Un caluroso día de verano el ruido de ese instrumento que
hacen sonar los afiladores se metió por mi ventana, el pasado y la niñez
regresó a mi por unos segundos, después corrí pero él ya no estaba. Hacía mucho
tiempo que su presencia había desaparecido de mis sueños y mis pensamientos,
ese día sólo escuché la voz que se transmitía desde su ligero instrumento
musical, fue breve y algo inquietante pero me llenó de otros tiempos en un
Cadalso lleno de calles vacías y personajes ambulantes.
Los afiladores no tenían rostro, sus nombres siempre eran desconocidos, eran personas anónimas que aparecían y desaparecían de nuestra vista en un instante, y con el paso del tiempo también de nuestras conciencias.
Habían tenido que pasar muchos años para que la infancia de
mi mente se detuviera en una alarmante y extinguida vida que cada día parece
dejarse llevar más por estos tiempos que por aquellos de antaño. Este hombre
sin patria, antes decían que eran gallegos, la mayoría de Orense, apoyado en su
bicicleta donde carga su esmeril y la piedra de afilar me había hecho feliz por
unos instantes.
Junto al cuartel me lo volví a encontrar, la verdad es que
fui a su encuentro y cuando lo tuve delante la pregunte si podía hacer una
foto, él contesto con un si, sin más, y disparé.
Más tarde, cuando la foto pasó por mi vista y observe su
rostro quemado por el sol de tantos días y tantos pueblos atravesados en su
peregrino trabajo, me asaltaron las preguntas, por qué no le habría preguntado
su nombre, de dónde era, dónde vivía, y tantas cosas que me hubiera gustado
conocer de este afilador, seguramente uno de los últimos del siglo XXI. Pero
quizás sea mejor así, porque de esta manera el afilador seguirá siendo un
hombre sin rostro, desconocido y anónimo que perdurará siempre en nuestra
memoria de un ayer lejano y de un hoy incierto.
Zorro Corredero
Fotos: Archivo Fotográfico Pedro Alfonso
Cuando era muchacho los afiladores eran muy normales por las calles de Cadalso, tambien los lañadores y los que vendian especias.
ResponderEliminarLeer tu reportaje es volver al pasado.
Mariano
Ameno y entrañable reportaje.
ResponderEliminarGracias Zorro
No hay palabras para todo esto...gracias
ResponderEliminarGracias Pablo por tu mensaje.
ResponderEliminarUn saludo
Pedro Zorro Corredero