EL MÁS PEQUEÑO
(Con
este escritito cierro la trilogía de los dedicados a mis tres hermanos. Cada
uno tiene el suyo y yo la satisfacción de habérselos dedicado. Éste se lo
escribí a mi hermano José Luis al poco de morir nuestro padre y… lo guardé. Nunca
lo hice público y desconozco la razón. Simplemente sería porque no existía
razón alguna. Cuatro décadas después lo difundo como homenaje a aquel niño de
nueve años, hoy ya un hombre que tiene hijos (mis sobrinos, Luna y Martín) de
la edad que él contaba entonces. Se lo ofrezco por los recuerdos bonitos que
conserva de mí y porque aquel niño sabía que le quería muchísimo… Aprovecho
para agradecer públicamente al blog “Zorro Corredero” la enorme difusión que
hace de la cultura e historia de Cadalso de los Vidrios (Madrid). Personalmente
también le doy las gracias por su hospitalidad y deferencia hacia todos mis
escrititos. Y gracias, así mismo, a los fieles y amables lectores del “Zorro”
que con sus constructivos y cariñosos comentarios valoran el desinteresado
esfuerzo de su administrador, el cual legará con la lectura de su blog un
archivo trascendental de esta época a la posteridad cadalseña.)
Nuestros padres llegaron con él a Cadalso un anochecer de noviembre. Nació en Madrid (el único de los cuatro) y arribaron en el coche de línea “El Gato”. Los abuelos, los tíos, yo (diecisiete años… !qué mayor!) les esperábamos en la puerta del bar Sevilla. Bajaron del autobús los primeros. Mi padre con chaqueta azul marino y camisa blanca, mi madre portaba en brazos al bebé muy abrigado -en noviembre, antes, hacía mucho frío-. Una toquilla blanca exterior ocultaba al niño actual y a lo que sería de adulto. La primera que se acercó a verle fue la tía Martina (mujer buenísima e hipersensible que quería mucho a los niños y a mí más que a los demás…) Con suma delicadeza le apartó la prenda y con su cara desbaratada por la ternura se volvió rauda hacia los demás exclamando: “¡Es una ricura!”. Y claro, fuimos a comprobarlo no fuera a ser verdad… Y los mayores confirmaron que sí, que era verdad, que era muy rico (un decir…) Fue la tía Gregoria quien comentó que le llamaran José Luis, porque era un nombre muy bonito que a ella le gustaba. Y se llamó José Luis y a todos les pareció bien mientras sonreían a su alrededor.
Recuerdo que discretamente mi padre se apartó del grupo. Aquel hombre, como Sansón fuerte y noble, de casi dos metros, brazos y manos enormes y rostro melancólico curtido por los vientos del campo que siempre soplaban de frente, lloraba emocionado a pesar de que “los hombres deben llorar hacia dentro, él aquella vez lo hizo también hacia fuera…” Nadie se percató, yo sí… Después, cada fin de año, al dar las campanadas y sonar el pasodoble “Suspiros de España” en Radio Madrid, volvería a conmoverse. Enseguida aparecieron Nati y Justito y le rogaron a nuestra madre: “Mama (sin acento), enséñanoslo.” Y puso al recién nacido a la altura de sus hermanos para mostrárselo. Y cuando le vieron se quedaron un poco desilusionados: “Si es muy chico…” Ellos, imagino, esperaban jugar con él a la mañana siguiente.
Hoy, hace un momento, hablé de ti con tío Justo y me vino a la mente el pensar sobre la necesidad que tienes de todos nosotros. Pasa una cosa, ¿sabes?, a veces uno piensa en lo mal que lo pasa y olvida que hay otros seres buenos e indefensos los cuales, desde su propia inocencia, no alcanzan a comprender nada de lo absurdo de todo esto y, encima, no tienen a nadie que les tienda una mano amiga para ayudarles a salir de su dolorosa perplejidad.
Jose de 1ª Comunión
Tú a los
nueve años te quedas sin padre y si difícil es para mí, ¿qué no será para ti?
¡Cuánto te quería y cómo le distraías y le animabas con tu constante alegría!
Alguna tarde salías a pasear con él y vivías los momentos inolvidables por los
que todos hemos pasado y que tan imprescindibles nos son a esa edad. Pero
también te lo quitaron de súbito y aquella noche no te atreviste a verle y en
el entierro –muy triste, temeroso y nervioso-, me diste a entender que
preferías guardar el recuerdo del hombre lleno de vitalidad al del hombre
destruido impunemente.
Perdóname
pequeño, vivimos de una forma acelerada y absurda que nos lleva directos a la
nada. Nos preocupamos del sueldo, el piso, las apariencias… Y te olvidamos sin
hacer nada por inculcarte lo importante de este mundo para que sepas
distinguirlo de lo banal y accesorio. Definitivamente destruimos los
sentimientos rebajándolos al materialismo. Verás…, la última vez que le vi vivo
fue en tu comunión. ¿Recuerdas lo felices que fuimos todos juntos? Tú
correteabas dichoso bajo un sol luminoso detrás de aquel balón “Tango” y vestido con el traje impoluto del
Real Madrid que te regalé. Los
aledaños de nuestra casa de Las Sillas estaban
llenos de gente que te quería, pero nadie se percató (salvo yo porque me lo
dijiste bajito) cómo en un santiamén te cambiaste de comunión santificado a
futbolista madridista.
Mi
desconsuelo surge con estas preguntas: ¿Quién te sacará al huerto en moto?,
¿quién te explicará cómo brota el fruto de la cepa?, ¿quién te preguntará sobre
el regalo que te hará Migue en su
próximo viaje?, ¿quién te dirá que tu padre con quienes se sentía realmente identificado
era con los humildes, como los del Rayo Vallecano; y los luchadores que
apostaban por ganar, como el torero Jaime Ostos, valiente en la plaza con el
toro y en la calle con la palabra, que decía lo que la mayoría callaban? ¿quién te ayudará a superar los
malos momentos en los que tus amigos hablen de sus padres y tú inclines la
cabeza entristecido?, ¿quién te enseñará a echar de comer a los pajarillos
abandonados…?
Perdóname
otra vez, es lo que te decía antes: Somos egoístas hasta para manifestar
nuestro dolor y yo no quisiera parecerte así. Quiero verte contento siempre
como en el día de mi boda. ¿Te acuerdas que viniste en el coche con nosotros y
cuando viste a padre en el restaurante (que, por cierto, él fue en metro), le
contaste alborozado y feliz que habías ido en el coche de los novios?
Consuélate y medita que el destino te reservará alegrías futuras que buscarán
compensarte, aunque ya sólo sea mínimamente, del dolor que su ausencia te dejó.
Miguel MORENO
GONZÁLEZ
Migue cada día te superas un escrito lleno de amor y cariño hacia tú hermano y familia
ResponderEliminarA prendiste bien de abuela a mantener unida a la familia y a quererse
Un mocetón discreto, currante y emprendedor.. buena gente. Es el recuerdo que tengo de Jose. Un abrazo para él..
ResponderEliminar������������....muy bonito y emocionante Miguel. Tu querido hermano José Luis es una gran persona. Se merece éste escrito y mucho más. Un abrazo.
ResponderEliminarJosé A. Álvarez G. de Guzmán
que historia de dolor y alegría ere una persona especial para todos los demás es tu historia que la lean. la vida como es la vida ❤️❤️❤️ un abrazo fuerte Pedro ❤️
ResponderEliminarAurora Ferrera Ruiz
Que bonita historia me a encantado gracias por compartir
ResponderEliminarPilar Diaz Recamal
Muy bonito Miguel
ResponderEliminarJuani Lopez Conde
Buena gente y trabajadora
ResponderEliminarMariano
Que bonita historia!!! Y que fotos más antiguas José seguro que fue el juguetito de todos en la foto de la comunión se parece a tu madre es verdad que era muy rico .parece que estoy viviendo el momento de la llegada a cadalso del gato típica de pueblo que la mitad de las veces veníamos mareados por el humo del cigarrillo de alguno. Me encanta ver a tu abuela vale la tía Vale para mi gracias por compartir esta historia con nosotros y somos los lectores los que tenemos que darte las gracias por tus maravillosos escritos y por su puesto a pedro por publicarlos
ResponderEliminarMaria Antonia Hernández
Desde que he leído las historias que Miguel le dedica a sus hermanos, yo quiero más a los míos. Gracias por sacar lo mejor de nosotros.
ResponderEliminarCadalseña
Qué hermoso recuerdo❤❤❤
ResponderEliminarMaria Teresa Caballero Lopez
Tu hermano José es un afortunado teniendo un hermano mayor capaz de hacer un ejercicio de empatía tan acertado y emocionante como el que haces tú. Gracias y un abrazo.
ResponderEliminarLuis C. Trijueque
Pues no sé qué decir, es tan hermoso lo que transmites,,, Sin palabras.
ResponderEliminarPepe Vázquez
Decía Don Quijote:"Que de la abundancia del corazón habla la lengua." En este caso la letra de vuestros hermosos comentarios. Muchas gracias y que nunca os falte la abundancia de vuestro corazón para ayudarnos a los demás..
ResponderEliminarMuy bonito tu relato
ResponderEliminarSoledad Alvarez Canoyra
Muy bonita historia 😸
ResponderEliminarLucia Lop
Tu amor infinito a tu familia rezuma bondad y traspasa la pantalla. Sois grandes hermanos Moreno, hijos de unos padres buenos, honrados y trabajadores.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo
Félix y Raquel: Gracias, muchas gracias. Raquel eres muy buena y especial para mi.Es pura magia.No nos conocemos y sin embargo nos admiramos. Lo tuyo si es digno de admiración.
ResponderEliminarMuchas gracias por estos relatos de humanidad...tan necesaria.
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