martes, 31 de diciembre de 2019

CADALSO, NUEVO Y VIEJO AÑO NEVADO..por Miguel Moreno



NUEVO Y VIEJO AÑO NEVADO




     Recuerdo que aquella Nochevieja nevó sin parar. El Año Nuevo nos sorprendió, incluso a los más trasnochadores que salían ojerosos de los locales de copas y sueños, con una mañana radiante y luminosa. Toda blanca e inmaculada, como recién salida de la fábrica de días hermosos. Cuando nieva y después sale el sol la vida aparece con un resplandor mágico, primoroso y encantador. Es como si las miserias de la existencia fuesen cubiertas por un bello manto de armiño y ternura. Pendían de la frente de la musa, que coloqué el último verano en mi jardín, finísimos y tiernos carámbanos helados que cuando el sol hacía diana en ellos desprendían destellos brillantes, parecidos a aquellos rayos del sol que recogíamos de niños con un espejo y los estrellábamos contra los ojos de la chica que nos gustaba. Por sobre mi ofuscada mente se elevaron conmovedoras, confundiéndose con el acompasado ritmo de las gotas que se descolgaban de la nieve fundida, las notas del Concierto de Año Nuevo que desde Viena llegan cada primero de enero para hacerme creer, un año más, igual que el pasado, idéntico que el anterior y el anterior del anterior, que todo es a estrenar como el año que comienza, que yo también cobijo viejas esperanzas en algo favorable que habita en un porvenir que desconozco. Aunque en el fondo albergo una especie de presentimiento que me dice que es repetido y antiguo, que yo ya pasé antes por días así, que esto me parece vivido y que no hay nada diferente bajo este sol maravilloso y sobre esta nieve deslumbrante que, sin embargo, me invitan a respirar apasionadamente durante los días que le restan a mi pequeña vida. Y es que la mañana se ofrece a recorrerla, a sentirla, a saborearla, a sembrarla de bellos recuerdos para el futuro.




     Me encaminé con mis hijos al cementerio (los que allí moran también tienen derecho al nuevo año aunque sólo sea en nuestra memoria), fuimos pisando la nieve virgen que crujía suavemente como la cuna de un niño cuando éste se gira sobre sí mismo. Me acerqué a un anciano que miraba emocionado la tumba de su hijo: "-Ya ves -me dijo-, quién le iba a decir a él que hoy permanecería aquí. Estaba en la viña una tarde como tantas otras del último otoño, cuando ya ni siquiera cuelgan las hojas secas de los sarmientos rojizos, y cayó fulminado por algo extraño. Parecido a lo sucedido a tu padre". Mientras hablaba, aquel hombre quitaba parsimonioso la nieve de la lápida con una escoba de las de siempre, sin mando a distancia ni nada parecido. "-En realidad -prosiguió- no sé por qué retiro la nieve, si la mañana sigue soleada pronto se derretirá". Eso mismo -medité- pensaba Edward Grieg al componer La Mañana de su Peer Gynt y, no obstante, no se derritió, se heló para siempre en nuestros corazones. El sol jugueteaba a través de las nubes y en aquel momento no llegaba diáfano ante la nieve de las vallas. Hacía relucir, en cambio, sobre la cruz que preside la tumba, un trozo que permanecía indeciso entre el gris y el blanco y que al final acabó siendo agua formando sobre la tierra un charco de amor.  "-Vámonos, ya hacemos poco aquí. Dejémosles descansar tranquilos". 




Salimos juntos andando despacito sobre un silencio conmovedor y me hablaba de otros años nuevos que a mí, en ese momento especial y derrotado por el destino, me parecían todos muy viejos y tristes. "-Nevaba -explicaba- y hacía mucho más frío que hoy y cantábamos villancicos (“Madre en la puerta hay un niño…”) ateridos pero felices por las calles heladas de Cadalso". Posiblemente, nunca se sabe, también puede que hiciera más amor que ahora, ¿verdad abuelo? Nos despedimos en el cruce. Cada uno tomó el camino melancólico que conducía a su casa y a sus pensamientos; él avanzaba dignamente ayudándose de su cayado y con la gorra ligeramente ladeada. Le vi abatido alejarse, desvaneciéndose ante mis ojos. Aquel hombre me conmovió profundamente hasta las lágrimas. Noté en ese instante que mis pies los tenía congelados como cuando era niño pero no reparaba en ello. Ahora, a veces, me calzo zapatos livianos en invierno para volver a sentir la placentera sensación del frío de mi niñez. En la cuneta, unos chiquillos alegres construían un triste y extravagante muñeco de nieve y, buscando ocultar sus lágrimas, supongo, le colocaron unas gafas de sol en las que se reflejaban sobre sus cristales obscuros los árboles nevados y las miradas de quienes le observábamos. "Todo avanza deprisa y tenemos muy poco tiempo ante nosotros…", lamentaba la inscripción que alguien rotuló en un cartón y colgó del cuello del monigote que lo tenía abrigado con una bufanda roja y raída de lana. Aquel mensaje parecía ser el ligero y postrer soplo de su vida.




     Un atardecer caluroso de verano, de esos que disimulan muy mal las noticias tristes, de esos que parece que al final acabará todo licuándose sin remisión, llevaron a aquel hombre a reposar junto a su hijo. Yo no dije nada cuando me lo comentaron. En silencio admiré su poética ternura y su noble porte. El sol llameaba aquella tarde de distinta manera a como lo hacía la mañana de Año Nuevo que pasé junto a él. Sabía que le echaría de menos al pasar por el cementerio el primer día del año, lustro, década, siglo, milenio o lo que leches sea; eso sí, nuevo, como él lo llamaba, o viejo como pensaba -y pienso- yo. Pero no dije nada para no dejarme descorazonar, sólo hice acopio de sueños que evitarán enfriarme en Navidad. Dicen que suele ser muy cruda para aquellos que no tienen recuerdos cálidos con los que arropar sus sueños.


Miguel MORENO GONZÁLEZ  
Fotos: Archivo Fotográfico Pedro Alfonso  
     

El Zorro Corredero os desea Feliz Año 2020


FELIZ AÑO 2020 



Con mis mejores deseos de paz, felicidad y salud para el próximo año 2020

Un abrazo a todos y todas.

Pedro Alfonso "Zorro Corredero"

lunes, 30 de diciembre de 2019

Cadalso de los vidrios. Documental "Casa Rural Mirando a Gredos" Monumentos, Historia y Zorro Corredero

Documental sobre Cadalso de los Vidrios, sus monumentos, su historia y el Zorro Corredero

 HUALDA

 FOTOJUANMA AVENTURA

 &.

FERPALSEN

sábado, 28 de diciembre de 2019

Volcán despierta en Cadalso de los Vidrios


 ________________________________________
________________________________________
Un volcán en Lancharrasa. Sierra de Cadalso

Sendas explosiones en la montaña de Lancharrasa  emiten multitud de partículas de ceniza a los cielos de la madrileña Sierra Oeste.

Juan Antonio Centena
____________________________________________________________________________

           Momento de una de la explosiones volcánicas en Cadalso de los Vidrios ( Madrid )   
     ______________________________________________________________________________
     ______________________________________________________________________________

público

La montaña llamada Lancharrasa, de apenas 1200 m. de altitud, y situada en el madrileño pueblo de Cadalso de los Vidrios perteneciente a la denominada Sierra Oeste de Madrid, en las estribaciones de la Sierra de Gredos, ha iniciado una fase explosiva en la que lanza gases por un cráter abierto en su cima. Esta modesta montaña nunca había tenido erupción alguna, por lo que expertos vulcanólogos están estudiando el extraño fenómeno, que ha sorprendido a todos los habitantes de la zona. 

Hasta ahora sólo han sido dos explosiones que han provocado una nube de ceniza, gases, y un enorme resplandor que iluminó el cielo del atardecer de ayer viernes 27 de diciembre. De momento y tras las sendas explosiones el cráter ha dejado de escupir ceniza ya que en ningún momento lanzó lava ni rocas incandescentes. El Centro de Asesoramiento de Cenizas Volcánicas ( VAAC ) con sede en los EE.UU. ha sido informado por parte de las autoridades españolas. 

Según Ramón Verde, vulcanólogo del CSIC, y uno de los máximos expertos internacionales en vulcanología, en una entrevista realizada por la Agencia EFE, asegura  que somos más vulnerables de lo que pensamos a una erupción y que a pesar de ser una montaña vieja y sin actividad volcánica conocida, esta y otras no están tan dormidas como creemos, siendo extraño pero no imposible que se detecten pequeñas explosiones como la ocurrida, aunque no represente una amenaza para las comunidades cercanas. 


La tendencia es a que las explosiones vayan descendiendo, incluso desapareciendo sin que vuelva a repetirse en muchos lustros, incluso siglos. No obstante las autoridades han perimetrado toda la zona desde las carreteras que unen Cadalso con Cenicientos y Rozas de Puerto Real hasta que se realice un estudio detallado y el peligro no sea inminente. Ahora sólo queda esperar  para que todo vuelva a la calma, y que como los expertos han dicho, el volcán no vuelva a cortar las masas subterráneas, lo cual implicaría que volviera a generar pequeñas explosiones de gases y ceniza.


Esta redacción ha contactado con vecinos de Cadalso y Cenicientos, que ante lo ocurrido no dejan de pensar que la explosión haya sido provocada por el calentamiento de la montaña tras el grave incendio ocurrido a principios de este verano. 


De una manera u otra la Sierra Oeste madrileña y más en concreto las localidades de Cadalso, Cenicientos y Rozas siguen mirando a la montaña con el miedo de que vuelva a iluminarse el cielo y las terribles consecuencias que pueda provocar.

_________________________________________________________________________________


viernes, 27 de diciembre de 2019

La calle de la Iglesia, Buenos días Cadalso


Antes de amanecer la calle de la Iglesia está vacía de gente pero llena de recuerdos.



El silencio invade la calle de la Iglesia, todavía Cadalso no ha despertado, la lluvia caída durante la noche mantiene mojado el piso que refleja el brillo de las farolas. Pronto amanecerá, pero para entonces ya estaré lejos, aunque sentiré el caminar de las cadalseñas camino de sus quehaceres diarios, el pan, la lotería, el desayuno en el Churrero, o la visita a la iglesia y su Cristo del Humilladero, todo ello cotidiano y cadalseño desde siempre. Me contaron que aquí estuvo el Cuartel de la Guardia Civil a principios de siglo, una botería, que un tal Práxedes tenía una fragua, y que el tío Machuca tenía carnicería, también , esto lo recuerdo yo, hubo la fontanería de José Blanco, la zapatería del tío Luis, la centralita de teléfonos con la Angelita al frente, el bar de Pancho, la tienda de Velentín "Zorrique" que luego fue un bar-restaurante llamado el Yantar, la carnicería de Marcelo y Boni, la fábrica de gaseosas La Victoriosa, la tieda de la Cartuja que luego fue de su hijo Tomás y alguna cosa más que seguro no recuerdo ahora mismo. Hoy la calle de la Iglesia ya no la aran, como decía la canción, el granito la cubre totalmente, siguen existiendo algunos negocios, pero hasta los más cercanos en el tiempo casi  han ido desapareciendo...hasta las procesiones ya no pasan por aquí, todo cambia y todo queda en nuestros recuerdos. 
Feliz día.

Zorro Corredero
Fotos: Archivo Fotográfico Pedro Alfonso

jueves, 26 de diciembre de 2019

Adolfo Suárez. LOS MOCASINES DE UN PRESIDENTE DEL GOBIERNO DE ESPAÑA....por Miguel Moreno


ADOLFO SUÁREZ

LOS MOCASINES DE UN PRESIDENTE DEL GOBIERNO DE ESPAÑA


Le critiqué y le combatí porque creía que todo había que hacerlo ¡ya! Además, pensaba que él era muy de derechas y católico y yo muy de izquierdas y ateo. En cambio, ahora desconozco lleno de confusión lo que soy, dónde estoy y lo que me espera. Ya no tengo 22 años para pensar en una revolución utópica. Me importa ahora mucho más si obtendré mi jubilación o si mis hijos tendrán trabajo. El ímpetu de la juventud a veces nos impulsa por caminos irreflexivos que nos llevan al vacío. Entonces no pensaba como el poeta que “se hace camino al andar”, sino que era yo –iluso- el que hacía el camino. ¡Qué enterado estaba en todo!  


Hoy, cuarentaytantos años después, miro hacia atrás y me doy cuenta de mi falta de humildad y de lo ignorante, engreído e inculto que fui. Posiblemente lo siga siendo, aunque quizá lo sea algo menos. El tiempo no pasa sin dejar su poso de vivencias y lega también ese rastro de lágrimas que generan las desgracias que configuran, al cabo, nuestra experiencia vital.
En cierta ocasión me contaron lo que le respondió un indio del oeste americano a un compañero suyo ante la extrañeza que éste mostró por cierto comportamiento del primero: -Para opinar sobre mi proceder deberías caminar, al menos, un mes con mis mocasines (en Cadalso serían albarcas). Y es que pontificamos mucho sin guardar discreción ante la conducta del prójimo. Si lo hiciéramos comprenderíamos mejor ciertas encrucijadas humanas.
Le considero el mejor Presidente que España ha tenido nunca. Y encima era castellano como nosotros, los cadalseños. Nació en esta Castilla, hoy casi yerma, que tanto dio, da y tan poco recibe. Y que ni tan siquiera se queja… Todas las nacionalidades (¡qué cosas!) son especiales, distintas, singulares… merecedoras de un trato preferencial y si no… se cabrean y se van. ¿Y Castilla, qué…? Yo nací a escasos veinte kilómetros de donde él lo hizo y admiré su sobriedad, su entereza y su llaneza castellana de hombre de bien.
No resisto la emoción cuando observo algunos de sus retratos. Por ejemplo: Uno en el que tiene expresión melancólica; otro, muy familiar, en el que aparece reunido con su mujer, Amparo Illana, y sus hijos en Moncloa; o aquél junto al rey Juan Carlos de espaldas, llevándole éste abrazado del hombro. En esa instantánea ya comenzaba a estar sumido en el mal de alzhéimer. Reiteraba una y otra vez lo que ya había repetido una y otra vez...



No controlo mis sentimientos cuando recuerdo sus desgracias familiares. Ni olvido cuando el 23 de febrero de 1981, en unión de su fiel Gutiérrez Mellado, se enfrentaron valientemente y a pecho descubierto a las pistolas en el Congreso. Y me conmuevo si veo el video en el que se confunde leyendo unos folios pidiendo en Albacete el voto para su hijo, Adolfo. ¡No importa!, le gritó emocionado al fondo un paisano, mientras él rogaba que no le aplaudieran tanto porque era de lágrima fácil. Comenzaba a caminar de espaldas, a olvidar en soledad y a sonreír de frente con la mirada perdida…
Quizá fuese raro y difícil en la intimidad, quizá. Pero ahí no le conocí. Lo que conozco de él es digno de mi admiración y respeto. No quiero que nada ni nadie rompa ese encanto. Ojalá que fuese para muchos el maestro ideal este hombre generoso que luchó por la convivencia pacífica y el bienestar de España. Me parece que fue, repito, un castellano noble y cercano y un patriota español ejemplar. Virtudes que parecen no estar de moda en estos tiempos. Más bien todo lo contrario. "¡Qué inventen otros!", “Señora, España y yo somos así…” o “Es español el que no puede ser otra cosa…”, expresaban resignados algunos intelectuales del siglo XIX.


Cebreros, su pueblo, tiene un Museo a él dedicado y se me ocurre que aquí, en Cadalso, deberíamos juntarnos una tarde y charlar de su vida y de su obra. Quizá descubramos que es más lo que nos une a todos que lo que nos separa. Al fin y al cabo: “Nuestras vidas son los ríos que van a dar a la mar, que es el morir…” Conviene no olvidarlo y menos en esta época de sequía afectiva y cultural.


Dirigió junto a Juan Carlos y a los políticos de entonces, esa Transición a la democracia reconciliadora que algunos resentidos denigran, demostrando su nula capacidad intelectual. Espero que en el futuro los políticos actuales, la mayoría negligentes, nunca tengan que pedir perdón a España y a los españoles como tantas veces ocurrió. Que las bellas palabras que pronunció muy tarde otro castellano y también Presidente del Gobierno, Don Manuel Azaña Díaz: “Paz, Piedad y Perdón”, sean siempre las primeras que pronuncien para beneficio de ExEspaña estos botarates.



Adolfo Suárez González: Sigues respirando historia. Te agradezco tu sonrisa cautivadora, tu porte inolvidable, tu expresión seductora y tu honradez política y humana. Hoy te recuerdo con infinito cariño y humildemente te pido perdón. Tu ejemplo ennoblece a Castilla y a España.


           En Argel saludando a los Reyes en 1981


                                   Miguel MORENO GONZÁLEZ

martes, 24 de diciembre de 2019

Sumergía la oscuridad, calle de la Iglesia. Cadalso


La calle de la Iglesia y las luces de Navidad

Reflejos iridiscentes
tamizados por la lluvia,
se expresan tan elocuentes;
con Cadalso y con sus gentes
que si hace falta diluvia.


Saturnino Caraballo
El Poete Corucho


Nada parecía que fuera a romper la tranquila pacificación de la calle de la Iglesia, la lluvia, aunque fina, "mollina" decían los más viejos de Cadalso en otra época, caía incesante dejando un rastro de luz reflejada por las farolas mientras me apoyaba en el comienzo de la calle para mirar sin apenas saber que es lo que deseaba plasmar en la foto. En las fachadas la oscuridad dejaba ver lo justo, sólo la presencia de una silueta humana que se aproximaba llenaba de humanidad la calle, bien, era el momento, pero tras unos segundos la luz comenzó a ser más fuerte, los reflejos más intensos, y todo se aceleró, no podía dejar que el coche se echara encima, así qué disparé casi sin mirar mientras una ráfaga de luz que se prolongaba hasta mi me dejaba vacío de imagen. Sólo se escuché un clic y se terminó la historia de una foto nocturna en la lluviosa noche de Cadalso. 

Zorro Corredero
Fotos: Archivo Fotográfico Pedro Alfonso

lunes, 23 de diciembre de 2019

FELIZ NAVIDAD 2019 CASILLAS


Feliz Navidad



Con mis mejores deseos para todo el pueblo de Casillas. Que estas fiestas sean para todos vosotros  un tiempo de paz, amor y felicidad. Os lo deseo de todo corazón.

Un abrazo
Pedro Alfonso "Zorro Corredero"



FELIZ NAVIDAD 2019 CENICIENTOS


FELIZ NAVIDAD 




Con mis mejores deseos de paz y felicidad para todos y todas los que formáis ese gran pueblo de Cenicientos. Que estos días seáis muy felices y que la vida siempre os depare lo mejor. 

Feliz Navidad.


Zorro Corredero
Foto: Luis Ayuso

domingo, 22 de diciembre de 2019

FELIZ NAVIDAD CADALSO 2019


Feliz Navidad 2019



Un año más os quiero felicitar a todos la Navidad. Esta vez, como podéis ver, he elegido una foto realizada por Don Jesús Haro, cura de Cadalso, en el año 1959. Desde entonces hasta hoy han pasado 60 años que son muchos pero que también sirven para rememorar todos estos años, con los acontecimientos que han ido ocurriendo en nuestro pueblo, y siempre con el recuerdo de todos los seres queridos que vivieron junto a nosotros y hoy habitan en Cadalso de Arriba.

Feliz Navidad a todos y que el sentimiento cadalseño y cristiano, siga siempre en nuestra comunidad cadalseña reflejado en ese nacimiento de 1959. 

Un abrazo a todos.


Zorro Corredero
Fotos: Archivo Fotográfico Pedro Alfonso

sábado, 21 de diciembre de 2019

Cantos de la Horca. Valle del Tórtolas. Cadalso


Adiós otoño
Colores de Tórtolas



El otoño está llegando a su fin, pero todavía quedan lugares en los que se sigue apreciando el color de los árboles en contraste con esos cielos cadalseños tan nuestros. Estamos en el Valle del Tórtolas y más exactamente en los llamados Cantos de la Horca, lugar donde el arroyo acrecienta la humedad y el desarrollo de árboles y arbustos, que con la llegada del otoño nos regalan esta bella y cromática imagen. Se puede pedir más, pero yo con esto me conformo.


Zorro Corredero
Fotos: Archivo Fotográfico Pedro Alfonso

viernes, 20 de diciembre de 2019

Cadalso y sus luces de Navidad 2019


CADALSO NAVIDAD 2019



Así lucen la plazas y calles de Cadalso durante esta Navidad de 2019. El tiempo parece que no acompaña, viento y lluvia se han instalado entre nosotros durante esto días, pero tal vez este sea el mejor regalo de Navidad para todos, acordaros que luego cuando llegue el verano, no habrá problemas de agua. Así pues disfrutad de estas imágenes desde el calor de casa, pero si podéis daros unas vueltas por el pueblo para que podáis sentir la Navidad de Cadalso, merece la pena.

Dedicado a todos los que por cualquier motivo estáis lejos de  Cadalso.

Un abrazo y Feliz Navidad 




Las calles iluminadas:
Con motivos navideños
retrotraen a los sueños
de los grandes y pequeños
¡bravo por los cadalseños!


Saturnino Caraballo











Zorro Corredero
Fotos: Archivo Fotográfico Pedro Alfonso

PATXI ANDIÓN: NOSTALGIA DE MÚSICA Y VIDA, Por Miguel Moreno



PATXI ANDIÓN: NOSTALGIA DE MÚSICA Y VIDA

La Hora del Lobicán, su último disco. 2019

     Cuando tu primer elepé, Retratos (1969), yo estaba en Cadalso (en lo sucesivo: siempre estoy allí, aunque no esté) y venía de corretear en Las Erillas jugando al fútbol. Elegíamos compañeros y campo echando a pies. Sí, hombre: pegábamos el talón de un zapato a la punta del otro e íbamos avanzando al encuentro del rival, perdía el derecho a pedir primero y así elegir compañero, aquél que, al final, no le cabía el pie completo y, después, lo mismo para optar a la parte del campo que preferíamos, ¿recuerdas ahora? Más tarde marchaba presuroso al Hornabajo para jugar a "la choza" (cinco contra cinco y uno que hacía de guarda) y al escondite ("…respondo por mí primero y por todos mis compañeros"). Recuerdo que aquellos anocheceres de verano yo esperaba el coche de línea, El gato, (morro alargado, color amarillo verdoso, baca de madera llena de variopintos equipajes a la que se subía por una escalerilla lateral…) a que viniera alguien que nunca supe si llegó. Sentado en la puerta del bar Sevilla (perdona Julián), entretenía la espera sacando y metiendo los boliches verdes en las tiras de alambre de sus ruidosas y veraniegas cortinas. Ya digo, fue entonces cuando aparecieron Rogelio, desgarrador canto a la amistad traicionada; La Jacinta, que se la veía entre los cristales rotos de la puertucha de una taberna de mala nota y El Pipo, nana a un perro vagabundo que murió solo y con su pequeño corazón de chucho perdido por algún rincón de su cuerpo.

Retratos, primer LP 1969


     Tu segundo larga duración, Once canciones entre paréntesis (1.971), me lo regaló una mujer en 1.975, para más señas en Torremolinos. Verás: yo bajaba por la escalera exterior larga y de piedra de los apartamentos Montmâtre, era otoño por la mañana y no había pegado ojo en toda la noche. La vi subir y… nada, pues eso, que me lo dio envuelto en una bolsa de una tienda de discos de la Av. Aurora, de Málaga. Fui con Manolito Reyes en su simca "colorao" y oyendo a Paco Ibañez a través de un altavoz de canuto. Tuvimos un viaje de epopeya, digno de las aventuras de don Quijote. Sufrió, aquel vetusto y entrañable vehículo, mil averías. Pasado Córdoba se rompió el muelle del embrague y mientras, con mucha suerte, nos lo arreglaban en el taller de un pueblo cordobés, estuvimos haciendo proselitismo de izquierdas (enardecidos como estábamos en nuestro entusiasmo con la música que veníamos escuchando) en el bar del lugar hasta bien entrada la madrugada. Habíamos salido de Madrid (Cerro de los Ángeles, tres de la tarde) después de despedirse Manolo de Chelo, su novia de entonces, y llegamos a Málaga exhaustamente ilusionados a las cinco de la mañana. Empecé a saber con aquel disco de las samaritanas del amor, de aniversarios, y de que tarde o temprano nos pasarán la cuenta a todos, a mi con aquel amor me la pasaron, incluso, antes de lo que esperaba. De regreso a Madrid tuve que poner a salvo el disco del devastador incendio que se declaró en nuestro simca en Madridejos. Manolo, a pesar de sus ímprobos esfuerzos con el extintor de un vecino de ruta, no pudo sofocarlo a tiempo. A discreta y prudencial distancia le observaba melancólico con mi abrigo plegado y mi regalo puesto a salvo y a buen recaudo. Desde enfrente él me miró desamparado y sin poderlo remediar nos emocionamos los dos.

Palabra por Palabra. 1972


     Sin embargo, el disco que más me recuerda amores rotos por el destino, que nunca fueron olvidados, fue Posiblemente (1.972). Las pócimas de Lupe, Si la ves o Soneto 70, me extasiaban y me anulaban para vivir la realidad, solía suceder que el esperanzador tango de Doña Anita me devolvía a mi no-ser, cuando ya todo parecía irremediablemente perdido.

     Si hay un elepé al que no es capaz de desgastar el tiempo (¡y a mucha honra!) pero sí la aguja de mi tocadiscos portátil verde, comprado en San Martín en 1.972, ese es Palabra por palabra (1.972). De la mano de canciones como Treinta y tres versos a mi muerte, La casa se queda sola, Con toda la mar detrás, Padre, Me está doliendo una pena, Aquí…, me parece que fui entrando en mi adolescencia sin prisas, sin nubes malas ni frío, tan solo un poco de nostalgia de la infancia que a veces parecía como niebla que se iba disipando con la entrada de la realidad de la vida… Lo compré un martes de la semana santa de 1.975 en Discoplay (luminoso rojo con letra inglesa a la entrada), que estaba situado en Los Sótanos de Gran Vía. Me gustaba ir a la Gran Vía (entonces José Antonio) en autobús y de noche para ver las figuras y los rótulos luminosos de neón. Leí sus textos el jueves santo por la tarde en el coche de línea que me llevaba a Cadalso, que en aquella ocasión hizo el trayecto por la carretera de Brunete debido al mucho tráfico que había por la de Navalcarnero; los terminé de leer y soñar a la altura de Chapinería y no sé, pero todavía al recordarlo siento algo extraño y placentero que explicar no puedo.

     Con la canción El maestro empecé a comprender cosas distintas de las que aprendí en la escuela Carlos Ruiz estudiando la enciclopedia Alvarez de tercer grado. Los de izquierdas, cavilé, no debían ser mala gente, al menos parecían en aquel tiempo más solidarios con el deprimido. Ni corto ni perezoso, cuando estaba en compañía de gente como José Alfonso, cantaba -mas bien gritaba- aquella canción subversiva por las madrugadas de los sábados cadalseños y después, sin saber por qué, me sabían los cubatas a gloria. Amiga del corazón (¡cuántas creí tener de éstas!) junto a Hijo (no volví a oírla más, la perdí y nunca la encontré en ninguna tienda de discos) las oíamos en el seat 127 verde de Jose yendo a Pamplona acompañados de dos chicas, a las que desgraciadamente no conocí lo suficiente porque tenía otras cosas más mundanas en la cabeza; por ejemplo, ver cómo las hierbas castellanas parecían contonearse provocativas con la brisa primera del amanecer. Esas composiciones, menos Hijo como ya queda dicho, en unión de Una, dos y tres, Desde que te quiero… formaban parte del "lomplei" A donde el agua (1.973).

     De "Iparaguirre" (1.973), únicamente recuerdo una canción, Trapu Zarrak que podría tararear, pero no cantar. Todas las letras estaban escritas en vascuence, como homenaje a tus raíces vascas. Es el único elepé que no tengo, todas mis pesquisas resultaron infructuosas para dar con él. Cosas de la vida…

     La música de Cómo el viento del norte (1.974), amenizaba los partidos de frontón que disputaba con mis hermanos: Nati, Justo y Jose, detrás de nuestra casa en Las Sillas. Comprobé con Carne de viento, Como las demás, Despierta niño, Entre tu piel, Viejo amor…, que se unían nuestros sudores, a más de otras cosas entrañables. No sé si ellos recordarán ahora, pasadas miles de experiencias y fatigas posteriores, aquellas voces o aquellas sonrisas. Sólo en el recuerdo y en la música entran todos los amores de nuestra vida… Yo escuchaba estas canciones los domingos hasta las 22,30h. intentando paliar, acaso acentuar, la pena que la partida del pueblo hacia Madrid me provocaba.

     Con las melodías de El libro del buen amor (1.975), nos familiarizaste con los textos de Juan Ruiz "El Arcipreste de Hita" y… con el destape, ¡qué bonito! Subrepticiamente (¡qué tiempos!) fui a ver la película al cine ¿Roxy? de Fuencarral. ¡Qué ansia por aquellas cosas y qué granos nos salían en aquellos tiempos!
    
Evita

     A dúo. Sí, a dúo cantábamos Balta y yo cuando veníamos de muy lejos. Cuando veníamos de muy lejos y nos encontrábamos Balta y yo entonábamos Como Marzo, como presagio que muchos años después volveríamos a tararear esa misma pieza sobre la bicicleta y surcando carreteras hospitalarias. Los "progres" de aquellos años se reían porque seguían a los Credence, Emerson ó Pink Floyd, ¿a quiénes seguirán hoy? Nosotros seguimos poco más o menos igual, si acaso con el aditamento de los clásicos. Somos unos nostálgicos que, como a otros muchos, la insolaridad de la vida moderna ha cogido desprevenidos. Tabaco y oro, decía el miedo en voz alta. En voz baja te veo yo pasar cada tarde soleada o lluviosa de San Isidro por el pasillo del tendido alto del "2", camino de la escalera que rechina mudos lamentos. Y El 76. 1.976, Viaje de ida. Adónde ser menos para ser con más detalle. Comenzaba la transición y… ¿qué pasará?

     Cancionero prohibido (1.978), suponía un pulso a ese conservadurismo recalcitrante del que era incapaz de desprenderse la transición para tomar vuelo. Y, además, La Tani: "las mariquitas sólo saben lavar vasos, ¡la moral es de los justos!, ¡no hay piedad entre los brutos!" También en esto me hiciste pensar. Y El de la 3, que tenía una carta a medio hacer. Y Como tu, guardo polvo de amor por los rincones. Y La tarde, aquellas tardes con olor a huerto, y a amor, y a padre, que se me fueron todas con él tres años después. La música, el pueblo y los libros acercan el corazón de las personas. ¿Qué importaba eso comparado con mi tristeza?

     Con Arquitectura (1.979), fui al encuentro de la vida en compañía de Paloma, mi mujer, que calafatea a diario mis heridas: "Para ti, mis pájaros, mis nubes, mis sábanas de lumbre, mi boca enamorada…", la eterna Elegía del amor. "Cuando se acaben los caminos y no haya un norte donde beber, cuando no crezcan más que lirios…", La América que yo amo, que amamos ella y yo. Y Apunte de caza emotivo que leo en revistas de mi hermano Justo. Aún tengo verso nos encaminaba al bar "El Lagar", el más romántico e íntimo que nunca haya tenido Cadalso. Lo tenía todo: callejuela olvidada, puerta de madera que crujía al abrir y cerrar, lumbre en la chimenea, sillas de anea, techo de madera, armonía cómplice y amplia, ebrios que vomitaban ternuras por las esquinas… Y todos los enamorados que "esperaban ver pasar frente a su ventana, un sábado de aquéllos, una barca en alta mar".  

El Balcón abierto 1986

   "Quiero echar la vista atrás, donde se encuentran mi plumier y mi compás y tus trenzas…" ¿A qué me suena esto? ¡Ah, ya! Hay siempre tanto amor en las aulas, tanta primavera en el campo… Ya no volveremos a sentir aquellas maravillas, sentiremos otras, pero aquellas no volverán jamas: Amor primero (1983). Argel, tarde serena con ligera brisa. Muevo el dial de la radio intentando encontrar una emisora española que me rescate de mi añoranza: ¡Oh!, ¿qué será?, Transbordo en Sol; la jodimos, esta tarde ya no tiene arreglo. Y, encima, María me dice que desde mi ventana se ve el mar abatido, como tristón y abandonado. En fin, qué le vas a hacer, cuando las tardes vienen así mejor dejarlas.

     General: "…ya no queda nadie sólo nieve y los pinos, silencio y piñas buenas para encender, buenas para adornar los belenes por Navidad, cuando los niños, los recuerdos y el mar no se pueden callar". Cuando salió el álbum El balcón abierto (1986), La que guarda la noche, Si yo fuera mujer, veníamos de instalarnos (¡por fin!) en Madrid. Una atardecida de aquel lento invierno, encuentro a mi hijo con los "cascos" puestos oyéndolo, sentado como a tres metros del balcón cerrado por el frío. Me conmuevo. El círculo se cierra muchos años después. Tuve la satisfacción de comentarte esto y muchas otras cosas (igual que tú a mí) en la presentación del libro El maestro, escrito por Molés y dedicado a Antoñete, un mediodía de San Isidro del 96 en el hotel Victoria. Momento delicioso e inolvidable en el que me trataste con una exquisita educación y comprensión, respetuoso con la sensibilidad ajena. El mito hacía justicia al hombre. Sucede en tan pocas ocasiones…

     Vengo de comprar tu último trabajo Nunca, nadie (1.999). Descorcho la botella del tiempo y brota de ella la nostalgia y vuelvo a ser casi, casi quien era hace décadas. Soy casi el mismo que te escribió una carta llena de angustias y de quejas desde la calle Del Mirlo en Madrid, allá por el otoño del 75. Casi el mismo que meses más tarde fue a verte a tu casa en la torre del Rastro y al que una persona le dijo que acababas de llegar de Barcelona y estabas descansando. "Está bien, ya volveré en otra ocasión" -respondí-. Antes de salir del portal reparé en un buzón que tenía tu nombre escrito en diagonal y a todo lo largo con caracteres de esos que llaman clásicos. Casi sigo siendo el mismo que en la Navidad del 75 le mostró a alguien querido tu bloque desde la estatua de Cascorro apuntando como Colón. Y poco o mucho he cambiado, según se mire, desde que fui en el ¿75? a verte (pantalón vaquero, camisa blanca y Rogelio a cuestas) al Cleofás de Goya, y en el ¿76? a JJ de Callao (bajos del cine Palacio de la Prensa en el que se proyectaba, creo recordar, "Asignatura Pendiente") o al Parque de Atracciones (noche veraniega y estrellada, parecida a las que miraba de niño asombrado y con la boca abierta). Sigo siendo casi el mismo que se enamoraba platónicamente con tus canciones e, ingenuo, pretendía que a los demás les pasara igual. Casi mi vida ha sido un poco tus canciones o ellas han contado mi vida, que tanto da. Casi soy el mismo ayer leyendo emocionado tus composiciones que hoy leyendo La virtud del asesino en el metro y, también, en un cursillo mientras, a la vez, contemplaba, entre hálito y hálito, un jardín otoñal y apacible.

Cuadro de sus discos

Sigues siendo para mí una persona de culto y has hecho en estos últimos días que me sumerja en evocaciones, que me empape de vida admirable, que recupere la dulzura de los recuerdos y la belleza que adorna las ilusiones. Me he puesto el traje de la memoria al revés y he recordado las sensaciones y pensamientos que me dominaban (y me dominan) escuchando tus canciones. Aquel tiempo es un tesoro de devoción y estima que ni siquiera el desatino desquiciante de esta vida me usurpó. En aquellos años me ayudaste a seguir con aquel anhelo inefable de abarcar la totalidad de mi existencia que estaba, entonces, seguro de conseguir. Era bonito, muy bonito. Ya ves, son recuerdos que yo guardo y nunca se me desgastan. Me estoy haciendo viejo a pasos agigantados… 

La hora Lobicán (2019), también lubricán. Es tu último disco que conmemora tus 50 años de carrera (1969-2019). Cantas a ese espacio de tiempo incierto en que no se sabe si el perro es perro o es lobo (lubricán: lupus=lobo, canis=perro). A esa hora mágica te fuiste en Soria. Tu hora lobicán es roja, como la sangre derramada, como la vida derrotada, como la muerte no anunciada. La mía se asemeja a tu canción: "Me está doliendo una Pena", de tu elepé Palabra por Palabra. Hoy siento tus penas y las mías abiertas en canal. Nunca dejé de escuchar esa balada, ni dejaré de hacerlo hasta que vuelva a encontrarme contigo y pueda parar la pena y hacerla volar.


                                   Miguel MORENO GONZÁLEZ

Mensaje enviado a Miguel Moreno por Patxi Andion en 2003

-----Mensaje original-----
De: Patxi Andion [mailto:Patxi.Andion@uclm.es]
Enviado el:miércoles, 24 de septiembre de 2003 17:16
Para:'miguel.moreno@mac.es'
Asunto:Respuesta sin mensaje



Querido amigo Miguel:

Todo es Porvenir como recuerda el título de lo que pueda ser que sea mi
próximo disco, incluso puede que sea verdad, que todo viene a ser lo que
puede ser, pero sin duda las cosas no consiguen responder a los sentimientos
y las sensaciones atesoran mucha mas cantidad de lógica que las ecuaciones,
de forma que es posible que no exista mas razón que la sentimental. Si en
eso nos encontramos, es posible también que pocas señales se encuentren en
el trasiego de la vida que nos muestren con claridad lo que somos. Es
probable que nos enseñen mas como pretendemos ser. Y uno no deja de buscar
en cada día cualquiera el hálito de lo extarordinario.

Es dificil responder. Es aún mas improbable corresponder y parece imposible
abarcar, comprender el tránsito vital de quien ha estado caminando a tu
lado, fumando como tu, despertándose igual y repitiéndose de la misma forma
en las palabras, pero en aquel lado ignoto que te acompaña sin dilación y
sin huella. En el vacío de lo desconocido y que quizá tan solo desde lo
esotérico, desde la místerica forma de la fé se pueda intuir.

No recuerdo haber podido ver una cercanía así de extraordinaria como la que
me expresas y renuncio a pretender igualar en mi asombro el distingo. No es
posible discurrir sobre lo sentido ni transitar desde ello a lo expresado.
Es un ejercicio imposible y vano. Renuncio, por tanto a corresponder. Quiero
salvar sin embargo mi derecho al desconocimiento y con ello guardar el sueño
de que nada cae en saco roto. Que no estoy solo. Que nunca lo he estado y
que probablemente no lo estaré, simplemente porque casi nunca he vivido en
mi y sea la imagen de mi vida en tí como en otros la que respira, trabaja,
duerme y se agota en lo demás.

Gracias

Patxi Andión



martes, 17 de diciembre de 2019

Carmen y Paco, vecinos de la Corredera de Cadalso


Carmen y Paco, vecinos de la Corredera


En los atardeceres cadalseños de la Corredera, la plaza más entretenida y visitada de Cadalso, es fácil ver a dos cadalseños que sentados en su puerta pasan los minutos entre conversaciones, visitas y anécdotas. Las primaveras y los otoños son sus estaciones predilectas, tardes apacibles y noches serenas invaden la Corredera, mientras las gentes pasan y pasan camino de la diversión asegurada, y yo que amo la diversión y el contacto con los cadalseños y cadalseñas, no puedo dejar pasar por alto, en no pocas ocasiones, la aproximación a Carmen y Paco para simplemente sentirme acompañado y si procede, que casi siempre procede, entablar una de esas conversaciones llenas de personajes y anécdotas de Cadalso. Carmen prefiere su propia silla, la cual saca de casa, Paco  se acomoda en el banco, casi siempre con alguien más, yo también deposito mi cuerpo en el mismo banco, y sin que apenas pasen unos segundos comienza la comunicación hablada, de tú a tú, sin complejos y sin vergüenzas, porque aquí se habla de casi todo, arreglamos todo lo referente a Cadalso, políticamente hablando, y hasta nos metemos con la nacional y esos personajes que tan poco nos convencen.




Es tal nuestra semblanza hacia unos y otros que nunca salen malparados, siempre hay una sonrisa y un buen recuerdo para todos ellos, no podría ser de otra manera, al fin y al cabo casi todos somos lo mismo y sentimos lo mismo. Y cuando la tarde-noche va llegando a su fin, y ya hemos gozado de esos privilegios que nos regala Cadalso, el destino o lo que sea, nos lleva a levantarnos del banco, decir adiós y volver cada uno a lo nuestro. A mi, me gustan estos ratos, estos personajes y estas costumbres, y puedo asegurar que a Carmen y Paco también, porque si algo tienen en común, aparte de su convivencia familiar, es la delicadeza y complacencia con los demás. Que no te lo crees, pues acércate una tarde y compruébalo por ti mismo, pero sin aglomeraciones, que en el banco solo cabemos tres o cuatro algo "apretaos".

Gracias Carmen y Paco por estos buenos momentos, ojalá no se acaben nunca.


Zorro Corredero
Fotos: Archivo Fotográfico Pedro Alfonso

sábado, 14 de diciembre de 2019

Risco El Grajal en la Garganta del Boquerón. Cadalso


Buenos días Cadalso


El otoño nos despide con esta cotidiana imagen de los colores del arroyo Tórtolas contrastando con el verde de los inmutables pinos y el roquedo del Risco del Grajal, en plena Garganta del Boquerón y excelente mirador del Valle del Tórtolas. Feliz día a todos. 

Zorro Corredero
Fotos: Archivo Fotográfico Pedro Alfonso

viernes, 13 de diciembre de 2019

Otoño en Casillas, un pueblo de Ávila. ( 1ª Parte )


Encuentros con Casillas



Pasas el pueblo y te introduces en la senda que por Las Eras sigue hasta las alturas, porque Casillas es el más osado de nuestros pueblos, en lo que a naturaleza se refiere quiero decir, pero esta vez estamos en otoño y no hace falta coger mucha altitud para que esos lugares llenos de preciosos hallazgos nos sorprendan a nuestro paso y por supuesto a nuestra vista. No hace falta rebuscar, ellos se muestran al instante, pletóricos de vida y de color, nada aquí es extraño a mis ojos, ellos ya se acostumbraron desde hace décadas, pero aun así, mis sentidos se quedan atónitos, entonces pienso cómo se deben quedar los que por primera vez siguen estos pasos, se adentran en las luces relucientes y se quedan atrapados por la inminente belleza que de pronto les rodea, si, así es Casillas y su entorno. 










Nada rompe el vacío en el que se sumergen estos paisajes, todo está pacificado por el día elegido, el fin de semana quedó atrás y la invasión humana dejó paso a la quietud de los sueños, solamente sorprendidos por alguna voz humana y el ruido de alguna castaña que se precipita desde lo más alto hasta su reposo en el manto vegetal, elegido por alguna seta para ver la luz. La tranquila mañana de noviembre pacifica la estancia donde aún se conserva la ceniza de las hogueras que  aliviaron el suelo de erizos pasados, mientras, algunos casillanos se dan a la palabra, "este año hay pocas pero están más sanas que el pasado". Y así van pasando los momentos, llenos de vida y presencias, cortos por la estación, ya que pronto quedará un vacío y las noches estrelladas  traerán las heladas, esas que continuadas suelen dejar nieve en las cumbres y en las noches de Casillas.







Zorro Corredero
Fotos: Archivo Fotográfico Pedro Alfonso