La Casa de la Abuela
El local cadalseño donde hoy se ubica la tienda de los “chinos”, comenzó siendo un ”pub” de éxito que mantuvo su aceptación entre su fiel clientela hasta el cierre definitivo. Nunca perdió su idiosincrasia a lo largo de aquellos años en los que mantuvo siempre su original decoración repartiendo alegrías con profusión y desenfado. Inicialmente se denominó “El Monigote” y fue regentado por unos chicos madrileños enamorados de Cadalso. Después fue dirigido por el polifacético, apreciado y entrañable José “Rana”. Más tarde con el nombre de “De Ronda” pasó a manos de mi amable y cordial vecino Fernando González, acompañado por su entonces mujer, Rosi. Acabó este “garito” su recorrido para los sedientos “soplones”, con mi prima-hermana Nieves Villarín Moreno y su marido, José. Nieves le renombró “La Casa de la Abuela”, como homenaje a nuestra querida, inolvidable y admirada abuela, Luisa Martín Garcinuño. Mi ocurrente prima me pidió cuando entonces un escritito para enmarcarlo en una de sus paredes. El otro día recordaba todo esto junto al escritito que tengo la satisfacción de copiáoslo. Espero que quienes lo frecuentaron recuerden con estas letras los momentos gratos que allí vivimos. Y es que pasan tan rápidos los instantes dichosos… Nieves llevó el pub-garito de La Casa de la Abuela desde 1998 a 2002.
“Lo que uno anda buscando en los tragos
es la memoria de un tiempo feliz.”
(José Luis Garci)
LA CASA DE LA ABUELA
Nieves bailando con Quinito, su padre, en el pub La Casa de la Abuela
Una
trébede, un fuelle y unas tenazas de cocina. El puchero, la lechera y la
sartén: La Casa de la Abuela. Una
cacerola sobre el fogón junto a una lumbre inmensamente roja y gozosa. Encima
de la chimenea aparece una repisa llena de pequeñas sorpresas extraídas del
apetitoso vientre de los roscones las frías y esperanzadas noches de Reyes. A
la izquierda, según entras, un banco de madera donde a media luz reposaba el
abuelo oyendo pasodobles con el transistor pequeño pegado a la oreja, es: La Casa de la Abuela. Una pequeña
bodega con una tinaja mediana y otra chica llenas por fuera de apuntes con tiza
blanca. Aquel desván grande y melancólico que guardaba recuerdos junto a los
aperos de labranza bruñidos por el sol cadalseño. Aquella mesa camilla con
faldillas marrones y brasero en el portal, es: La Casa de la Abuela.
Recuerdos, utensilios, vivencias y amores los recogió su nieta Nieves y los reencarnó en sonrisas y alegrías en: La nueva Casa de la Abuela. En un rincón hay un mural nocturno de la Peña Muñana iluminado por una inmensa luna llena que desprende su reflejo hacia una enlutada muñeca cercana: es la desconsolada alegoría al amor de la abuela. Nieves hace posible que sigamos pasando por La Casa de la Abuela como cuando ella físicamente estaba presente. En esta nueva casa nos reunimos las mujeres y los hombres bohemios, románticos y un poco raros para conocernos mejor a ritmo lento de tragos, afectos y melodías que se te cuelan sigilosas por las mismas rendijas que se te filtra el amor en madrugadas de generosa ternura.
Un
consejo de amigo: Si ves que te encuentras en la vereda de la desolación,
procura, antes de que sea demasiado tarde, hacer una parada en La Casa de la Abuela. Feliz comprobarás
que habías confundido de manera lamentable la angustia con la alegría, el
desencanto con la felicidad, el llanto con la sonrisa… Cuando dejes La Casa de la Abuela saldrás con
tus ojos abandonados a la resaca de la
ilusión, con unas manchas de optimismo en el alma y con la certeza de que los
buenos corazones siguen latiendo aunque ya estén rotos. Es la magia de la
abuela Luisa y su nieta Nieves que hacen posible que la fiesta
del amor continúe. No te la pierdas, te ayudará a seguir sintiendo.
Nieves y Miguel en el Cristo de 2017
Miguel MORENO
GONZÁLEZ
Muy felices hemos sido. Muchos recuerdos del día del Cristo, Nochebuena, Semana Santa, vendimia... Todas las veces que iba en casa de abuela, la otra Casa de la Abuela, era de diversión, de tomarnos unas cervezas o un cubata con Nieves, oír música y bailar y pasarlo bien.
ResponderEliminarJesús
Bonitos recuerdos de la casa de la abuela preciosas Navidades comiendo roscón y hablando con tu prima Nieves ,quién hacia que los sábados fuesen especiales. La decoración era típica de la abuela y hacia que uno se sintiera como en casa. Muy bonito Miguel gracias por compartirlo
ResponderEliminarMaria Antonia Hernández
Como siempre el escrito estupendo, cargado de nostalgia y resaltando las virtudes del lugar y de las personas que lo hacen posible. Como siempre un maestro describiendo emociones. Que envidia me das en eso...
ResponderEliminarPepe Vázquez
¿Cualquier tiempo pasado fué mejor..? A las pruebas me remito Miguel.
ResponderEliminarAntonio Acuña
Que pena que dejen de existir sitios asì. Lugares que reparan el estado de ànimo. Bien merecido homenaje.
ResponderEliminarGracias a todos. Se me pasó decir que cuando lo llevó José "Rana" lo llamó "Rivel". Tiempos aquellos... Vendrán otros, pero aquéllos jamás volverán salvo en el recuerdo. Mi recuerdo para Agustín Morales, con el que solía ir a tomar copas mientras él esperaba a su sobrina Aurora y yo a mis hijos, Miguel y Berta. Allí Nieves enseñó el arte de servir copas a mi hijo Miguel. Si vierais qué contento se ponía el chaval cuando ella le daba la oportunidad...
ResponderEliminarTodos reíamos (y bebíamos) mucho.
Muy bonito relato yo recuerdo el baile en casa Quinito que por cierto fui mucho
ResponderEliminarCarmen Frontelo Morales
Alguna copita me he tomado allí
ResponderEliminarAniceto Herranz Lizana
ibamos mucho con cada Nombre, muy bien se pasaba
ResponderEliminarChelo Villarin Recio