(Le dedico este recuerdo a la nieta de Pedro Alfonso, Carolina, con el deseo de que su vida futura esté colmada siempre de felicidad y, claro, también se lo dedico a mi hija Berta.)
TARDE DE AGOSTO DE
TOROS Y AMOR EN CENICIENTOS
Me pareció ver al anterior crítico taurino
de Telemadrid, Miguel Ángel Moncholi Chaparro, en la plaza de toros de San
Agustín de Guadalix. Al creer verlo recordé nuestra afectuosa relación, aunque
él es mucho más simpático y mejor persona que yo. Sobre todo recuerdo un
sucedido muy hermoso que, gracias a él, viví con mi hija Berta en la Feria de
Cenicientos de aquel agosto, creo que de 1995. Moncholi -sólo él-, fue el que
puso a Cenicientos en el mapa taurino divulgando incansable la afición del pueblo
al toro íntegro y encastado. Ellos siempre creyeron que triunfar sin peligro
era hacerlo sin gloria… Los coruchos,
agradecidos, le dieron su nombre a una de las calles que desembocan en su plaza
de toros.
Ese agosto fui con mi vecino, Ángel Garcia del Saz, a los toros de Cenicientos. Ángel haría las fotos y yo la crónica para publicar todo en el semanario SEPA. Nos acomodaron en un burladero del callejón de aquella -por entonces- plaza portátil. Moncholi, siempre atento conmigo (varias pruebas de ello tengo), se acercó a saludarnos amablemente. De sopetón me comenta que tiene que irse urgente nada más acabar la corrida y que no puede organizar el coloquio que cada tarde, al finalizar el festejo, conducía en el Hogar del Jubilado del pueblo. “¿Te atreves a moderarlo tú?” Sin dudarlo ni un segundo le respondí afirmativamente (si llega a ser ahora…)
Sala abarrotada. Sobre el estrado que dominaba el conjunto reposaban varias sillas para toreros, invitados… En un extremo, cerca de una puerta, sientan a servidor (si tengo que salir corriendo la puerta está cerca…) En primera fila Paloma y nuestra hija, Berta, (su hermano Miguel se quedó con su abuela Asun y sus amigos en Cadalso). Berta no deja de mirarme extasiada y sonriendo, con su cara turbada de felicidad. Al acabar (la cosa no se dio mal del todo entre vaso y vaso de agua), la niña sale corriendo hacia mí con los brazos abiertos. Salta a mi cintura y enrosca sus piernas y brazos sobre mi pecho y espalda sin cesar de besarme radiante y emocionada. Cuando se cansó apoyó su cabeza en mi hombro y me dice llena de ternura al oído: “¿Porqué bebías tanta agua?” -Por los nervios, hija, por los nervios… acerté a responderla.
Ya no se separó de mí. Me agarró de la mano y de cuando
en vez acariciaba con su frente y su mechón blanco mi costado izquierdo.
Después tuvimos los aficionados una animada charla taurina en el bar del hogar
bebiendo cerveza fresquita. Unos me dijeron que bien (pocos), otros que mal
(muchos). “¿Y esta niña tan guapa?”
¡Es mi hija! Y ella apretaba más fuerte con sus manitas mi mano. Sin saberlo,
Miguel Ángel Moncholi nos hizo ver y sentir el amor más hermosos e inolvidable
que tenemos en este mundo.
Berta
Años después volvimos Berta y servidor a los toros de
Cenicientos y coincidimos al finalizar la corrida con Miguel Ángel en el
callejón de la nueva y flamante plaza de toros. Saludos cariñosos: “¿La conoces?, era una niña la última vez
que la viste…” -¡Claro que sí! ¡¡¡Es
Berta!!! Qué mayores nos hacen los hijos y cuánto se les quiere-; respondió
sonriendo y satisfecho. De esa materia, el amor, estamos hechos todos los seres
humanos, aunque en ocasiones no lo parezca…
Miguel MORENO GONZÁLEZ
Precioso Miguel.. precioso. Sin palabras. Eres un artista... pero de los grandes. Ole ole y Olé...
ResponderEliminarJosé A. Álvarez G. De Guzmán
Hola, a mi querido esposo QDEP le gustaba mucho ir con sus amigos. No he ido a los toros pero, si muchas veces de paseo. Es también un pueblo muy bonito..❤️
ResponderEliminarMaria Eugenia Blázquez Bascuas
Así es, no hay nada más confortante que la mirada y el abrazo de nuestros seres queridos. Y más después de esa encerrona para dirigir ese coloquio, pero seguro que saliste bien airoso, gracias a tus conocimientos y don de palabras.
ResponderEliminarLuis M. González
Ese día seguro que Berta fue la niña más feliz y orgullosa de su padre que había en este mundo. Qué bonito.
ResponderEliminarUn abrazo.
Luis C. Trijueque
Gracias por vuestros cariñosos comentarios.
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