lunes, 13 de marzo de 2017

La familia, el asado y por supuesto los calbotes.



       La familia

Un día cualquiera, una buena mesa y esos calbotes tan nuestros, puede ser suficiente para rescatar a los primos de la distancia, del hoy no puedo y mañana tampoco, una escueta llamada y todo vuelve a ser más cercano, muchos más íntimo al escuchar sus voces, su aliento junto al fuego que calienta los recuerdos de un pasado cadalseño de los 70. Asomaron a la Corredera y sin poder contener la emoción nos abrazamos, sentimos el calor de la intimidad, y pasamos al asado, al vino y a los postres con un final cadalseño de lo más, las ascuas de la chimenea que calentaban la sartén agujereada donde giraban las castañas hasta convertirse en calbotes con el simple calor recibido. Y el atardecer derritió el esplendor de la reunión, la magia de lo cercano, y se volvieron a escuchar las voces de la despedida, el adiós hasta otra, pero para ese momento ya todo estaba rescatado de la distancia que todo lo silencia, y arrebujados en el frío de la Corredera, cada uno partió para su sitio, el sueño se había desvanecido de nuevo, pero quedaban los rescoldos del fuego, los calbotes quemados sobre la mesa y el sentimiento de paz y sosiego que siempre proporcionan estas reuniones, espero que pronto se repita.


        El asado

       Los calbotes


Zorro Corredero
Fotos: Archivo Fotográfico Pedro Alfonso

4 comentarios:

  1. LA CALBOTÁ

    La sartén con agujeros
    lista para la ocasión,
    entreactos lisonjeros
    de coruchos castañeros
    teniendo a mano al porrón.

    Con ascuas rojas la lumbre
    y contención en la espera
    y no sentir pesadumbre
    y si tercia hasta una azumbre
    de la cepa coruchera.

    Pues aunque fuera incorrecta
    la educación imperante
    de política correcta,
    entonces era perfecta
    en mesa el vaso delante.

    Con vino nos destetaban
    a los infantes coruchos,
    y alcohólicos se daban
    no más que se encontraban
    en fondas y en cafetuchos.

    Oíamos los chasquidos
    de castañas al asarse
    y eran música y latidos
    despertando los sentidos
    de castañas al tostarse.

    Y el tenue golpe a la tapa
    y ver la mano que mece
    y el primor cuando destapa
    y el placer que al niño atrapa
    y papilas humedece.

    Y el humeo que desprenden
    las doraditas castañas
    sensaciones que se prenden
    y es algo que bien comprenden
    las brisas de las montañas.

    Y en la noche de difuntos
    plagada de sentimientos
    la Calbotá y sus conjuntos
    aunaban a todos juntos
    familias en Cenicientos.

    Saturnino Caraballo Díaz
    El Poeta Corucho

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  2. LOS CENCERRONES DE LA PARRILLA

    Después de la vendimia terminada
    solíamos echar una jornada.
    En las viñas, buscando el cencerrón,
    y de la mula llenando el serón.
    Eran días hermosos y otoñales
    con las hojas muriendo en los parrales.
    Negreando lo que quedó en la vid
    de estos campos gloriosos de Madrid.
    Así era la vendimia del sin tierra,
    del que lucha en la vida y no se aterra,
    Y aparta los abrojos del camino
    variando los designios del destino.
    Volvíamos a casa con la carga
    armados con la lanza y con la adarga.
    Del esplendor fulgente del racimo
    que nos daba calor junto al arrimo.
    Del leño incandescente de la lumbre,
    y el porrón heredad de la costumbre.
    Convertido en el mosto que hace al vino
    fortalecer el ánimo cansino.
    Según la sabia opinión de los viejos,
    duchos en vinos jóvenes y viejos.
    Legatarios de una secular ciencia,
    la voz universal de la experiencia.
    Y pisábamos la uva en una artesa
    anclada y sustentada por la mesa.
    Tosca bodega en el angosto hogar,
    decimonónico ancestral lagar.
    Luego aquel caldo iba a la tinajilla
    calzada con las patas de una silla.
    Permitiendo al tiempo hacer su labor,
    dándole al mosto solera y sabor.
    La abríamos la noche de difuntos
    al amor del fuego asando castañas,
    los cuatro en mi casa todos juntos
    con mi padre contándonos hazañas.

    Saturnino Caraballo Díaz
    El Poeta Corucho

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  3. CASTAÑO TRICENTENARIO

    Castaño tricentenario
    que a los pinos presta sombra
    mi nombre conoce y nombra
    cuando llega el calendario;
    a difuntos obituario.
    Y en el suelo los erizos
    con los helechos pajizos
    a rebufo de castañas
    donde las telas de arañas
    atrapan cielos plomizos.

    Saturnino Caraballo Díaz
    El Poeta Corucho

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  4. No podría expresarlo mejor. En casa del tío Pepe siempre nos hemos sentido como en casa. Loren, Mercedes, Pedro, Bianve y Rajaa GRACIAS por un día genial.
    Dori Carrasco, Raul, Luis del Gozo, Isabel y yo volveremos pronto para disfrutar de vuestra compañía y hospitalidad.

    Ra Lopez

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