GATEAR, RODAR Y QUERER (O LA CRÓNICA DE UN ACCIDENTE CICLISTA SOBRE HIELO)
El día
amaneció precioso, uno de esos días que son traidores a la estación en la que
nacen. Era esa jornada ideal para deslizarse sobre la bicicleta oyendo el
murmullo de la cadena en la soledad de aquellos parajes mil veces visitados y
que mil veces más nos han emocionado enseñándonos a convivir y deleitarnos con
lo que de bello hay en nuestras vidas. Bosques, caminos, carreteras, pájaros,
niños que te miran, colores que van cambiando ante tus propios ojos descubriéndote
matices desconocidos… La vida en presente del indicativo, esperanza inyectada
en vena, alegre emoción oculta entre esa pasión que uno creía olvidada y que
sin embargo aflora gozosa cuando menos lo esperas para demostrarte que aún
conservas el corazón intacto, que no se te quedó roto y perdido, en contra de
lo que pensabas, entre los restos de la última desilusión. Casi nueve
kilómetros de subida al puerto de Casillas me llevan a un lugar verde y
encantador donde juega una familia feliz. Me recreo un momento con el instante
y retorno sobre mis ruedas; presiento que aún me esperan más momentos mágicos
en esta mañana de Diciembre. Voy contento, cantando interiormente mientras me
fijo en la curva próxima que está mojada por ese rocío que brota del arroyo
como terciopelo suave.
Ni siquiera ha tenido tiempo de mojarse
la rueda delantera y ya estamos ambos sobre unos cuchillos que no son de
terciopelo. Son de hielo afilado y hostil que aguardaban ocultos para cobrarnos
como presa en este lugar lleno de encanto y poesía. El golpe sobre la pierna
derecha es demoledor, salgo dando vueltas y recibo un fuerte impacto sobre el
lado derecho del casco. Ahí siento, transido, que he vuelto a nacer. Quedo
inmóvil tendido sobre el hielo, el asfalto y los recuerdos de mi pequeño
pasado. Un autobús de “El Gato” se
acerca y me va a aplastar porque yo no puedo ni mover el brazo para advertirle.
Afortunadamente ve la bicicleta que reposa también herida sobre el centro de la
calzada y le sirve de aviso. El conductor, Gregorio, y su acompañante se bajan
solícitos y me prestan generosos los primeros auxilios muy sentidos por su
parte, muy agradecidos por la mía. Después coches y más coches, con sus
teléfonos móviles y sus palabras de consuelo y ayuda. Estamos en la provincia
de Ávila y quieren avisar a una ambulancia abulense. Les digo que no y el
conductor del autobús dice que va a Cadalso. Antes de responder que yo me voy
con él, intentan levantarme, me mareo y me caigo de nuevo sin que me puedan
sujetar.
Quiero ir a Cadalso. Yo soy de allí,
nací allí, vivo allí. Que sea allí donde me digan dónde he de ir. Me arrastran
y me suben al autocar. En Cadalso, mis paisanos de Protección Civil, siguiendo
las instrucciones precisas del bueno, inolvidable y eficiente Rufino, logran
bajarme del autobús abrochándome un extraño artilugio con forma de chaleco
salvavidas alrededor del cuerpo. No me sostiene mi pierna derecha
desobedeciendo las implorantes órdenes que le manda mi corazón. Entre cuatro me
sujetan a pulso y me bajan del autocar dejándome sobre una camilla demudado por
el dolor. Me conocen, me animan, me sonríen, me acarician. Siento que me
quieren y que abrazan la camilla para introducirme en la ambulancia. Soy de
ellos. Tengo su sangre. Me han visto muchas veces sobre la bici ya sea en
otoño, invierno, primavera o verano. Seguramente nos emocionan las mismas cosas
cuando recorremos nuestro pueblo. Por eso antes que por ningún sitio yo quería
pasar por Cadalso para tomar fuerzas y así poder seguir después adónde me
llevaran. Sólo era eso y no se lo digo a nadie, sólo me lo digo yo muy bajito,
musitando secretas y hermosas aspiraciones de futuro.
Todo el personal del Centro de Salud se deshacen en atenciones. Pero, por favor, que no me toquen la pierna derecha porque es como si me clavaran cien afiladas bayonetas. Aparece un paisano cadalseño. Ya se ha enterado y eso que únicamente llevo aquí diez minutos. Nos miramos desolados. Sólo nos miramos y resulta que teníamos que decirnos un montón de cosas entrañables, de esas que se van dejando a la espera de tener ese momento sentido que es el ideal para las confidencias del corazón. Él se irá y a mí me llevarán a Urgencias del hospital de Alcorcón. Es la eterna paradoja de la vida: Ir y venir, reír y llorar, enfermar y sanar, ganar y perder, vivir para después morir… Le digo a mi paisano: "Te he traído un libro.” "He conocido a alguien que cree conocerte" -me responde- Y Paloma (que recién duchada está más guapa) llega ahora después de dejar su bici y nos mira expectante, como extrañada por la emoción que se masca, que está en suspenso por la pieza de la clínica. Y es que en ese instante pasó volando un pedazo de sentimiento…
"Doble fractura de pelvis", dice el frío e impersonal informe médico que me hunde en el desaliento después de seis horas de espera con dolores físicos y síquicos. A las dos de la mañana estamos en mi casa de Cadalso. Antes hubimos de superar una avería del coche que nos solucionan resueltos y solidarios Jose y Cristina que van a buscarnos a Alcorcón. Los dos nos obsequian -a Paloma y a mí- con delicadas y emotivas frases según me introducen en mi “casa-utopía” sobre una silla a guisa de parihuelas. No me sostengo. Estoy inválido. Me desplazan por la casa sobre una silla de ruedas que empujan conmovedoramente mis hijos. Paloma me tiene que vestir y subrepticiamente le acaricio el pelo. No puedo andar y me parece que andar es la cosa más maravillosa que les sucede a los seres humanos. Yo debo aprender a hacerlo, pero feliz; así aprenden los niños desde sus inicios, sonriendo.
Todos me visitan con su regalo de ánimo bajo el brazo: Mi madre se sienta a mi regazo y me explica como es la rotura según la versión de los médicos, mis primos, mis amigos infantiles, mis tíos, mis hermanos, mis sobrinos Daniel y Álvaro, mis amigos ciclistas, Paco y Félix, con Balta a la cabeza que me suministra calmantes milagrosos (Droal) y me pone inyecciones en el vientre; me dice que no es nada, que todo pasará, que volveré a oír, como si del aleteo elegante de un ave se tratara, el rítmico y suave roce de la cadena sobre las coronas de mi bici en la fascinante soledad de Tórtolas… y según me lo va diciendo voy tomando confianza. Todo el "puente" metido en casa, ni siquiera puedo asomarme al patio y mucho menos mirar las estrellas de madrugada (presagio de más heladas) que se confunden en el horizonte con los luceros y la iluminación navideña de los pueblos toledanos. Lo divisaba todo, lo admiraba todo, lo quería todo según iba subiendo entre las noches cadalseñas -aquéllas en las que podía andar, trepar y cantar- por "mi" escalera de caracol hacia mi habitación…
¿Y ahora…? Pues ahora que hay tanta gente que me ha demostrado que me
quiere, primero tengo que aprender a gatear para después comenzar a andar y
luego volver, por fin, a rodar feliz y satisfecho sobre mi bicicleta silenciosa
acompañado de mis recuerdos…
Miguel
Moreno González
Buenos días Pedro que valiente eres
ResponderEliminarAurora Ferrera Ruiz
Aurora, el accidentado no soy yo, es un amigo ciclista de Cadalso.
ResponderEliminarEmotivo como siempre menos mal que siempre ahí algún Alma caritativa
ResponderEliminarAntonia Frontelo Morales
ResponderEliminarLo contamos Miguel, ahora recuerdo mi accidente que me mantuvo con la pelvis rota desde el uno de noviembre, hasta el 29 de enero que me levanté para el entierro de mi suegra, fueron siete años de una tras otra desgracia o momentos de vida que tienen que pasar, por eso comprendo en ese momento tú dolor yo tampoco podía ponerme de pie como una muñeca rota, tengo que dar muchas gracias a la vida ella me a enseñaros a saber perder y ganar grandes momentos y va experiencias que te van haciendo valorar gente y momentos donde parece que no vas a salir y siempre hay ángeles que te levantan en forma de amigos o familia,
Pero bueno es contarlo y tú mejor que nadie para hacerlo,
Maria Rosario Caballero Lopez
Que tenga una pronta recuperación
ResponderEliminarRufino Barragan Cabanillas
Que tengas una pronta recuperación Miguel , un abrazo
ResponderEliminarJosefina Perez
Josefina Perez es un recuerdo
ResponderEliminarMaria Antonia Hernández
Esperamos que mejores con rapidez. Un abrazo
ResponderEliminarMaría Jesús Guerra Pradera
Pronta recuperación y mucho ánimo
ResponderEliminarJuan Jose Cordero
vaya todo el mundo piensa que es ahora pero solo es un recuerdo
ResponderEliminarMaria Antonia Hernández
gracias
ResponderEliminarJuan Jose Cordero
Vaya Miguel lo siento mucho, te deseo una pronta recuperación amigo espero verte pronto, mucho ánimo.
ResponderEliminarDavid Hills Knight
Miguel bonita historia que ya me contaste un día. Eres invencible un abrazo 😘
ResponderEliminarMaria Antonia Hernández
Mucho ánimo y k te recuperes pronto
ResponderEliminarMaria Agustina Arribas Gómez
No sabía nada. Me ha hecho impresión tu foto
ResponderEliminarRecupérate y ponte bueno pronto
Un fuerte abrazo
Richard Pickers
Yo entendí que fue en 2021, creo, si no es así espero que sea pronta tu recuperacion
ResponderEliminarMaria Rosario Caballero Lopez
Espero que te recuperes rápido 😜
ResponderEliminarClara Perezagua Lopez
No, si leéis todo verás que fue en diciembre de 2001.
ResponderEliminarPedro Alfonso si por eso lo digo que creí ver 2021 si y vi las fotos también habla de Rufino que le atendieron y Rufino ya murió, bueno Pedro me alegro de que fuera hace tiempo, y ya de paso un abrazo a mi amiga Asun, y como no, a vosotros tambien
ResponderEliminarMaria Rosario Caballero Lopez
Richard Pickers es un recuerdo , madre mía este Miguel la lío parda
ResponderEliminarMaria Antonia Hernández
Maria Antonia Hernández El problema en que no leen porque lo dice, 8 de diciembre de 2001. Vamos que está super recuperado.
ResponderEliminarSiento muchísimo este malentendido. Pero todo lo explico en el encabezamiento del escritito. Simplemente me reencontré con dicho escrito y como, creo recordar, nunca lo hice público pues me apeteció hacerlo como agradecimiento a tantas nuestras de apoyo y de ayuda que recibí entonces de tanta gente buena. Después tuve otro accidente ciclista en 2018, también grave, pero de ese no dejé constancia escrita. No obstante, gracias por vuestro cariño, sobre todo a María Antonia y Pedro que prestos -y puntuales- lo aclararon. Repito, perdón por esta confusión que a muchos les hizo pasar un mal rato. Pero por encima de todo: Gracias por vuestro afecto. Y mi reconocimiento a Pedro por dejar los escrititos tan bonitos con sus sabias ilustraciones que tapan la vulgaridad de lo escrito. Un abrazo a todos.
ResponderEliminarUnos momentos muy emotivos, ya sea por lo malo que por lo bueno...nuestra mente siempre guarda los recuerdos mas importantes... como éste... pero lo mas importante es que te recuperaste pronto. Este escrito...llega querido amigo...un abrazo.
ResponderEliminarJosé A. Álvarez G. de Guzmán
Muy bueno. Recordar hechos vividos ayuda a ser más agradecido y humano. W.
ResponderEliminarFue el 8 de diciembre de 2001...
ResponderEliminarJosé Antonio Álvarez Gallego de Guzmán
ahh bueno entonces el susto ya va pasó hace tiempo.👍
ResponderEliminarClara Perezagua Lopez
Pedro Alfonso puede que me equivoque pero creo que paco falleció el 21 o 22 de diciembre del 2001
ResponderEliminarJulia Maria Mayorga Maroto
Qué te recuperes pronto
ResponderEliminarSonia Alfonso
Que te mejores pronto
ResponderEliminarAntonio Moreno De Francisco
Tú puedes.
ResponderEliminarAna Teresa Garcia González
Que te mejores 💪💪
ResponderEliminarConchi Lopez
Según, Me han informado, es de hace muchos años.
ResponderEliminarYo, ya Me había presionado y Me disponía ha rezar al Sagrado Corazón de Jesús.
Ana Teresa Garcia González
Presignado.
ResponderEliminarAna Teresa Garcia González
Fue hace muchos años y no nos enteramos, esta familia de Cadalso....😅
ResponderEliminarEsperanza De La Cruz García
Como de costumbre una magnífica exhibición de cómo transmitir sentimientos, lo más difícil al escribir, según mi opinión. Un abrazo.
ResponderEliminarPepe Vázquez