Como pasar el tiempo en una playa
Acabas de tomar un desayuno de esos que tanto llenan en los hoteles de la playa, huevos con beicon, algún que otro embutido, queso claro está, zumo de naranja, luego algo de fruta, y para terminar un café con leche y ni se sabe cuantos bollitos o tostadas con su correspondiente mantequilla y mermelada, ufff no puedo más. A continuación toalla y playa, tumbona, sombrilla y mucha cremita por aquello del melanoma de los...de la piel, que tanto se anuncia en estos tiempos y siempre provoca gran miedo entre la población.
Dónde se ha metido la gente? te preguntas al ver este panorama, luego te tumbas y comienzas a ver el mar, el mar es algo que atrae mucho, pero mucho, puedes estar horas como un tonto mirando al mar y ni te enteras, sólo cuando la garganta se te queda seca y el cerebro comienza a pensar, te das cuanta de que tienes mucha sed, es entonces cuando puede que abandones tu honorable hamaca para dirigirte al chiringuito más cercano en busca de una cerveza fresca, cosa que cuesta sudor y lagrimas, además de un achicharramiento de la planta de los pies, para que te voy a contar.
Las horas pasan y el mar te sigue cautivando, tus sentidos pierden la razón y ese agradable murmullo de las olas te deja tan absorto que apenas puedes ver algo más allá de los dedos de tus pies, los cuales hace tiempo que luchan encogiéndose y ocultándose unos debajo de otros para salvarse del sol que por momentos los está dejando negros y quemaditos.
Echas otra mirada con los parpados casi juntos, tan juntos que se te pone cara de chino, para ver si ha venido alguien a esta playa, pero no, sólo allá a lo lejos se ve una persona que camina, mejor, así estamos más tranquilos y nadie que no sea de la familia podrá verme la cara de chino que pongo cada vez que intento mirar a donde sea y escuchar esa frase tan nuestra y que tanto se repite en las playas de España, madre mía que calor!
El sol ya está casi perpendicular, deben ser cerca de las doce, ahora el mar aparece más brillante y el agua algo calentita, es el momento de avanzar hacia el mar, introducirse y darse un baño, primero muy despacito hasta que el cuerpo se va adaptando, cosa que cuesta a medida que pasa los pies, luego las rodillas, llega a los...aquí es lo peor pero se aguanta, y de nuevo se vuelve a escuchar esa frase tan nuestra y que tanto se escucha las playas de España, esta vez por el frío....madre mí que frío!
Al final, un vientecillo te aleja del baño y decides dejarlo para más tarde, vuelves a mirar y observas que la gente se ha animado y comienzan a pasear, son cuatro, pero se les ve alegres y tranquilos, debe ser que como van cerca de las olas con la humedad no se queman los pies. Lo del agua son boyas, aquí no se baña ni....bueno casi nadie.
Que monas las boyas y que bonita foto esta es la que se las ve flotando y moviéndose al son que les impone el agua, realmente espectacular, piensas y rápidamente sacas las cámara de la bolsa playera, con cuidado de que la maldita tierra no la entre por algún lado y se venga abajo, sólo faltaba eso ahora, que la cámara se estropease y no pudiera plasmar estos momentos tan importantes en la vida de este humilde veraneante de la costa española, en este caso de la gaditana Rota. Ya había notado que muchos sabían donde estábamos, no porque lo haya puesto en el titulo de la entrada, que lo pone, sino por las imágenes, bueno falta esa tan característica donde se ve como el avión que acaba de despegar de la base que tiene los americanos, se eleva en dirección al mar y luego da la vuelta para dirigirse a su destino, menos cuando se va a los Estados Unidos, entonces no vuelve, sigue y sigue hasta que se pierde en el horizonte camino de una de esas bases que tanto les gusta a los americanos.
Alguien se ha dado cuenta? Estoy en el agua, las olas, la arena, las palmeras y las casas de Rota al fondo me observan sin ningún interés, el contrario al que yo tengo para que no se me moje la cámara, la cual sujeto con una mano que sobresale por encima de mi cabeza mientras la otra me sirve de vela para mantener el equilibrio ante la amenaza de las olas que sistemáticamente me golpean a intervalos de tiempo iguales. Me voy que me la estoy jugando, no sólo la cámara, también puede que hasta la vida, porque si el mar me atrapa, aquí no hay nadie que me salve, ni un alma camina por la arena y menos se deja mojar por estas tranquilas aguas, debe ser por el mes en que estamos, aquí en agosto no se cabe, seguramente...
En la comodidad de mi hamaca y dada la seguridad que me proporciona, mi cuerpo como dice Raúl, se relaja y de nuevo comienzo a sentir buenas vibraciones, veo unas gaviotas que sobrevuelan mi confortable lugar, las olas siguen con ese poder hipnotizador, produciéndote un estado de atontamiento somnoliento del que es difícil despertar. No sé cuanto tiempo he permanecido en este estado, pero cuando vuelvo abrir los ojos, capto un extraño elemento cercano al agua, es un bicicleta y su conductor que pasan ante la atenta mirada de.....mía, si, mía, porque quién se va a fijar es este aparato que circula junto al agua? Nadie, sólo yo, que hace tiempo, como ya he dicho anteriormente, estoy sintiendo buenas vibraciones.
El día va dejando de existir, el sol hace rato que comenzó a descender, se aproxima el ocaso y las bellas imágenes que a estas horas se suelen dar en casi todas las playas de España. La gente, la poca gente sigue caminando junto a la orilla, la arena ya no quema, el sol tampoco, y el agua comienza a adquirir un color plateado por el reflejo del sol.
Nadie me ve, nadie me mira en esta tranquila y acogedora playa gaditana, sólo el señor de las hamacas me informa que ya es la hora, la toalla vuela para liberarse de la arena, recojo todo y antes de introducir la cámara en la bolsa, disparo a estos caminantes anónimos cuyas siluetas resaltan con el fondo plateado de las aguas del mar. Una última mirada al suelo, la arena tiene grabadas unas huellas, son de gaviota, las veo a lo lejos jugando en el cielo, en el mar y en la tierra, mañana será su día, fotografiaré gaviotas, si, creo que lo haré. Me gusta esta playa, me encanta su silencio y no digamos su poca gente, por algo he notado y sigo notando buenas sensaciones.
Nota: En el mar te lo puedes pasar bien, más si llevas cámara, pero a mi siempre me ha gustado mucho más la montaña.
Zorro Corredero
Fotos: Archivo Fotográfico Pedro Alfonso
Precioso todo. Muchas gracias.
ResponderEliminarInés
¡Qué bien le sabes sacar el jugo a la vida! Pasarlo bien
ResponderEliminarEntretenido y ameno relato y excelentes fotografías.
ResponderEliminarMuchas gracias.
Mariano
Todo tiene su encanto, sólo tenemos que observar y apreciar lo que nos rodea para darnos cuenta que en cualquier lugar y momento se pueden encontrar cosas y situaciones llenas de buenas sensaciones.
ResponderEliminarGracias.
Pedro