Un año más celebramos la festividad de Todos los Santos, en la que todos o casi todos intentamos pasar un tiempo con nuestros familiares que ya no están entre nosotros.
Es un día de recuerdos, de misas y de flores, dicen que hoy
es el día que más flores se venden en todo el año, y debe ser verdad, porque
nada más hay que visitar nuestro cementerio o camposanto, para ver el colorido
que producen las miles de flores que lo adornan.
Nuestro camposanto es un lugar muy familiar donde uno nunca
se encuentra solo, tanto por las personas que lo visitan, como por los que allí
reposan, siempre nos encontraremos acompañados, y es que son tantas las
personas queridas que un día vivieron junto a nosotros y ahora reposan aquí,
que cuando llegas al cementerio los recuerdos y las vivencias te hacen sentir
una especie de sentimiento triste tal vez, pero a la vez alegre por los muchos
momentos pasados junto a tantas y tantas personas que hoy viven en este Cadalso
de Arriba, como ya definí un día como éste del pasado año a esta lugar de
nuestro pueblo tan amado y querido por todos.
Hoy, en este lado del camposanto todo es un bullicio de gente que entra y
sale, que sube y baja, gentes con unos pensamientos puestos en sus familiares
queridos, en sus amigos, en sus vecinos, y al otro lado están ellos sólo
separados de nosotros por un tiempo más o menos grande, que simplemente
significa una pausa en nuestras cortas vidas.
Cada uno de nosotros tenemos unos recuerdos que nos ayudan a sentir y
recordar otros tiempos, otras personas y en cada uno de ellos nos refugiamos
cada día cuando lo necesitamos.
“Hace años, el día de Todos los Santos, el cura decía un responso por
cada difunto que reposaba en una tumba, si había cuatro pues cuatro responsos.
Después de la misa en la iglesia, el cura y el sacristán subían al cementerio
para decir los responsos, alternando el lugar de comienzo, un año comenzaban
por arriba y al siguiente por abajo, entonces el camposanto solo tenía la parte
de la izquierda, años más tarde se amplió toda la parte de la derecha incluido
el pozo y también se hizo después la capilla, me refiero en estos casos al
camposanto viejo. El cura una vez en la tumba, y a petición de los familiares
que iban nombraban uno a uno a todos sus difuntos o “finaos” (finados) como se
decía entonces, iba echando un responso por cada uno y los familiares echaban
unas monedas en una bolsa o bote que llevaba Juanjo el sacristán.
Esto les llevaba toda la mañana al cura y al sacristán, por lo que a la
hora de comer se bajaban y volvían a subir después de la comida, para continuar
con los responsos, siendo lo normal aunque el cementerio no era muy grande,
terminar casi de noche.
Durante el responso, Juanjo portaba el caldero del agua bendita y el
cura bendecía todas las tumbas mientras cantaba la letanía del responso,
respondiendo en algunas de las partes el sacristán. Todas las tumbas tenían
faroles de aceite, unos sencillos (Foto) y otros más modernos con globos, que
se subían el mismo día por la mañana. Casi nadie colocaba flores en las tumbas,
sólo los más pudientes que traían coronas de Madrid, algunas con flores y otras
con plumas de colores que se llevaban entonces, y que al terminar el día
volvían a guardar para el año siguiente
Ese día había misa a las doce en la iglesia y por la tarde en el camposanto, ya de noche sobre las diez, tocaban las campanas con el toque de muerto.
El camposanto era un clamor de gente entrando y saliendo, pasando muchos allí todo el día sin bajar a comer, las niñas jugaban en la explanada a los alfileres y al anochecer cuando terminaban los responsos, todo el mundo se bajaba quedando solo algunas viejas allí sentaditas en las tumbas, con el frío que hacía, que entonces hacía mucho más frío que ahora.
El día de los Santos, todo el mundo hacía la “calbotá”, que consiste en
hacer calbotes , castañas asadas, era muy común en todas las casas hacer la
“calbatá” en familia, entonces no venía nadie de Madrid. También el día de los
Santos se vendían los buñuelos y los huesos de santo, solo ese día, los vendía
la tía Brígida que tenía la pastelería en la calle de la Iglesia, donde luego
estuvo la carnicería de Marcelo y hoy la tienda de la Pepi.”
Bienvenida Jerónimo Abad, 81 años
“Yo no sé cuando empezaron los responso,s pero sí
recuerdo que cuando yo era pequeña, un cura llamado Don Eugenio Martínez al que
llamaban el cura santo, por lo bueno que era, que se quedaba sin comer para
dárselo a los pobres, ya decía los responsos a todos los muertos del cementerio,
uno por uno, pasándose todo el día en el cementerio.
Después vino Don Antonio Lobato que continuó con esta costumbre, y años más tarde le sustituyó Don Antonio Vicent que llegó a Cadalso en 1953, después en 1956 vino don Jesús Haro y luego Don Jesús García Camón, sobre el año 1962.
Don Antonio Lobato fue el último cura que realizó los responsos, desapareciendo en 1953 con la llegada de Don Antonio Vicent que era un cura más moderno.
Mila Díaz Muro, 80 años
Cadalso, 1 de Noviembre de 2010
Fotos: Archivo Fotográfico Pedro Alfonso
Enlace Cadalso de Arriba
http://zorrocorredero.blogspot.com/2009/10/rincones-de-cadalso-cadalso-de-arriba.html
Enhorabuena, las fotos son fabulosas
ResponderEliminarGracias por este reportaje y por las excelente fotos que lo acompañan.
ResponderEliminarTodas las fotos son de Cadalso?
Saludos.
Tomás
Todas las fotos que aparecen en el blog está hechas por mí.
ResponderEliminarEstas son todas del cementerio de Cadalso.
Zorro