Esta cascada es impresionante y la casa sostenida al
borde del precipicio parece obra de la naturaleza, no del hombre. El día es
precioso y provoca al campo realzándolo. Los lugareños pasean satisfechos entre
los pinos y castaños. Voy cansado pero mi mente hace compendio de todo lo que
observo, pienso que en esta soledad alegre uno recuerda a quien ama. Desde aquí
arriba, en la cumbre, los rayos ultravioletas del sol logran que los pétalos de
las flores adquieran vivos colores y abajo, en el valle, se ve dibujado un
pueblo con la plaza de toros a modo de apéndice. Sus círculos concéntricos
semejan los anillos de boda con los que se juran fidelidad eterna los
enamorados. Como yo se lo juré al toreo siendo niño.
Brota por doquier la vida
y el afán de existir. El campo está sembrado de un verde que va difuminándose
con el paso de las jornadas. Observo esa ardilla que abandonó su refugio
nocturno para trepar a la copa del pino cercano; una perdiz, atrevida ella,
cruza con vuelo raso la carretera; la liebre salta febril y polvorienta sobre
la cuneta; un perrillo reposa tumbado bajo la sombra de un castaño y esa
cigüeña de vuelo elegante se dirige hacia un nido artificial construido sobre
el campanario. No me gusta tanto reptil muerto sobre el asfalto, no lo puedo
remediar. El olor y la temperatura cambian dependiendo del lugar por el que
paso y de olores, tanto como de amores, sabrá esa pareja que descubro en el
soto alimentando su amor.
Oigo
ruidos de cohetes, quedan en suspenso caprichosas volutas que juegan sobre el
vacío. Es bonito este sonido de campanas desencadenado de improviso. Seguro que
es la fiesta del Patrón y explicaría este maremágnum mezclado con las notas que
lanzan al espacio una banda de música; tengo debilidad por estas bandas de
pueblo que me suenan a música celestial y sintonizan con estos lugares llenos
de sombras, luces y vida. Coincido en la plaza con una procesión; están todos
frente a un altarcito y arrojan al santo pétalos de rosas que al final reposan
sobre el suelo, discurre suave por la mejilla del icono una lágrima cuando
parte la comitiva. Soy iconoclasta, pero esta imagen me gusta. La vida es así,
a unos les sobra compañía, otros la anhelan: "Tantos y tan solos", leí una vez en la galería del metro
de Noviciado. Hará cientos de años. Yo era jovencito y ya sentía las cosas con
melancolía.
¿Qué
meditarán esos viejecitos sentados en el umbral de esa puerta de madera? ¿Qué
recuerdos les hacen vivir? ¿Qué nostalgias de días luminosos como el de hoy pueblan
su memoria? Está bien eso de dar a cada viejo un recuerdo y una ilusión a cada
niño. A veces pienso que desde mi vulgaridad intento darme importancia con mis
cosas. Ahora estoy solo y creo que he debido defraudar a la gente que me
quiere. Esperaban tanto de mí que les parecería absurdo si me vieran en este
momento: Un hombre solitario con su mundo y su bicicleta a cuestas y alrededor
enredando la vida…
Miguel
MORENO GONZÁLEZ
Fotos: Archivo Fotográfico Pedro Alfonso
Fotos: Archivo Fotográfico Pedro Alfonso
Como siempre bien todo escrito y fotografias. Gracias.
ResponderEliminarMariano.
Asi estamos todos solos con uno mismo aunque estes rodeado de gente cada uno con sus cosas
ResponderEliminarAntonia Frontelo Morales
Estimable documento
ResponderEliminarpara un tiempo venidero,
los soplones del momento
nos describen su aislamiento
en el Zorro Corredero.
Tu relato rebosa vida. La que vivimos, la que nos queda por vivir. Las pequeñas cosas que por cotidianas, no valoramos pero que cuando faltan, nos damos cuenta que son las que nos llenan el corazón. Las que nos arraigan a la tierra, a nuestros orígenes.Muchas gracias!!!
ResponderEliminarBonito relato
ResponderEliminarAntonio Bravo Recio
Bonito escrito, donde defines muy bien, como según vamos avanzando en la línea del tiempo de la vida, solemos apreciar más las cosas pequeñas, a veces, insignificantes y nos volvemos más nostálgicos y a veces, nos sentimos solos, pero esa soledad también nos hace recapacitar y observar las cosas de otra manera.
ResponderEliminarLuis M. González
UNOS ATRACTIVOS AJOS
ResponderEliminarLos de Coimbra
Unos atractivos ajos
hemos cosechado en Coimbra,
y la brisa que los cimbra
alivia nuestros trabajos.
De la tierra entre agasajos
y el veinte del mes en curso,
sacaremos sin recurso
los ajos hijos del huerto,
que nos premia nuestro acierto
con plácemes del concurso.
En Cenicientos, coruchos
ResponderEliminary en Cadalso, los soplones
son hábiles y son duchos
en resolver situaciones.
Me encanta esa fotografía
ResponderEliminarClara Perezagua Lopez
Gracias a todos por vuestros sentidos comentarios. La verdad es que un escritito sin las fotos de Pedro, es menos escritito...
ResponderEliminarGracias a ti Miguel por darme la oportunidad de participar en tus escrititos con mis fotos. Todo un placer.
ResponderEliminarQue bonito ,Miguel tienes magia en tus escrititos te montas en tu bicicleta y dejando correr tu imaginación nos das un enriquecedor paseo por las costumbres Cadalseñas. Mira una cosa !!yo te entiendo perfectamente la situación vivida por este virus hace que sintamos carencias de afectividad,de libertad,de fiesta etc.... Y eso hace que nos sintamos solos.Muy bonito como siempre ya sabes que me encanta todo lo que escribes
ResponderEliminarMaria Antonia Hernández