LLEGADA A ARGEL DEL VUELO PROCEDENTE DEL CORAZÓN
(A mi hermano Nati, que miraba pasar por el cielo de Cadalso los aviones con “propulsión a chorro”)
Llegaste al
aeropuerto de Argel una tarde plateada de comienzos de Diciembre de 1981,
vestías un jersey claro de cuello de cisne enroscado a tu esperanza. Te vimos
Paloma y yo a lo lejos. Ibas y venías explorando desconcertado sobre el techo
de la terminal tu destino. Tu equipaje lo buscabas sobre la cinta deslizante y
tal vez no reparabas (¿o sí?) en ningún otro punto que no fuera tu preocupación.
Según te mirábamos sentimos que ya no estaríamos solos en aquel país tan
distinto al nuestro, que todo sería más llevadero en tu compañía, incluida esa
nostalgia que sin avisar nos desbordaba la melancolía. Hacía cuatro meses que
había muerto nuestro padre y algo teníamos que hacer para salir adelante sin
que nuestra familia se resquebrajara. Tenías entonces veintiún años y muchas
ilusiones concentradas en lugares remotos y entrañables. Dejaste en Madrid una
novia que soñaba contigo (y tú con ella) por las oquedades de aquellos días
ilusionados. En Cadalso quedó entre penas y angustias nuestra madre y, entre la
desolación y la sorpresa, quedaron también los hermanos chicos, Justo y Jose
(de dieciséis y nueve años, respectivamente). Durante aquellas noches
invernales que les derrotaban sin compasión, se hacían cientos de preguntas
extrañas sin encontrar respuestas junto a la chimenea de la casa de Las Sillas. Allí dejaste incluso tu
adolescencia antes de saborearla, oculta en medio de retamas y de atajos con
trabajo, aquel inicio juvenil lo surcabas de madrugada mientras dibujabas sobre
el camino el mundo coloreado que imaginabas.
El verano anterior padre me
dijo que a ver si hubiera un hueco para ti en nuestra Embajada en Argelía. Me
lo comentó satisfecho con su camisa blanca inmaculada, su pantalón gris, su
corte de pelo “al cero”, su corazón
sensible y el pozo de su huerto repleto de agua y ternura. Tomábamos unas
cervezas en Casa Carabias, ventanas
abiertas de par en par y gente sonriendo, fue un atardecer inolvidable con el
lienzo de la noche ya preparado para recibir sus trazos de fantasía. Nos
situamos en la esquina de Salva, a la derecha según entras, bajo un ventilador
de aspas enormes parecido a los que salían en las películas de detectives del
cine Condestable. Desde allí divisábamos repleta la terraza de “El Tilo”, mientras observábamos
complacidos que al fresco del anochecer muchos niños jugaban sin parar con la
tierra, como por otra parte siempre hemos jugado los niños: con tierra, besos y
sonrisas… igual que lo hacía el tuyo, Álvaro, apartándose los bucles rubios
cuando le caían sobre los ojos que le impedían ver sus cochecitos surcar las
carreteras de arena. No sé, pero siempre me pareció que a los pequeños les gusta
jugar en ese lugar. Será la arena que continuamente llama a los infantes como
lo hacen sus madres. Yo rememoraba todo esto según te esperaba y con la
incertidumbre y el temor de un futuro que ya no admitiría marcha atrás ni arrepentimientos;
posibilidades estas que se les niega siempre a los de abajo.
Hoy
lo que prevalece en mi memoria por encima de cualquier otra consideración, es
el recuerdo de aquellos instantes limpios y desprovistos de otro interés que no
fuera el del cariño. Una anochecida averigüé lo necesario que me resulta que me
estimen para así combatir mi latente inseguridad. Uno ya tiene un montón de fracasos,
años y emociones que le dejan tendido ante los cascos de los caballos
desbocados de la vida. Quedas a la intemperie del mundo y abandonado a tu
suerte sin esperarlo. Ya las ganas de luchar por lo que uno creía justo fueron tamizadas
por el tiempo y hasta las Nocheviejas parecen haber perdido su magia… Sin
embargo, cada primavera sigo oyendo conmovido los cantos de la oropéndola y del
cuco en Tórtolas. Es ahora, después
de tantos años pasados y de tantas experiencias, cuando volvemos a encontrarnos
en este aeropuerto que es como la metáfora de la vida, que siempre nos espera
paciente para hacernos ver que damos muchas vueltas para, al final, volver al
lugar de partida. En este preciso instante me apetece decirte que te admiro y
que me siento orgulloso de ti, es en este señalado momento cuando te lo digo
antes de que sea muy tarde para todos y perdamos el avión del corazón. Apareces con un cálido abrazo de bienvenida en
la mirada y un canto de ruiseñor en el corazón. Y eso, nos lo tenemos que decir
y dejarnos de zarandajas, porque me parece que es lo más hermoso que se pueden
decir las personas y es, sin duda, lo que más les sirve para seguir por los
atajos de colores.
Esto es una hermosa gesta
humana carente de bienes mundanos, hazaña
que se nos grabará tan fuerte en el alma que será capaz de hacernos superar los
malos ratos que nuestra existencia nos pueda deparar. Es como ir un poco más
allá de lo de siempre, ponernos manos a la obra y edificar acaso el bello
edificio del respeto, del cariño y de la amistad. Como cuando éramos jóvenes,
buenos e ingenuos y empezábamos las cartas con esa frase que quería ser una
encantadora declaración de principios: “Querido
hermano, dos puntos…” y después de eso ya venía lo otro, aquello de: “te echo de menos…”, “ayer me acordé de
ti…”, “tengo ganas de verte para contarte lo que me pasó…” Y terminábamos
despidiéndonos: “Recibe un abrazo muy
fuerte de tu hermano, éste que lo es…” Cosas así que hacían que brotara lo
mejor que teníamos guardado en lugares misteriosos que no reconocíamos como
propios, éramos demasiado jóvenes e ingenuos y superaban nuestra humilde
comprensión. ¿Y luego qué pasaba…? Pasaba que tomabas el avión a propulsión del corazón y te ibas solo a soñar entre las
nubes cadalseñas.
Diego María Sánchez Bustamante, Gilberto Marquina López y Jóse María Ullrich Rojas. Embajador de España en Argel 1980-1982
Miguel
Bonito relato
ResponderEliminarMariano
Buenos días
ResponderEliminarMaria Cristina Fuentes Rojas
Preciosa y entrañable
ResponderEliminarRosa Foncuberta López
Migue cada jueves te superas
ResponderEliminarUn relato muy bonito y lleno de amor y cariño con los tuyos
Buenos días Pedro te puedo asegurar que de todas tus historias que e leído está es impresionante me a emocinado. que cosas es la vida pero es la vida te deseo un feliz día y mi Ehobuena y felicidades por todo ❤️ lo importante que está historia tuya un abrazo Buenos días ❤️
ResponderEliminarAurora Ferrera Ruiz
Como siempre muy emotivo Miguel y Familiar 👍👍😍😍😍😍😍
ResponderEliminarAntonia Frontelo Morales
Excelente relato lleno de emotividad y cariño hacia los tuyos y a los que formaron parte de aquellos momentos de tu vida, es sencillamente una manifestación de amor por la familia y por lo vivido durante aquellos años de Argel. Siempre se aprende más de los momentos difíciles, de las situaciones que parecen que se nos escapen de las manos, pero que al final son los mejores recuerdos y la mejor lección de superación.
ResponderEliminarUn abrazo y salud para toda tu familia
Zorro Corredero
Buenos días pedro
ResponderEliminarJuani Robles Morillas
Que bonita historia , que tiempos aquellos vividos en Argelia y que pena aquel retorno por la muerte de vuestro padre, cuántas calamidades se vivían antiguamente y eso que yo me crié entre algodones y tenía todo lo que podía desear una niña de entonces pero por la edad yo no vivo aquello pero si me cuenta muchas cosas mi madre. Te admiro Miguel por ser tan luchador y junto a Nati cuidar a tu familia y sacarla adelante
ResponderEliminarMaria Antonia Hernández
Ahhhhh!!!como se parece Nati a Justo
ResponderEliminarMaria Antonia Hernández
Gracias Pedro por tus palabras que desprenden todo ese cariño que nos tienes; sobre todo a mi madre, a la que siempre has admirado. Gracias, una vez más por hermosear estos escrititos. Hago extensivo mi agradecimiento a los autores del resto de los comentarios que no fallan cada jueves, dando así alicientes a estos escrititos que vienen a ser, como dijo Pablo Neruda, un: "Confieso que he vivido." Agradecido de corazón.
ResponderEliminarComo dice María Antonia. Mi hermana y yo hemos vivido nuestra niñez y juventud ""entre algodones"" pero, he visto a nuestro alrededor, varios necesitados a quienes mis padres les prestaron ayuda.. Han sido unos relatos muy interesantes😘
ResponderEliminarMaria Eugenia Blázquez Bascuas
Precioso como siempre... Recuerdo que me contabas cosas sobre Nati en Argel... A mí no se me olvidan las cosas del corazón... Enhorabuena amigo...hoy has cortado...orejas y rabo.
ResponderEliminarJosé A. Álvarez G. de Guzmán.
Qué bonito relato, te deseo lo mejor.
ResponderEliminarGuillermo Yuste
Bello y emotivo homenaje a tu hermano. Así se mantienen unidas las familias.
ResponderEliminarUn abrazo.
Luis C. Trijueque
Gracias.
ResponderEliminarSabes que os quiero.
Nati
Con una sola palabra se puede hacer el mejor homenaje, esa palabra, usada por ti, es: bonhomía, que procede del francés y está formada por "bon", bueno, y "honme" hombre, es decir buen hombre, pues eso es lo que eres Miguel, y por supuesto el gran Zorro Corredero también.
ResponderEliminarUn abrazo a los dos.
Antonio.
Gracias por tu cariñosa mención, Miguelón,Miguelato, muy querido y admirado Miguel. Gran abrazo y otro a Paloma.
ResponderEliminarDiego M. Sánchez Bustamante
Muy bonito y emotivo, un fuerte abrazo Miguel y Paloma.
ResponderEliminarMontse Hergueta
¿Qué sentía, querido hermano? Miedo o mejor dicho tenía.
ResponderEliminarLa imagen de los policías con su uniforme azul, las mujeres con el chador blanco, el olor...
Pero al fondo tras un cristal, os veo y...
Nati
Conozco a Pedro el Zorro Corredero muy bien, a ti Miguel no mucho, mas por tus escrititos denoto tu buen saber estar y tu excelente prosa. Me gusta ese gran binomio, que sólo intenta y creo que lo consigue, llegar a la gente con humildad y sin protagonismos. Solo con la amistad se consiguen estas cosas, lo demás a veces es envidia y querer sobresalir, cosa que en vuestro caso nunca ha existido, al menos para mi. Los dos sois una maravilla, seguid así, colaboradores y prudentes. Un saludo.
ResponderEliminarCarmen
Como siempre un escrito lleno de ternura y de amor a los tuyos descrito de forma inigualable, da gusto leerte amigo.
ResponderEliminarPepe Vázquez
Un abrazo🤗
ResponderEliminarAurora Ferrera Ruiz
esta historia es para leer no solo poner me gusta
ResponderEliminarAurora Ferrera Ruiz
Que Guapo!!!
ResponderEliminarAna Teresa García González
¡Qué bien lo expresas Miguel (mi primer nombre) Moreno (mi cuarto apellido)!.
ResponderEliminarMiguel Revuelta de Guzman