Nuestra vida en común llegó hasta la
infancia. Y allí se detuvo y no avanzó más. Y sólo tengo recuerdos vuestros infantiles.
Y únicamente niños. Toda la vida habéis sido niños en mi mente. Y cómo, después
de las inexistentes siestas de las tardes veraniegas, jugábamos incansables a
los toros detrás de la granja de Ana María: Felipín, tú y yo. Y espigas
campestres las banderillas clavadas en los jerséis. Y trapos los capotes. Y más
trapos envueltos en un palo las muletas. Y una tabla fina claveteada en cruz el
estoque. Y público. ¡Mucho público! Y triunfos, ¡cuántos triunfos infantiles
hay en nuestra vida humilde!
Y Felipín que viene a jugar cuando no
contábamos con él porque habíamos discutido. Y tus botos a los que yo clavé una
lima puntiaguda jugando a los cuadros. Y tú que lloras. Y tus padres que
vienen. Y mi tía y mi abuela que me regañan. Y Felipín que nos cuenta lo de los
niños de París. Y tu timidez. Y su desparpajo. Y mi miedo. Y aquellos pastos
que se nos queman una noche sofocante. Y apagarlo con la arena que recogía en
mis manos. Y salir corriendo sin destino. Y las historias que me contabas de
toros perdidos y solitarios por la Sierra. Y tu padre que los encontraba por
las noches y los volvía cariñoso a la manada. Y yo que te escuchaba embelesado.
Jose "Chorlo"
Y el frío en los dedos expurgando las aceitunas de Noviembre. Y recoger sarmientos para calentarnos por la noche en la lumbre. Y nuestras rodillas siempre llenas de costras por las caídas. Y quedar los tres el Día del Gallito para ir juntos a la escuela a recogerlo junto con nuestro libro. Y pedir aguinaldo con guantes de lana. Y las estrellas fugaces redondos platillos volantes. Y los luceros del alba adornos navideños. Y la radio y los tebeos que nos anunciaban y nos contaban historias de Navidad. Y tú que te marchas y vuelves poco, o casi nada. Y yo que me voy pero siempre estoy volviendo para vivir en nuestro pasado.
Y Felipín que se muere en Julio, por la
tarde. Y yo recuerdo. Y tú, Loren, te vas en Junio. Y sólo tengo recuerdos
vuestros de niños, de juegos detrás de la granja, cuando el verde de las cepas
es el más intenso del año y los rayos del sol rebotan en sus hojas. Y ese
verde, y ese sol os acariciaban la mirada cuando os fuisteis en verano. Y mi
abuela que me lo dice según acariciaba emocionada los bucles de mi pelo. Ella
que sólo conserva nuestros nombres de infantes. Ella que siempre es abuela y
nosotros, sin embargo, dejamos un día de ser niños. Y ya de mozos supimos lo
triste que es la muerte y la pena. Y acaso yo quiera seguir siendo niño, aunque
sea para que vosotros estéis conmigo.
Y Rimun, gallardo y decidido, que siempre me
"aperruchaba" a los santos,
a la taba y a lo que hiciera falta. Y José "Rana", virtuoso del balón
y del idilio, que amaneció tendido en una cuneta con aquel pelo que le llegaba
a los hombros y con su sonrisa desdibujada. Y Emeterio, de andar pausado, en un
árbol mirando la inmensidad del Venero como un héroe mitológico. Y José
"Chorlo", tan bueno fue que le gustaban las cartas que le escribía desde
Argel y se marchó en Octubre, antes de que llegaran las bondadosas tardes de
invierno donde tocar la bandurria. Y Antonio "Macareno", que buscaba
un perrillo perdido entre las piedras como buscaba risueño alegrías durante las
madrugadas. Y José "Magán", con el que bebía cervezas y era el único
que silbaba melancólico a la noche y a la soledad. Y Teodoro "Vigi",
que con sus tebeos me aficionó a la lectura y a la aventura.
Miguel con su padre y hermanos en la Peluquera
Y antes que todos, mi padre, con las brasas y las fiestas de Agosto, agarrado suavemente al astil del azadón con el que regaba su huerto. Y tantos y tantos otros… Sus palabras, sus miradas, sus sonrisas, sus andares, e incluso sus lamentos, forman parte de Cadalso desde entonces. Desde que éramos críos y todo era ingenuidad y no lo sabíamos. Y no lo sabíamos porque los niños de entonces no conocían eso. Sólo sabían de paisajes, los mismos que se han ido con vosotros. Y de pájaros, los mismos que os siguen cantando ahora, mientras yo me enredo entre recuerdos y nostalgias que conmueven los cimientos de nuestro Cadalso y mi corazón.
Miguel MORENO
GONZALEZ
Precioso 😥😥😥😥👏👏👏👏👏
ResponderEliminarConchi Lopez
Precioso Miguel. Enhorabuena.
ResponderEliminarMariano.
Precioso reportaje.
ResponderEliminarLuis Ortega
Qué relato más bonito y cuánta nostalgia del pasado 😰
ResponderEliminarLucia Lop
Gracias a todos por recordarlos. Eran paisanos, quintos, amigos... Todos murieron jóvenes. Esas muertes que jamás se olvidan... En puridad, no son muertes, son vidas con nombre distinto. A todos les brillaba esa luz interior que poseen las personas inigualables, singulares, especiales... Tengo dicho que los Dioses del Olimpo les llaman jóvenes para evitar que lo pasen mal, que nadie les dañe... Yo los recuerdo hoy con veneración. Fueron seres inigualables. Ninguno de ellos asistió a la penosa decrepitud del tiempo. Estaban hechos con el material sensible con el que se fabrican los recuerdos eternos, los de la juventud...
ResponderEliminarPrecioso!!!
ResponderEliminarEsperanza De La Cruz García
MADREEE MIAAA!!! MIGUEL MORENO, PRECIOSA CRÓNICA DE LA NIÑEZ TÍPICA DE CADALSO Y DE LA MANERA QUE LO CUENTAS NOS HACES PARTICIPES. ENHORABUENA Y GRACIAS POR ESTE REGALO
ResponderEliminarMaria Antonia Hernández
Maravilloso. Cuántas compañías de la infancia desaparecen de nuestras vidas por culpa de la muerte o de la distancia que impone el tiempo. El tiempo, esa magnitud inexorable que escribe, sin piedad, el guión de nuestras vidas.
ResponderEliminarPero ahí estás tú con tus escritos para permitir a los desaparecidos revivir en la memoria de los que les conocieron.
Gracias y un abrazo.
Luis C. Trijueque
"En puridad son vidas con nombres distintos"......Me encanta la frase.
ResponderEliminarDiego M. Sánchez
Gracias a personas como vosotros, Pedro y Miguel, estos recuerdos de la infancia, de la juventud...., de personas que dejaron huella a su paso por nuestro pueblo, siempre seguirán vivos, aunque no estén con nosotros.
ResponderEliminarAntes se jugaba en los olivares,,,,,,,, la vida ha cambiado mucho y creo que a peor 👏👏👏
ResponderEliminarAntonia Frontelo Morales
Miguel enhorabuena, los pelos como escarpias, me he visto reflejada en tus recuerdos que son muy parecidos a los de nuestra infancia, pero pensar en ellos te mueve el alma, ves escenas, vivas, de ese tiempo, esas personas que siguen y seguirán vivas para nosotros, (nuestra infancia)que no fue fácil, pero la mejor¡¡¡
ResponderEliminarY mientras las sigamos recordando seguirán vivos en nosotros y los que nos siguen, un abrazo miguel, y otro a tu madre que juntas muchas veces recordamos a esos que tanto quisimos, y que ellos desde alguna parte , siguen aquí,
Maria Rosario Caballero Lopez
Gracias Miguel!!por tantos Recuerdos en tu relato....
ResponderEliminarMaria Teresa Caballero Lopez
Miguel mejor imposible relatar con lo poco que teniamos y lo que nos divertiamos ahora tanto como tienen los niños y no saben jugar no son felices con nada muy bonito relato siendo chica con una cuerda que le cogia a mi padre jugando a la comba cuando veia el roce de la cuerda de dar en el suelo una y otra vez me regañaba no queria que cogiese sus cosas del campo y sino la lima para clavar en el suelo con cual quier cosa eramos felices
ResponderEliminarCarmen Frontelo Morales
Uf! Recuerdo a muchos de ellos, desde mi pedacito de corazón cadalseño
ResponderEliminarEsperanza Fraile Espinosa
Precioso relato
ResponderEliminarChelo Villarin Recio
Que bonito cuanta nostalgia😥
ResponderEliminarPilar Calvo Villarín
Perfectamente contado como siempre tienes una cualidad innata para remover sentimientos
ResponderEliminarSagrario Moreno Villarin
¡Dios Mío! Si al menos ellos pudieran leer tu escritito y todos estos comentarios tan emotivos, volverían a ser felices con nosotros.
ResponderEliminarLuisa
De alguna manera lo estarán leyendo, o acaso no es Cadalso de Arriba, lugar donde habitan, ese otro imaginario y a la vez real pueblo del Zorro.
ResponderEliminarInés
LA FUENTE DE LA PLAZUELA
ResponderEliminarDe la Plazuela su fuente
era un manantial sonoro
de Neptuno era el tridente
del vecindario era un coro.
Agua clara que fluyendo
era el fluir de la vida
líquido que vas corriendo
en noche y amanecida.
Cántaros que en cantareras
debajo de los vasares
cenefas de primaveras
papeles crepusculares.
Vasijas puestas en fila
los botijos y calderos
cuando al agua la mutila
el hielo de los eneros.
Fuente de aguas tangibles
que en redor tuyo jugamos
para hacernos invisibles
y tu piedra la trepamos.
Fuente origen de tertulias
pábulo de los rumores
sacudimiento de abulias
para quien pena de amores.
Llegada parada y fonda
de ambulantes vendedores
y tragos de agua en la ronda
de los mozos rondadores.
Resonando en mis oídos
mi niñez me sobrevuela
percibiendo los sonidos
del agua de la Plazuela.
EL JUEGO DEL ARO
Corre desde la Plazuela
trazando circunferencias,
sin aplicarle más ciencias
al ingenio que no vuela.
Con el cerco de un caldero
y de guía un grueso alambre,
nos impelía un calambre
imperioso y tesonero.
Correr, correr y un sudar
como sudan los potrillos,
con aros grandes y arillos
compitiendo sin parar.
Y siendo guiado entre alardes
por estrechos vericuetos,
¡aro amigo de secretos,
qué fueron de aquellas tardes!
Habilidad y reflejos
y velocidad de piernas,
de las carreras eternas
sin pies cansados y viejos.
Y de la sangre bullicio
corriéndonos por las venas,
y no conociendo penas
en libertad ejercicio.
EL JUEGO DEL MOCHO
Iban el mocho y manilla
inmersos en cada mano,
aproximado el verano
en vísperas de la trilla.
¡Qué diversión tan sencilla,
visto el juego en la distancia,
sin nadar en la abundancia,
metódico aprendizaje,
pertrechados de un bagaje
sin lujos en nuestra infancia!
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
Gracias infinitas en nombre propio y en el de ellos por vuestros hermosos mensajes: Conchi, Mariano, Luis, Lucía, Esperanza, María Antonia, Luis Carlos, Diego, Luis Miguel, Antonia, María Rosario, María Teresa, Carmen, Esperanza Fraile, Chelo, Pilar, Sagrario, Luisa, Inés, Saturnino… Es bonito imaginar que ellos –y todos los demás- han vuelto a revivir en nuestros recuerdos.
ResponderEliminarMiguel Moreno González
Desde pequeña siempre me gustó la Corredera esa parte de m juventud y aún estoy en ella y cada día más
ResponderEliminarMaria Jesus Barrios
Miguel, una vez más, enhorabuena. Sin duda buscaste rememorar estas almas incomparables. Aun sin conocerles ( seguro mis hermanos mayores si lo hicieron - fuimos “ forasteros” en Cadalso por más de 40 años -) he degustado tu maravillosa sensibilidad para hablar de ellos. Sigo disfrutando lo indecible de tus escrititos y, como tuve la oportunidad de comentar en uno de ellos que hablaba de las Navidades de antaño, te animo humildemente a que no dejes de escribir. Seguro te lo agradecemos muchos de los lectores de este espacio cadalseño.
ResponderEliminarGracias de nuevo por compartir esa sensibilidad al alcance de muy pocos.
Javier
Muchísimas gracias Javier. No sé quien eres, pero quiero que sepas que, por leer tu comentario, aún sabiendo que eres exagerado en tus loas hacia mi escritito, merece la pena escribir. Es todo bondad y cariño. El presente escritito suele leerlo Balta en el programa especial de Navidad que hace cada año por estas fechas. En este 2019 aún no sabemos cuando saldrá a las ondas. Está recuperándose de una caída que tuvo de la bici. Estate atento a su Facebook que puntualmente lo anunciará. Se encuentra mucho mejor y está totalmente decidido a tomar las riendas de su inigualable programa de "Clásicos al Atardecer", de Radio Cadalso, 107.6 FM, más pronto que tarde, según sus propias palabras. Quizá el próximo sábado 21... Pero, ya digo, aún no es definitivo. Estate atento.
ResponderEliminarTe reitero mi sincero agradecimiento por tan emotivo comentario, a la vez que aprovecho para desearte lo mejor para ti y los tuyos. Recibe un abrazo muy sincero.
P.D. Este comentario también lo he puesto en el escritito "Aquellas Navidades" para contestar tu pregunta...