jueves, 3 de octubre de 2019

LA PENÚLTIMA COPA OTOÑAL.....por Miguel Moreno


LA PENÚLTIMA COPA OTOÑAL

Garcilasos 2018

     Cada vez recuerdo más aquellas tardes de octubre a las que llegaba directamente del reino canicular y de las Fiestas de Cadalso. Los cielos perdían brillo al igual que las hojas y los recuerdos de las vacaciones nos sumían a los colegiales en algo parecido a la melancolía actual. Olía a colegio  (sigue oliendo) en los autobuses escolares donde pegábamos las caras al cristal escudriñando lejos, muy lejos, sin ninguna huella en las miradas del fulgor del verano, de las viejas heridas en las piernas producidas por las zarzas y las caídas, ya no quedaban costritas en las rodillas a medio quitar con las uñas de los dedos. Olía a lapiceros y gomas de borrar, a cuadernos y libros sin abrir, a frío y a estufa de leña, a amores y penas por llegar, a cosas así olía entonces…

Torremolinos. La Nogalera, 1975.  Isabel, Ana y Miguel

Luego, hacia 1.975, yo trabajaba en Garza y era un joven que creía que mi pasado y mi futuro siempre eran el presente, no conocía otra manera de medir el tiempo. La mayoría de las veces yo no sabía lo que hacía –pero lo hacía, he ahí el error juvenil-; lo que bebía, lo que comía, lo que leía, lo que sentía… todo era instinto. Lo útil lo aprendemos siempre sin esfuerzo, cuando tenemos que estudiarlo, malo, llegan los problemas.


Compañeros de Garza

Yo estaba subido al tranvía de la vida y esa era la cuestión, de eso se trataba, de seguir adelante; aún me quedaban bastantes tragos de la vida y de los otros hasta llegar a descubrir ese tipo tan extraño, ese desconocido que habita dentro de cada uno de nosotros. Fueron tragos precipitados pensando en otras cosas, en aquellas chicas de mi edad que casi nunca me hicieron caso, en si en Garza me darían cesta por Navidad o si a la mañana siguiente resistiría en el trabajo yendo sin pegar ojo. Lo que quiero decir es que mi paladar desconocía los sabores –y sinsabores- de la vida.

En los atardeceres cadalseños, la Peña Muñana recibe siempre los últimos rayos de sol.

      La luz de todos mis otoños se filtra por el ventanal de mi memoria y me muestra su belleza a esa hora en que el día languidece entre inequívocos ladridos de perros cadalseños otoñales. Esa luz me susurra al oído cosas de un tiempo pasado que me descubre, a cada pensamiento, que una gran parte de lo actual siempre viene de atrás, de mi pasado. Con destellos así reconstruyo sin mayor dificultad el mapa de mis amores que estaba desperdigado por las cortezas de los árboles y aquella brisa del sur que parecía tener corazón de chocolate me acaricia ahora y desparrama mis recuerdos por doquier. Solía enterarme que estaba enamorado cuando descubría una alegría interior que me unía como lapa a todo lo que me rodeaba. Yo hacía las cosas, claro, pero otra persona me empujaba sin dejarme en paz. Alguien se introducía en mí y lo normal era que me llenara amorosamente dejándome un poso de ternura para enriquecer mis recuerdos en el futuro.

Compañeros de Garza. El segundo por la izquierda es Fernando Morante; y el quinto, enfrente, con camisa oscura es Antonio Aguña. El maldito cáncer se los llevó y nunca se quejaron.

La penúltima copa otoñal que me tomaré con mis ex-compañeros de Garza me hace ver eso que a veces nos cuesta tanto contemplar: la vida. Esa vida que hace que tengamos esperanzas aunque sepamos que existen pocas posibilidades de éxito en ellas porque ya empezamos a tener muchas penúltimas cosas en nuestras existencias… Gracias compañeros por los recuerdos, por la cena, por la noche, por las copas, por la vida que se me introduce a borbotones y por aquella felicidad de entonces que es un poco la de ahora.

             Antonio Aguña y Manuel Reyes                             José Carretero y Miguel Moreno

Miguel Moreno González

              

2 comentarios:

  1. Miguel, para mi eres el mejor mensajero que tenemos y que das verdadero valor a lo que somos.Un gran abrazo por tus sinceros mensajes.
    Marcelo Largo, uno de los seis que quedamos.

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  2. Nos volveremos a reunir una vez más; debe de ser, la ventitantas. Y volveremos a recordar aquellos tiempos gloriosos, los cambios que hemos vivido esos que nos reunimos en la foto, como los hemos vivido cada uno y como estamos ahora. Nuestros achaques, como les va a nuestros hijos, a algunos, nuestros nietos (nuestra vida,que debe de ser la de la mayoría)
    Es bonito recordarlo.
    José Carretero

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