CHUSA Y SU RECUERDO
Chusa: Cómo
pasamos por la vida… Cuando éramos jovencitos parecía que los días y los meses
no avanzaban. Teníamos tanta prisa por llegar a tener esos años en los que
–ingenuos- pensábamos que todo nos sería más fácil, que ahora uno tiene la
sensación de todo lo contrario: que se nos va el tiempo -y con él la vida- sin
tener ocasión de realizar todo aquello a lo que aspirábamos.
Te conocí al
poco tiempo de volver de Argelia, en 1986. Es curioso, pero sintonizamos sin
ningún problema, con lo raros que somos los dos… Profundizamos más en nuestro
conocimiento cuando llegaste a Régimen Interior. De los que allí estábamos casi
nadie te conocía y (ya no importa que te lo diga) les decía que yo sí sabía de
ti y que eras buena persona, que no íbamos a tener problemas contigo. Bueno, la
verdad es que hemos tenido de todo, tantos años dan para quererse y lo
contrario; pero al final, si prevalecen los buenos sentimientos, el cariño
triunfa por encima de cualquier otra consideración.
Has sido
buena conmigo y te lo agradezco. He intentado responderte con la mejor de mis
intenciones, alguna vez habré fallado, tanto personal como laboralmente, pero,
repito, que al final triunfan los afectos sinceros. Tú siempre has sido sincera
para bien y para mal y eso es de agradecer en esta sociedad en la que
prima más la hipocresía que
También
vivimos nuestras tardes taurinas que estuvieron llenas de momentos divertidos,
o aquellos escrititos que te enviaba y que me devolvías con tus sinceras –y
emocionadas- felicitaciones para algunos de ellos. Luego llegaron los malos
ratos que pasaste con tus problemas físicos, cuando me decías: “No dejes de llamarme por teléfono, Miguel,
que lo estoy pasando muy mal”. Nuestras conversaciones sobre “tu” León y “mi” Cadalso, el libro que
me regalaste sobre la epidemia del cólera… Y tantas y tantas cosas.
Ahora, con la distancia de todo lo
pasado, pienso que me has apreciado, que me has defendido, que me has
comprendido… Y aunque, seguro, me has considerado algo raro, también sabías que
necesitaba de tu comprensión. Y como tú siempre has defendido a los más
necesitados, a los “tarados”, a los
perdedores, a los caídos en desgracia… Pues te resultaba fácil estar a mi lado…
Tampoco te
he dado muchos problemas, quitando al principio que te pedía “aumentos”; después, como mis hijos se
fueron haciendo autosuficientes, poco te molesté. Llegué a la conclusión de que
soy feliz como estoy, ¿para qué más? Poseo mis humildes inquietudes y una mujer
e hijos maravillosos, disfruto con mi bici, mi Cadalso, los toros, me gusta
escribir, leer, la música clásica, el cine, la historia… Entonces -me dije- voy
a dedicarme a pasear por mi interior y descubrir estas cosas que abrigan mis
emociones y alivian, un poco, no mucho, mi placentera y sempiterna melancolía.
Me gustaba
mucho hablar contigo; tienes una vasta cultura y sabías explicar las cosas muy
bien para transmitir tus conocimientos, además de contar con una buena “mano izquierda” que te hacía salir
adelante ante situaciones complicadas. ¡Bien por Chusa!
¿Y qué más
te voy a decir? Pues lo típico y lo tópico: Que gracias, que seas muy feliz,
que conserves siempre tu noble entusiasmo y tu sentido de la amistad, que sigas
con ese sentimiento que tantas emociones provoca y que continúes acariciando a
la gente necesitada. Y ya paro, porque “partir
es un poco morir y no compensa la despedida”. Por eso me quedo con tu
recuerdo cariñoso a prueba de olvidos.
Uno siempre se acuerda de todo lo bueno y de las personas que has querido y has apreciado
ResponderEliminarDe lo malo es mejor no acordarse aunque no se olviden
Jesús López Moreno
Buenas tardes, Maestro. Un gran recuerdo de alguien tan entrañable, al menos para algunos, de nuestra querida amiga Chusa.
ResponderEliminarUn abrazo.
Luis C. Trijueque
👏👏👏👏... Preciosa explicación sobre una grandísima persona, porque es lo que tú cuentas y se ve que es cierto. Enhorabuena amigo. Me ha gustado mucho. 💕💕💕💕
ResponderEliminarJosé A. Álvarez G. de Guzmán
Cómo siempre un placer leer tus escritos, y en este caso aún más por el conocimiento personal de la persona a quien lo diriges, por vivencias comunes y por ser Chusa mi valedora escogiendome como su sucesor en la Oficialía Adjunta.
ResponderEliminarAdemás del placer un orgullo por ver qué ilustras tu joya literaria con mi imagen. Un abrazo.
Pepe Vázquez