Tardes de rojo
(El rojo
siempre ha sido uno de mis colores favoritos. El otro día revisando viejos
escrititos me encontré con éste, que me sorprendió con sentimientos encontrados.
Lo escribí mentalmente una tarde de mayo que iba a los toros. Esa tarde reparé
en que casi todo lo que aparecía ante mí era rojo o pintado de ese color. Al
llegar a casa trasladé lo pensado al papel del ordenador. Con la distancia de
los años comprendo que parte de aquel color rojo se fue desvaneciendo. Los
colores van cambiando de matiz con el tiempo, como las personas con sus
experiencias vividas se tiñen con la pátina de la edad. Creo que nadie es el
mismo con 20, 40, 60 u 80 años. La vida no pasa sin dejarnos su huella pintada
en la memoria y en el corazón…)
Las tardes tienen múltiples matices y variantes del color rojo. Los
atardeceres son para mí, fundamentalmente, siempre rojos y los del mes de mayo
y septiembre se enseñorean por completo de mi espíritu dejando a la intemperie
mi alma roja y herida.
Canciones tristes impregnadas de rojo y
amapolas rojas en la primavera roja, los claveles rojos y los geranios rojos
los ponían nuestras abuelas sobre el alféizar rojo de la ventana roja. Rojas las
flechas de las bandadas de pájaros al igual que rojo es el infinito que surcan
en los crepúsculos rojos. Rojos los lugares donde todo es conmovedoramente
rojo, el rojo nada entiende de los intereses grises que carecen del rojo,
tampoco entienden del material obscuro de las monedas que no son rojas. Siempre
al rojo: Al rojo sublime y rojo hermoso de mi pueblo rojo.
De rojo oscuro es el desamparo y rojo más claro es el anhelo rojo que
aparece suspendido entre la roja inspiración y el sentimiento rojo. Los sueños
son rojos para aquéllos que viven inmersos en una pasión roja tan roja como mi
bicicleta que es más roja que la Cruz Roja. La vida roja es demasiado corta
como para sentirla si no se la vive con fervor rojo, ella se parece a esos
amores malditos y rojos que gotean una mirada o un gesto rojos capaces, por si
solos, de redimirnos del infierno rojo del olvido. Tenemos amores rojos
escondidos en el rincón más bello, intocable y rojo de la memoria, pero no
conviene encontrarse con los viejos y apasionados amores rojos. Las cuentas
rojas del corazón rojo nunca se acaban de pagar de tantos y tantos números
rojos que atesoran.
Buenos días Pedro bonita reflexión
ResponderEliminarAurora Ferrera Ruiz
Guapo 👏👏👏. Pedro el.. día 🍀🍀
ResponderEliminarMaribel Jimenez
Un escritito muy rojo.
ResponderEliminarUn abrazo... rojo, por supuesto.
Luis C. Trijueque
Sé que los Cadalseños son muy aficionados a los toros, a la lidia, yo no lo soy
ResponderEliminarEugenia Del Castillo
Me gusta la música la gente, pero ya toro y torero lo paso mal...
ResponderEliminarEugenia Del Castillo
Ahora va a resultar que me sales rojillo.
ResponderEliminarJavier Perals Samper
Se lo dices a Miguel, no? Tú sabes que yo nooooo. Abrazos.
ResponderEliminarHe tenido unos días con un lío rojo intenso y no leído hasta hoy este escrito en rojo que denota maestria en su composición alrededor del rojo. Me ha gustado mucho.
ResponderEliminarPepe Vázquez
Qué bueno tu escrito rojo...más que bueno....no encuentro el calificativo...¿quizás QUINTAESENCIA DEL ROJO! Enhorabuena, Miguelón, de un viejo semifacha transmutado provisionalmente en ROJO.Gran abrazo. Diego S. Bustamante
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