jueves, 16 de febrero de 2023

Amiga del corazón. Por Miguel Moreno.

 AMIGA DEL CORAZÓN

Llegó con el corazón empapado, goteando perezosos sinsabores. Pero su sonrisa incólume me pareció un desgarrador canto a la esperanza. Al rato se le desbarató la ternura en una tenue caricia -fugaz y suave- como no queriendo ser, como ahuyentando cualquier posible desazón…

Hablamos incansables propinando a la adversidad infinitos hachazos esperanzados. De cuando en vez le brotaba una sonrisa melancólica acompañada de un rictus de desaliento que se le trastocaba en bondad. Agotó sus amores y me los declinó ayunos de odio, faltos de rencor, sin pizca de resentimiento. Su presente del indicativo es un poso conmovedor de entusiasmo que conserva a salvo de miradas perturbadoras. 

Se deslumbra descubriendo su alma, mientras va destapando por los resquicios del día una esperanza marchita que lucha por renacer. No recuerda mentiras -gratuitas y dolorosas- envueltas en metáforas hipócritas. Lo mejor de ella lo alimenta bajo la profundidad de sus ojos y sobre la hermosura de su mirada que le brota desamparada e indefensa. Acaba toreando, danzando feliz en ese inmenso ruedo del corazón del que reparte trozos de emociones como si de las piezas de un púzzle encantador se tratara.

 Camina sin mirar hacia atrás no vaya a ser que pierda el sendero de la dignidad. Con cada persona que se cruza, ésta no tiene por menos que admirar la sinceridad reflejada en su rostro en el que lleva cincelado el mapa desolado del verbo amar. 

Tengo la inmensa suerte de conocer a alguien diferente, alguien especial e irrepetible. Alguien que, sin pretenderlo, se fue metiendo dentro, muy dentro; allí donde intuyes que se fabrican los sentimientos que habitan, quietos y escondidos, en ese refugio donde dicen que reside la plenitud. Gracias a su amistad tornas a vivir, a disfrutar de cientos de pequeños instantes. Son chispas de una inspiración mágica y amorosa que llenan el alma de luces y afectos.

 Ella acaricia el cielo. Apenas llega a rozarlo; casi, casi llegó a sentir las nubes en sus manos. Pero el cielo le es inabordable y las ilusiones, como las nubes, se desvanecen en sueños. Quizá, apasionada y enamorada, quiso alcanzar un cielo utópico: El de la creencia en el amor ideal.

 Ya está aquí su vieja amiga, la melancolía, deslizándose delicada hacia lugares extraños donde residen la felicidad y la tristeza. Su existencia es un caramelo agridulce relleno de ilusión que saborea al caer la brisa del atardecer.

 

                           Miguel MORENO GONZÁLEZ 


9 comentarios:

  1. 👏👏👏👏.. Precioso escrito...de lo mejor que has hecho últimamente...un 10...o más.. olé y olé...
    José A. Álvarez G. de Guzmán

    ResponderEliminar
  2. Desde luego muy especial es ese alguien a quien conoces para que te motive y te inspire tan precioso escrito, que, a mí juicio, es de los mejores que últimamente he leído. Enhorabuena.
    Pepe Vázquez

    ResponderEliminar
  3. que Bonita inspiración me a encantado Buenas tardes Pedro 👏👏

    Aurora Ferrera Ruiz

    ResponderEliminar
  4. Excelente prosa y sabiduría literaria la que nos regala, una semana más, el gran escritor Miguel. Muchas gracias.

    Carmen.

    ResponderEliminar
  5. Gracias inmensas por tan bonitos, aunque exagerados, comentarios. En realidad, las ilustraciones de Pedro son las que ponen en predisposición positiva a los lectores. Abrazos.

    ResponderEliminar
  6. Bueno, todo influye en cada escritito, aunque reconozco y no me gusta que en general se fijen más en las fotos que en el texto, se lee más bien poco.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  7. Precioso escrito, Maestro. Ves y sientes como la mayoría somos incapaces de hacerlo.
    Un abrazo. Luis C. Trijueque

    ResponderEliminar