y aquí comenzamos este nuevo paseo por nuestras cadalseñas calles, algo vacías por la hora y el mes, pero siempre llenas de grandes recuerdos y mejores historias de ayer y de hoy.


                          Calle Carretas   

Nuestro recorrido de hoy nos va a llevar desde la Plazolilla de Abajo al callejón del tío Ricardo o de la Felipa, que ambos nombres ha recibido este corto y antiquísimo callejón desde siempre, aunque hoy en día los más jóvenes no recuerden nada de estos dos personajes de nuestro pueblo.
Y nada más abandonar la pequeña Plazolilla nos adentramos en la calle más estrecha de Cadalso, la llamada calle Carretas, aunque yo creo que por aquí no cabe ni la carreta más pequeña que jamás haya existido en Cadalso, muy pequeña tendría que ser. En la esquina de esta calle existió durante muchas décadas un bar llamado Sevilla, y decían los más mayores que aquí se tiraban las mejores cañas de cerveza de la época. Eran los primeros años de la llegada de la cerveza a Cadalso, y en ésto el bar Sevilla fue uno de los pioneros en servir las primeras cañas, que tiradas por Julián "Monarillo" sabían a gloria.




Al salir de la calle Carretas tomaremos durante un pequeño trozo la calle Real para rápidamente girar a la izquierda y adentrarnos en la calle del Coso. Esta calle es una de las más antiguas de Cadalso, lugar de nacimiento de muchos cadalseños y cadalseñas en las primeras décadas del siglo pasado, calle alegre, llena de vida y de muchos vecinos que habitaban las pequeñas y agrupadas casas que durante años convirtieron esta calle en una de las más populares de Cadalso. Nunca ha conocido negocio alguno en esta calle, bueno, la tienda de Juanito "Carabaña" y la Virgilia estuvo en la misma esquina con la calle Real, también recuerdo a Enrique el practicante, que ponía aquí en la casa de sus padres, las inyecciones. Tengo un agradable recuerdo de las granadas que por octubre vendía la "Colasina", éstas estaban mucho mejor que las inyecciones de hígado que te ponían cuando estabas algo débil, joder lo que dolían.
Hoy, al final de esta calle, existe un negocio rural llamado Ermita de Santa Ana, aquí puedes dormir con la tranquilidad que da este solitario lugar viendo la iglesia iluminada, precioso, y además puedes degustar unos exquisitos platos que Trini hace con todo cariño y experiencia y que están para chuparse los dedos, sin olvidarnos de la buena conversación de Alfredo sobre Cadalso y no digamos sobre los toros, todo un entendido.




Y por la calle del Coso, una vez pasada la Solana, llegaremos a la calle de Santa Ana, donde según cuentan nació Cadalso, por aquellos años llamado las Ventas de Santa Ana. Es Santa Ana una calle también muy antigua, y lo mejor de todo es que apenas ha cambiado en los últimos siglos. Desde una puerta que parece ser de la antigua muralla, hasta la de la iglesia de Santa Ana, pasando por los últimos vestigios de la fabrica de vidrios que tanta fama dieron a Cadalso durante siglos, esta calle tranquila y sin apenas tráfico nos transportará a otros tiempos, a mi personalmente a los tiempos en que funcionaban unas cuantas bodegas y la calle se llenaba de caballerías cargadas con la uva. Mi paso por esta calle me retiene un buen rato para hablar con esa familia cadalseña de gitanos que llevan aquí años y que tras la desaparición de los más mayores, ahora son comandados por Ramón y la Esmeralda. 




En la esquina tomo a la izquierda el Callejón de la Iglesia con una preciosa vista de nuestra Iglesia de la Asunción al fondo. La esquina es parte de la fachada de la antigua fabrica de vidrio desaparecida a primeros del siglo XX, en ella se reflejan los siglos en la belleza desnuda de sus piedras de granito cadalseño tallado a base de golpes de maza y puntero, sólo modernizado por esa baldosa que indica la dirección del Camino de Santiago a su paso por Cadalso. 




Y con la mirada fija en la torre de la iglesia llegamos a la mitad del Callejón de la Iglesia, lugar desde donde arranca ese otro callejón mucho más callejón si cabe y que recibe hoy y siempre el nombre de Callejón del tío Ricardo o de la Felipa, nombres que le vienen dado por ser estas dos personas habitantes de este lugar durante años. El tío Ricardo fue, y lo sigue siendo en la memoria de muchos cadalseños de la época, un gran hombre de enorme bondad que se ganó el cariño de todo el pueblo por su solidaridad y buen corazón. Sus toros, sus fincas y sus buenos caballos eran un signo de identidad de aquel Cadalso ganadero y torero de principios del siglo XX. Recuerdo al tío Matías que siempre trabajó con él, decir aquella frase que le llenaba de orgullo, "menudos cabaaaallos tiene el tío Ricardo", para terminar con esa frase tan suya, que jamás comprendí y aún hoy sigo sin comprender, que decía "ay que coña de macotera, me cago en la vi llorando". La Felipa fue otro personaje que aunque de distinta manera también llegó a calar en lo más hondo de todos los corazones cadalseños, su puchero, su verruga en forma de higo sobre su hombro y sus canciones populares fueron famosas en un tiempo en el que Cadalso recibía pocas influencias de fuera y lo nuestro era mucho más apreciado. Oírla cantar la canción "El  Palacio se ha quemado" era todo un placer que nos llenaba de orgullo y emoción, y todo por una peseta.




Hoy el Callejón sigue siendo un lugar lleno de misterio por el que pocos pasan, sus paredes de piedra con el marco de la puerta enjalbegado, nos sirve para saber que hubo otros tiempos diferentes a los de hoy, que los coches no existían y que las caballerías y los carros eran el medio de transporte mas veloz, eficaz y necesario. El Callejón vive de recuerdos, y a día de hoy en pleno siglo XXI sigue conservando su aspecto medieval, donde destaca su estrechez, tanta, que todavía hoy no ha habido coche que haya sido capaz de rodar entre estas viejas paredes de piedra, o al menos yo no lo he presenciado.




Y en el Callejón termina este efímero pero reconfortante paseo por unas calles de Cadalso ancladas en su pasado y en su historia.


Zorro Corredero
Fotos: Archivo Fotográfico Pedro Alfonso

7 comentarios:

  1. Gran reportaje cargado de emociones y bellas fotos.

    Un saludo.
    Inés

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  2. Me encantan tus fotos nocturnas de Cadalso. Le dan un ambiente al pueblo que no lo tiene de día, son íntimas y entrañables.
    Me ha gustado tu entrada, vas acercándote a la perfección. Te faltan unas clases prácticas. :-)

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  3. Gracias por todo lo bueno de vuestros mensajes. Y ojalá nunca llegue a la perfección, eso sería una especie de final, lo mejor es ir cada día superándose un poco más y divertirte con lo que haces. Piensa que siempre los hoy mejores que tú, y también muchos que son perores y ahí están.

    Clases, para qué? Lo mejor es dejarse llevar y sentir lo que amas y te gusta lo más cerca para hacerlo bien.

    Un abrazo.
    Pedro.

    Y a ver si nos tomamos ya esas cañas. Escríbeme, lo necesito.

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  4. La fotos tiene algo que no tienen en la realidad ni de día ni de noche. Parecen de hace años o de un pueblo más antiguo.

    Muy buenas Perico.

    Mariano

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  5. La entrada rezuma poesía por los cuatro costados. Es la belleza desolada de un pueblo desierto en invierno.

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  6. Precioso el Post, Pedrito, unas fotos que nos llevan, como bien dice Mariano, a un pueblo medieval, y el texto, un compendio de recuerdos entrañables de personas, vivencias y situaciones ancladas en los años sesenta cuando, aun niños, correteábamos y jugábamos felices por estos lugares. Además, la de Carretas era la calle de mi querida abuela Virgilia y fué, en los años de internado, lugar de partida y llegada en cada viaje a Madrid.

    Un abrazo. Balta

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  7. Gracias a todos por vuestros emotivos mensajes, pero que puede levantar más nuestras emociones que esas imágenes de nuestra vida reflejadas en las calles que siempre nos vieron crecer, en los personajes que la memoria nos trae con cada recuerdo y en el pasado convivido junto a los nuestros.

    Un abrazo.
    Pedro

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