Mi madre me comenta que tiene unos buenos amigos en Cenicientos (Mari “Barrena” y familia) que siguen puntualmente El Zorro Corredero. Mari le dijo que su hermano, Ino “Barrena”, fue muy amigo del hermano de mi madre y tío mío, Manolo. “Si encuentras una foto de ellos nos haría mucha ilusión verlos en El Zorro”. Mi tío y padrino, Manuel González Garcinuño, una noche de invierno me enseñó de reloj en nuestra casa de San Antón. Yo estaba de espaldas a la lumbre (tan calentito) y él enfrente de mí, vestido de domingo: "La manecilla pequeña marca las horas, la grande los minutos..." Me costó asimilar la hora expresada en menos y en cuartos. “Ahora mismo son las ocho menos cuarto…” –apostilló-. Me previno que no en todas partes era la misma hora que en Cadalso o en Cenicientos, un suponer. Aquello llenó de incertidumbre mi pequeño mundo: ¿Cómo es posible que existan mundos distintos al de Cadalso y encima con horas diferentes? A mi tío le esperaban en la puerta sus amigos y amigas, yo los oía reír contentos en la calle (Ino “Barrena”, Catalino, Guille “Gachas”, Santia, Maxi, Encarna, Eduviges…) Yo me fui a acostar con mi abuela materna a la fría habitación de arriba, el aire movía las tablas del techo. Durante toda la noche no paré de darle vueltas al magín y comprendí (como Pitágoras) que el que habla siembra y el que escucha recoge.
Mi tío Manolo
fue mi padrino. Ya tengo dicho que servidor era enclenque, tímido, poca cosa y
comía mal. Únicamente me gustaba la leche Pelargón y él iba a buscarla con su
bici -hiciera frío o calor- a las farmacias de los pueblos limítrofes:
Cenicientos, Rozas, San Martín… Unos años antes de morir le hice un escritito,
tanto le gustó que compró un marco precioso y brillante y lo fijó en su
habitación, enfrente de la cama. El texto con semejante marco parecía de verdad...
Cuando me lo contó se le caían unos lagrimones como goterones del rocío de Tórtolas. “Sobrino, nadie me había dicho nunca esas cosas tan bonitas que tú me
has escrito, lo leo a diario al levantarme y al acostarme…” Uno siente que
debe agradecer la grandeza llana de tantísimas personas que me quisieron. Me
repito si digo que recuerdo aquella época llena de solidaridad, de principios
inquebrantables, de trabajo de sol a sol, de azadón grande y pan chiquito, de
aquel esfuerzo procurando a los niños lo mejor y que servidor no supo reconocerlo
en su día. Me parece todo tan admirable que ahora –vanamente- intento
remediarlo con escrititos reiteradamente melancólicos en su honor. Para mí ellos
se han convertido en aquello a lo que prestaban
atención: el amor.
Una
madrugada, en un garito de mala nota de la Avda. del Mediterráneo madrileña, me
reconoció un cadalseño. Pidió unas copas y me refirió una humilde historia que
yo desconocía: “Siendo chavales nos
poníamos frente a la puerta de tus abuelos paternos a la hora de la comida.
Vosotros erais muchos y tu abuela -discretamente- nos sacaba lo que sobraba y
lo repartíamos entre nosotros. Aquellos tiempos eran durísimos y se pasaba mucha
hambre. Nada que ver con lo de hoy en día…” Amaneciendo nos invitaron
a abandonar el local. Cuando nos despedimos me dijo este noble cadalseño entrecortado
por la emoción: “Nunca olvidé aquel
detalle y pienso desde entonces que los milagros son simplemente las buenas
personas que llegan a tu vida…”
Mi madre habla con Mari “Barrena” por teléfono y ambas se emocionan. Las penurias de entonces hoy se les convirtieron en emociones. Ellas sin haber leído saben mejor que nadie el significado de las frases que escuchaban en la radio al volver de lavar la ropa en “Peroles”: Que la vida de los muertos está en la memoria de los vivos (Cicerón). Que nacemos solos, vivimos solos y morimos solos. Únicamente, a través del amor y la amistad podemos crear la ilusión momentánea de que no estamos solos (Orson Welles). Que si nada nos salva de la muerte, al menos que el amor nos salve de la vida (Pablo Neruda). Y que si no puedes hacer el bien, por lo menos no hagas daño (Hipócrates). Ellas escuchaban mucho la radio por eso sabían –como Manolo- que ni todas las horas ni todos los mundos son los mismos que en Cadalso y en Cenicientos. Pero los recuerdos sí, los recuerdos siempre son igual de bellos y emocionantes en las personas de bien.
Miguel MORENO GONZÁLEZ
Muy bonitos recuerdos todos conocidos ♥️♥️
ResponderEliminarAntonia Frontelo Morales
EVOCADORA FOTO!!
ResponderEliminarMaria Eugenia Del Castillo Alfonso
Joerrrrrr Miguel, como te pareces a tu tío Manolo.. pufffff...me he quedado sin palabras al verle. Bueno....y el escrito en general, es de lo mejor que has hecho últimamente... palabra amigo. Enhorabuena artista. ❤️❤️❤️❤️ José A. Álvarez G. de Guzmán
ResponderEliminarMigue bonito relato como siempre están llenos de amor y cariño hacia los de más sobre todo a tu familia
ResponderEliminarMuchas cracias primo somos una gran familia l9s nachos no veremos por nuestro pueblo y tomaremos unas cañas
ResponderEliminarBonita historia para recordar y revivir momentos y personas de antaño en este jueves. ¡¡Feliz Día!! 😉
ResponderEliminarLuis M. González
Tu último escrito es precioso, cada día escribes mejor y con más sentimiento. Te admiro. Chusa
ResponderEliminarGracias Miguel la familia, la amistad y el amor lo más grande de la vida. Angel Canillo
ResponderEliminarCada día me resulta más complicado comentar tus escritos pero si puedo con cada uno emocionarme por lo que cuentas y como lo cuentas.
ResponderEliminarPepe Vázquez
Vuestros comentarios, tan espontáneos y bellos, son el mejor pago que yo puedo recibir por estos escrititos. No me olvido de Pedro, que en cada uno de ellos se supera combinando fotos y letras con su cariño y amor por todo lo cadalseño. Gracias a todos.
ResponderEliminarLas fotografías transmiten lo feliz que antes era la vida y que los valores eran esenciales.
ResponderEliminarCada escrito tuyo que tengo el placer de leer me emociona cada día más por los recuerdos que vienen a mi mente, pero este como tu dices es especial.
ResponderEliminarTodos esos hombres que citas al principio, los recuerdo tanto de niño, viéndolos llenar la calabaza de vino en casa de mis padres, por la noche después de venir del trabajo. Era la costumbre y ese vino les servía para ayudarse a aguantar el esfuerzo que exigía el trabajo en aquel tiempo, abriendo las hoyas de las cepas de Majadillas donde plantaron la viña que un día mi padre me dió y ahora disfruto. A todos ellos aunque sea de una manera
simbólica,
Gracias.
Pero hay un recuerdo especial con uno de ellos que quiero contar y que recordaré siempre.
Un día trabajando por el Pirineo de Huesca, paré el coche oficial que llevaba, para hacer una fotografía de aquel paisaje espectacular del lado español y a menos de 300 metros de la frontera con Francia. Un hombre con una carretilla sacando escombros de una mina, aparece por encima de donde estamos y una voz ronca grita !!! JUAN RAMON!!! No podía creer que esa voz desprendiera tanta alegría y cariño. Dos Cadalseños frente a frente unidos en un gran abrazo. Le he recordado toda mi vida y hoy no puedo sino expresar mi sentimiento por esa persona al leer su nombre. Era Ino Barrena.
Te has superado a ti mismo otra vez...,¡vaya relato más bonito, Miguel!
ResponderEliminar¡Gracias!
Buenos díassssss me parece que en las fotografías que pones Encarna y eduviges me parece a mi que uno de los hombres es Ramón conde
ResponderEliminarHola Miguel! Cada día te superas. Aunque fue una época muy dura la de nuestros padres, a la vez fue bonita porqué había mucha unión y solidaridad entre las personas.
ResponderEliminarEn la foto que estás con Manolo y mi madre, mi padre no está. Dice mi madre que son amigos del tío Manolo. Un escrito muy bonito. 😍Luisi
Antonia Frontelo Morales Antonia quien es el que están de pie creo que uno es Catalinoy los que están agachados es Manolo el Nacho y el otro es Barrena y el que está de pie no se quien es
ResponderEliminarDolores Saez Canoyra
Dolores Saez Canoyra creo recordar porque no veo la foto de izquierda a derecha él gachas Santia él de la calle Santa Ana Ramón él de la tía Edubijis de la corredera y Catalino
ResponderEliminarAntonia Frontelo Morales