En cada rincón de Cadalso podemos encontrar sensibilidad y sentimientos. Por el Pilar abajo un día cualquiera de marzo
Un poco más arriba del Pilar se anuncia la llegada a Cadalso de los Vidrios. Carretera de Paredes a Cadalso.
Tenía cosas que hacer, poco como siempre en estos ya campos medio abandonados por los años y por las ausencias. Y aquí estoy bajando por el Pilar, una mañana rara, sin sol y con nubes, pero sin lluvia, menos mal. Tengo que llegar al Molinillo, es mi destino, más las imágenes me van deteniendo a medida que las observo, son fragmentos de tiempos y gentes que todavía siguen en mi retina, diálogos que resuenan en este entorno de siempre, tan lleno de cadalseñismo, y a la vez tan deshabitado, y es que el tiempo no perdona.
Aquella vieja entrada me llama la atención, ya no sé si se siembra el huerto, ya no reconozco la vieja pared de piedra, ya no siento el azadón chocando contra la tierra. Algo más abajo me sorprende la fuente del Pilar, donde por su caño, antiguo de siglos, surge el agua abundante, transparente y ruidoso, mira que me cautiva esta fuente, este caño y este agua, no tanto esta vez el del pilón que denota un color extraño, será eso que echan para que no ponga malo. He de continuar hacia mi destino, no lejanos en pasos, pero si en emociones, y de nuevo surge la imagen, esta vez un almendro en flor y otro y otro, tantos que el paisaje adquiere ese color blanco-rosáceo que año tras años inunda los campos de Cadalso, por cierto, este año bastante más atrasado, estamos a mediados de marzo y ya en enero hay temporadas que sus ramas se ven coloreadas con los primeros brotes e incluso con las flores.
Al dejar la carretera del Pilar, me adentro en un amplio camino que me lleva hasta el Molinillo, pero no siempre fue así, hubo un tiempo que el camino se nos ofrecía estrecho, húmedo y sinuoso, atrayente y legendario desde muchos siglos atrás. Si, aquello cambió cuando se ensanchó para poder llegar cómodamente a la depuradora de aguas residuales de Cadalso, a cambio ahora podemos llegar en coche, y a dónde no.
Ya he llegado, aquí esta mi destino final, mi labor, escasa por el paso de los años, miro, actúo y observo el viejo Molinillo, no me detengo, sólo le miro y me conmueve la indiferencia de tantos que no ven en él nada más que un montón de piedras, que tristeza, y decido no plasmar el momento, total para qué. Ensimismado en mi tarea no miro más allá de las yemas que sobresalen de los sarmientos anuales de estas viejas cepas de albillo, menuda calidad de uvas y de caldos que irremediablemente hemos abandonado y seguimos malogrando. Más en un instante de mirada lejana, observo un puñado de ovejas, pastan tranquilas y animadas, no tienen pastor, para qué si ya nadie ni nada las molesta, son creo las últimas y únicas ovejas de esta villa, no así de cabras, donde nuestro querido Ángel mantiene un buen rebaño de la raza Guadarrama, bendito y querido personaje.
Ya he terminado, me voy a otro destino, también escaso pero algo más cercano, camino y no puedo dejar de mirar la silueta, hoy casi primaveral de la Sierra, esa que denominamos Lancharrasa, y así absorto en el paisaje y mis pensamientos me voy transitando, como siempre se hizo, camino de la Antanilla por este camino ancho que dejó de ser vereda, y es que hay mucha pesadumbre y demasiadas remembranzas en este recorrido que une el Molinillo con la Antanilla pasando por las Pascualas, demasiadas, demasiadas.
Vieja puerta de huerto
Fuente del Pilar
Caño del Pilar y extraño color del agua.
Flores de almendro
Ovejas en el Molinillo
Lancharrasa
Zorro Corredero
Fotos: Archivo Fotográfico Pedro Alfonso
Muy bonitas las fotos
ResponderEliminarAna Diaz
Pedro Alfonso muy bonita foto buenas tardes
ResponderEliminarAgustin Capitan Sanchez
Muy bonito los comentario y las fotos
ResponderEliminarJuani Perez
Bucólicas las ovejas
ResponderEliminary bucólico el paisaje
y un fruncimiento de cejas
y evocar cosas añejas
e interpretar su mensaje.
LA FUENTE DE LA ANTANILLA
ResponderEliminarLa fuente de la Antanilla
al fondo de una calleja,
tenía un grifo de teja,
y una sombra de olivilla.
Raíces de una cepilla
por la pared asomaban,
y las coruchas cantaban
al llenar de agua el botijo,
de un líquido tan prolijo
que nervios desatacaban.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
EL PILÓN DE LAS PANTEZUELAS
ResponderEliminarEn atardeceres primaverales
de parada, pilón y abrevadero,
tus mansas aguas de fondeadero
aflojaban riendas de los ramales.
Y te veíamos los colegiales
apostados en el embarcadero,
de niños coruchos en el sendero
habituado al trato con animales.
Y nos veíamos ya de mayores
entre mulas carros y vertederas,
manos agrietadas por las manceras;
hablando del campo y sus pormenores,
contemplando el agua de los pilones,
taberna del burro y sus libaciones.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
DOS CORUCHILLOS MONTADOS
ResponderEliminarDos coruchillos montados
a lomos de un burro entero,
es decir, sin capadero,
se vieron descabalgados.
Los efluvios emanados
por una burrilla en celo
originó tal revuelo
que con el príapo tieso
el asno tiró exprofeso
los coruchillos al suelo.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
Muchas gracias Juani.
ResponderEliminarUn saludo
Muy buen reportaje con buenas fotos y grandes comentarios, se nota que conoces muy Bien Cadalso
ResponderEliminarInés
Gracias Inés, si claro que conozco muy bien Cadalso, pero lo importante no es conocer, es mucho más querer y sentir la vida de Cadalso, de sus costumbres,sus gentes y sus lugares.
ResponderEliminarUn saludo