(Para
Rafael, Carlos y para todos los que esperan con esperanza…)
LECTURAS
PARA UN VIRUS SIN CORONA. A GUISA DE PRÓLOGO Y EL ORATE CUERDO COMO EPÍLOGO
Creo que no existe mejor lectura
para entretener nuestra forzada reclusión por el “virus sin corona”, que la del “Ingenioso
Hidalgo Don Qvixote de la Mancha”. El
Caballero de la Triste Figura era un personaje eminentemente optimista.
Nunca dudó de su victoria en todas aquellas aventuras que acometió solo o junto
a su fiel Sancho Panza. Hizo de la
utopía y de su amor platónico el anhelo constante de su vida. En todo el libro
no recuerdo que se contagiara de desánimo. Sin desmayo, estuvo por encima de él
con ese entusiasmo del que todos deberíamos purificarnos en estas difíciles
jornadas. Únicamente al sentirse morir, tuvo algo parecido al desaliento: “Señores, vámonos poco a poco, pues ya en
los nidos de antaño no hay pájaros hogaño…”
Y hasta en esa frase hizo gala de su exquisita naturalidad
ante la muerte. Jamás le volvió la cara a adversidad alguna. Luchó y fue
valiente hasta el final. El Caballero de
los Leones fue siempre el artífice de su propia ventura y supo hacerse a sí
mismo. Recurramos al Ingenioso Hidalgo
para tomar fuerzas que nos ayuden a salir de esta difícil encrucijada. Alonso Quijano se hubiera lanzado a una batalla
solitaria y encarnizada contra este “virus
descoronado” hasta derrotarle. Tomemos ejemplo de él. El virus quizá tenga
corona, pero nosotros tenemos el ejemplo de nuestro héroe más universal: “¡Deteneos, mal nacida canalla (virus
asesino), no le sigáis ni persigáis (al inocente); si no, conmigo sois en
batalla!”
En 1994, mis compañeros Rafael Canellada Llavona y Carlos
de la Peña Steglich, me editaron un sencillo librito que resume algunas de las
frases que más me impactaron de Don Quijote y sus personajes. Este escritito quiero
dedicárselo especialmente a ellos y a todos los que siguen luchando contra este
“virus sin corona.”. ¡Va por ellos!
Adjunto a continuación, con leves retoques, el prólogo y el epílogo del
mencionado librito: Aforismos y Ocurrencias del Ingenioso Hidaldo Don Qvixote
de la Mancha.
A
GUISA DE PRÓLOGO:
La primera vez que leí “El Quijote”
fue en Argel. Me encontraba entonces solo y recuerdo su lectura en tardes
lentas y apacibles, sentado en el viejo sillón del salón de “mi” casa colonial.
Aquellas tardes encantadas las arrullo entre las predilectas de las vividas por
mí. Allí, alejado de todo lo mío; Don Quijote, cediéndome un sitio en
Rocinante, me enseñó a soñar con ello.
El sortilegio de aquella época hizo
que volviera a leerlo varias veces más en Cadalso y Madrid. La última fui
anotando las frases que llamaban mi atención. Expresiones que, más de cuatro
siglos después, siguen vivas filtrándose adormecidas hacia mi sensibilidad,
como yo deseo se os filtren a vosotros.
Hice copias de esos apuntes y a
partir de ahí lo que asís entre vuestras manos se lo debemos a Rafael y Carlos.
Ellos, con el resto de compañeros, hacen posible esto y mucho más...
Todos saben de mi ánimo quebradizo y
cuando toca aspereza la suavizan trocándola en sosiego. Yo se lo reconozco en
silencio en mis escrititos que
contienen lo poco bueno que poseo desperdigado en locuciones que ellos mismos
me sugieren. Es mi particular homenaje que confieso aquí por primera vez
buscando hacer lo mío de ellos.
Gracias a todos y que lo disfrutéis.
¡Ah!, os pido un favor: colocarlo junto a los libros más queridos, por si se
nos pega algo de ese cariño...
Miguel
Moreno González
EL ORATE CUERDO
Debió ser un hombre profundamente vitalista
que pasó su vida solo, muy solo, aislado en un interior de nebulosas.
Posiblemente no supo encaminar el cariño que atesoraba para sus semejantes de
forma adecuada o, quizá, ellos no se lo aceptaron.
Ideó una historia para, mediante la letra,
intentar transmitir a sus lectores esa bondad que llevaba consigo. Pensaría,
digo yo, que uno se explica mejor escribiendo que hablando. Suele acontecer que
los viajes con destino al corazón se hacen más cómodos sobre la letra que sobre
la palabra.
Le imagino escribiendo sin cesar con una
pluma de ave a la luz de una vela y acodado sobre una mesa pequeña de madera.
Estaría en el portal de una casa fría del viejo Madrid (calle León. Barrio de
Las Musas). Su rostro reflejaría la satisfacción interior que le procuraba el
relato de una historia metida día a día en su cabeza y noche a noche en su
espíritu. Falto de diccionario pero ahíto de imaginación.
Creó entonces un hijo
humilde, atiborrado de emociones varias y con inteligencia rayana en lo orate
para mejor justificar sus deslices utópicos. Y lo lanzó a la aventura hermosa
de la vida acompañado de un fiel escudero que perseguía subsanar sus miserias
eternas obteniendo una posesión rodeada de espejos.
Su amo, mientras, luchaba por conquistar el
derecho a soñar con una pasión imposible. Evitó lo esotérico, lo oculto, el
miedo a todo lo que no se comprendiese con una caricia; mas, si no lo veía
claro, se aferraba a los encantos que expelen las esencias del sentimiento,
aquellas que nos empujan hacia la esperanza.
Todo el libro se
convirtió en una delicia de sabor inmarchitable. Un sublime e inmenso canto a
la libertad, a la felicidad, a la comprensión, al amor... En definitiva, un
canto a esa quimera que siempre está por llegarnos en forma de amistosa
solidaridad.
Cada vez que finalizo "El
Quijote" me asalta algo insólito que descifrar no puedo. Es... ¿cómo diría
yo..? Como un desamparo ilusionado. Sí. ¡Eso es! Y como no quiero sentirme
desamparado en estos tiempos de “virus
sin corona”, de nuevo recurro a él en busca de equipajes para el espíritu.
Miguel Moreno González
Muy interesante Enhorabuena por la labor,👏👏👏👏👏
ResponderEliminarAurora Ferrera Ruiz
Amigo Miguel ,seguiremos luchando como don Quijote.bonita reflexión
ResponderEliminarMaria Antonia Hernández
Muchas gracias por tus escrititos, siempre terapéuticos y ¡ahora más que nunca!
ResponderEliminarMaría Rivero
Miguel.. has hecho más en todos estos años por divulgar esa obra genial que ningún ministro del ramo. Tú tocayo Don Miguel te lo hubiera agradecido enormemente..
ResponderEliminarUn abrazo fuerte, compañero..
Lo he leído ocho veces (la primera vez a los 17 años) y siempre encuentro algo nuevo.
ResponderEliminarMiguel Revuelta de Guzman
Muchas gracias a todos. Y mucha salud. Al final es lo más importante que tenemos. Sin olvidarme del Ingenioso Hidalgo...
ResponderEliminarUn abrazo sincero a todos.
Miguel no dejes de subirte a lomos de Rocinante,y junto con tu admirado Don Quijote recuérdanos lo bella que es la vida, la libertad, el amor,la amistad,la esperanza y la justicia.
ResponderEliminarMagnífico tu escrito sobre el hidalgo que, siendo tan terrenal, vivía en sus sueños.
ResponderEliminarLuis Carlos