SIEMPRE VUELVO DONDE ME SUPE QUERIDO. Por Miguel Moreno

 

Almudena Moreno, de Oficialía Mayor, me llamó feliz para anunciarme que el Ministerio quería tener un detalle conmigo el 10-06-2022. Me sorprendió y no supe reaccionar. Dentro de tres meses se cumplirán dos años desde que me jubilé y uno ya está de vuelta de efímeras vanidades y vive tranquilo en Cadalso. Mi mujer me animó: “La mayoría de tus compañeros se portaron bien contigo, ve a verlos…” No soy merecedor de ningún homenaje, nada hice extraordinario que lo mereciera. Si acepto esa distinción se la dedicaré a ellos y a nuestros padres y abuelos que trabajaron incansables de sol a sol en el campo y en casa en una época durísima (guerra y postguerra). Ellos(as) jamás recibieron ninguna medalla ni reconocimiento alguno y les hubiera llenado de satisfacción y emoción. Hice un escritito dedicado a la gente que me ayudó y confió en mí. Pero por encima de todo quise reivindicar en él el penoso trabajo de los nuestros. Lo leí con orgullo y emocionado. La primicia lectora la tiene El Zorro…   

SIEMPRE VUELVO DONDE ME SUPE QUERIDO.

 

            Cuando con 17 años salí de casa a trabajar, mi padre me hizo una única advertencia: “Espero que nadie me hable mal de ti por tu comportamiento…” En su escala humana de valores, el trabajo bien hecho ocupaba el primer puesto: “El trabajo dignifica a las personas”, decía. Tanto lo dignificó él que murió de infarto labrando su huerto con 45 años. Mi padre era un hombre sensible y recto, honrado y humilde, bueno y madrugador. Un auténtico hombre de campo que acariciaba las plantas y los animales con suma ternura. Si te quedabas mirándole asombrado, musitaba: “Ellos nos dan de comer…”

            Pocos días después de jubilarme coincidí con mis hermanos: Nati, Justo y José Luis en el Bar Moncho de Cadalso. Jose, el pequeño, me preguntó que cómo me iba. Emocionado hasta las lágrimas le respondí: “Creo que he defraudado a mucha gente, que no he sido bueno con ellos. Me temo que no estuve a su altura durante estos 46 años…” Me contestó: “A mí jamás me has defraudado…” Natural, ¿qué iba a decir él de su hermano mayor que al verme llegar desde Argelia corría para que le tomara entre mis brazos y así, abrazados, deshacernos entre caricias? Pero, tristemente, servidor no alcanzó el nivel humano y laboral de mi padre…

            En este Ministerio pasé 40 años: desde el 01/07/1980 hasta el 29-09-2020. Todo lo que tenemos y somos mi mujer, Paloma (38 años trabajados también en este Ministerio) y mis hijos, Miguel y Berta, se lo debemos a nuestro trabajo en este Lugar. Aquí pasamos de jovencitos a adultos y nos jubilamos ya creciditos. Sólo conservamos agradecimiento y cariño hacia el Ministerio de Asuntos Exteriores. Ante mí pasaron 15 ministros de ambos sexos y una interina (el primero: Marcelino Oreja Aguirre. La última: Arancha González Laya). Me gustaba caminar por los pasillos del Palacio de Santa Cruz y observar los cuadros de esos ministros. Al mirarlos aparecían todas las nostalgias que conservaba de sus épocas y de mis compañeros de entonces.

            Al jubilarnos retornamos a nuestro pueblo, Cadalso de los Vidrios (Madrid). Allí mis recuerdos son como una vida de repuesto, monto en bici y sobre ella voy recorriendo con calma mi pequeña existencia repartida por esos rincones en los que me sentí muy querido. Fui, posiblemente, el niño torero más idolatrado de Cadalso y parte del extranjero. Allá regresamos para cerrar nuestro círculo vital más íntimo y humano. Esta mañana volvemos para agradeceros todo el afecto y compañerismo que sembrasteis en nosotros. Me fui tranquilo y muy emocionado y así retorno, además de nervioso. Agradezco de corazón vuestro detalle. Las personas de buena fe hacéis posible el entendimiento y la paz entre los seres humanos. Dicen que uno siempre vuelve a los lugares donde se supo querido…

            Gracias al Ministerio por acogernos y pagarnos. Gracias a mis ex compañeros(as) -presentes y ausentes- por su trabajo abnegado  y leal procurando lo mejor para España. Algunos de ellos hoy también son condecorados con gran justicia. Los que me recibieron en 1980 disfrutan ya de su merecido descanso. Otros, en cambio, marcharon a servir a este país allá donde habitan los recuerdos y la historia. Gracias a las empresas con las que trabajé y que sirvieron con honestidad a esta Administración. Gracias a mis tíos: Paqui, Emiliano y Valen que nos abrieron las puertas de sus corazones y las del Ministerio en Argel. Gracias a mis abuelas por aquella despedida: “La distancia provoca el olvido. No lo consintáis”. Gracias a mis suegros, Teresa y Gabriel, que nos mandaban paquetes de alimentos, lecturas y esperanzas. Gracias al niño Moisés por devolverme mi infancia y darme su alegría a pesar de hacerle de rabiar. No lo soporta, me chilla y me dice con el dedo: ¡No, no y no! Pero uno tiene tantas ilusiones puestas en él… Gracias también a la dignidad y a la pobreza de mis padres, Asun y Miguel, con esas virtudes me hicieron rico en valores. Y gracias a mi mujer, Paloma, que me aguanta, me quiere y me admira sin saber lo que anda por esta cabeza melancólica. Ella, cada amanecer, como vosotros hacéis hoy, me impone la medalla del amor.

Homenaje e Imposición de medalla por parte de la Directora General María Hilda Jiménez al cadalseño Miguel Moreno González con motivo de su jubilación, tras 40 años en el Ministerio de Asuntos Exteriores. Discurso pronunciado por Miguel durante el acto. Enhorabuena.

                                                                                 Miguel MORENO GONZÁLEZ