Iban mulas muleras de poderosas ancas, cargadas de maderas hasta las mismas trancas.
El barro les llegaba hasta los corvejones, cuando la uva llenaba esparto de serones.
Cargaban sobre el lomo jinete y vertedera, y en la viña del pomo romano de mancera.
En época de saca los haces de los trigos, y montones de alpaca y las paseras de higos.
Después tirar de trilla aparvando la parva, del trillador la silla y a mieses las aparva.
Acarrear el grano y cargar con la paja, cuando el sol del verano con el sudor la alhaja.
Su estiércol aprovecho para abonar los campos que ilumina el barbecho a la luz de los lampos.
Mulas riadas de mulas a hogar dieron sustentos de frente o a reculas de agros de Cenicientos.
VUELA EL TAMO DE LA PARVA
Vuela el tamo de la parva; la tarde cayendo está y el sol se aleja y se va barbeándose la barba. La mula impaciente escarba, y desprovista de arreos comienza a dar cabeceos, y a la cuadra se encamina al pesebre que culmina el ansia de sus deseos.
SI HOMENAJE SE RINDIERA
Si homenaje se rindiera a bestias de arada y carga, una estatua ancha y larga la mula se mereciera. La viña lo agradeciera y el barbecho en sus cimientos, y los buenos sentimientos de los coruchos de antaño, del pastoreo y rebaño de campos de Cenicientos.
EL GAZPACHO DE LOS POBRES A mis padres
En las ardorosas tardes de siega y en las no menos de agobio de trilla, surcaba el cielo la franja amarilla y el cansancio se batía en repliega.
La manta extendida el mantel despliega, y el suelo era nuestro asiento de silla, y en la tarreña está la maravilla cuya visión nos inunda y anega.
La pueblerina cuchara en madera, y en la tarreña el humilde gazpacho, la paz sublimando la parva en la era,
y uncidos triscan la mula y el macho y un lienzo que enmarcó y fue la frontera de infancia pobre y feliz de un muchacho.
LA VENDIMIA DE LOS NIÑOS JORNALEROS
Impúberes argonautas sobre las cepas esbeltas, las navajas cortan sueltas de los infantiles nautas. Sin chirimías ni flautas en busca del vellocino del oro del tinto vino, de las cepas el racimo nos daba el valor y animo de forjar nuestro destino.
IBAN MULAS MULERAS
ResponderEliminarIban mulas muleras
de poderosas ancas,
cargadas de maderas
hasta las mismas trancas.
El barro les llegaba
hasta los corvejones,
cuando la uva llenaba
esparto de serones.
Cargaban sobre el lomo
jinete y vertedera,
y en la viña del pomo
romano de mancera.
En época de saca
los haces de los trigos,
y montones de alpaca
y las paseras de higos.
Después tirar de trilla
aparvando la parva,
del trillador la silla
y a mieses las aparva.
Acarrear el grano
y cargar con la paja,
cuando el sol del verano
con el sudor la alhaja.
Su estiércol aprovecho
para abonar los campos
que ilumina el barbecho
a la luz de los lampos.
Mulas riadas de mulas
a hogar dieron sustentos
de frente o a reculas
de agros de Cenicientos.
VUELA EL TAMO DE LA PARVA
Vuela el tamo de la parva;
la tarde cayendo está
y el sol se aleja y se va
barbeándose la barba.
La mula impaciente escarba,
y desprovista de arreos
comienza a dar cabeceos,
y a la cuadra se encamina
al pesebre que culmina
el ansia de sus deseos.
SI HOMENAJE SE RINDIERA
Si homenaje se rindiera
a bestias de arada y carga,
una estatua ancha y larga
la mula se mereciera.
La viña lo agradeciera
y el barbecho en sus cimientos,
y los buenos sentimientos
de los coruchos de antaño,
del pastoreo y rebaño
de campos de Cenicientos.
EL GAZPACHO DE LOS POBRES
A mis padres
En las ardorosas tardes de siega
y en las no menos de agobio de trilla,
surcaba el cielo la franja amarilla
y el cansancio se batía en repliega.
La manta extendida el mantel despliega,
y el suelo era nuestro asiento de silla,
y en la tarreña está la maravilla
cuya visión nos inunda y anega.
La pueblerina cuchara en madera,
y en la tarreña el humilde gazpacho,
la paz sublimando la parva en la era,
y uncidos triscan la mula y el macho
y un lienzo que enmarcó y fue la frontera
de infancia pobre y feliz de un muchacho.
LA VENDIMIA DE LOS NIÑOS JORNALEROS
Impúberes argonautas
sobre las cepas esbeltas,
las navajas cortan sueltas
de los infantiles nautas.
Sin chirimías ni flautas
en busca del vellocino
del oro del tinto vino,
de las cepas el racimo
nos daba el valor y animo
de forjar nuestro destino.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho