lunes, 23 de enero de 2017

VI FERIA DEL VINO "CADALVIN 2017" CONCURSO DE CARTELES




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  1. EL CEMENTERIO QUE SE CONVIRTIÓ EN BODEGA

    Desde tiempo intemporal
    del pueblo fue el cementerio
    que contemplaba el ritual
    y el triste ceremonial
    de la muerte y su misterio.

    Tumbas quedaron vacías
    cuando hicieron el traslado;
    cesaron las letanías,
    los credos y Ave Marías
    y el osario fue olvidado.

    Oculto por un tapial,
    a piedra y lodo cerrado,
    se convirtió en un erial
    de la grama marginal
    en un campo no labrado.

    Transcurrió tiempo y espacio
    y hubo ubérrimos racimos
    del viñedo que despacio
    de la cepa es el palacio
    al que se cuida con mimos.

    Fueron grandes las cosechas,
    explosivas las vendimias,
    hubo que extender las fechas
    y las bodegas rehechas
    para las uvas eximias.

    Y sobre el sagrado suelo
    la bodega levantaron,
    y o bien no lo quiso el cielo
    o ánimas que están de duelo
    la bodega rechazaron.

    Las cargas fueron bajando,
    las cosechas se diezmaron,
    viñedos abandonando
    cepas se fueron secando
    y a la bodega cerraron.

    Saturnino Caraballo Díaz
    El Poeta Corucho



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  2. LA BODEGA DE CENICIENTOS

    Con el tiempo esta pátina ha curtido
    las piedras que ennegrecen la fachada
    y expande olor del mosto en oleada
    del vino que fermenta adormecido.

    Bodega que en vejez ha encanecido
    acogiendo a toda uva enamorada
    que traía el serón la esposa amada
    al tálamo del cono su marido.

    Y a sus puertas hervía un torbellino
    y de cargas un mar en oleaje
    disputando la mula y el pollino

    en pugna por la fila del pesaje
    de racimos que han hecho a nuestro vino
    vinícolas raíces del paisaje.

    Saturnino Caraballo Diaz
    El Poeta Corucho

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  3. PEALES Y ALBARCAS
    ¡A mi padre y a los jornaleros
    coruchos de su generación!

    Transidos de frío
    peales y albarcas,
    llagadas las marcas
    de pies del rocío.

    Van los jornaleros
    de rostro atezado,
    al hombro abrazado
    los viejos aperos.

    Funde sus alientos
    la cruda mañana,
    del frío que aplana
    nuestro Cenicientos.

    Hay nieve en la cumbre
    cimera en la Peña,
    que hibernando sueña,
    y encienden la lumbre.

    Tienen el marqueo
    trazado en el suelo
    y aplastan el hielo
    con un traqueteo.

    Están ajustados
    para abrir las hoyas,
    panes de sus ollas
    de desheredados.

    Con los azadones
    y pico a la piedra,
    nada les arredra
    abriendo zanjones.

    Las manos cubiertas
    de grietas y callos,
    cavan como rayos
    las tierras desiertas.

    Tapan los barbados,
    que serán las vides
    cuando en estas lides
    sean injertados.

    Paran un momento
    y echan un cigarro,
    los pies en el barro
    y algún juramento.

    Duros los astiles
    de azadón y pico
    y no magnifico,
    las hoyas a miles.

    Les daban los dueños
    vino en calabaza
    de la misma raza
    que impregna sus sueños.

    Y así la cuadrilla
    de los jornaleros,
    iba con sus fueros
    por toda Castilla.

    La siega en verano,
    la carga de leña
    sin letra pequeña
    lastrando su mano.

    Los hombres de acero,
    de peal y albarca
    fueron remo y barca
    de lo venidero.

    Nosotros sus hijos
    tuvimos abrigo,
    nuestro pan de trigo
    y la escuela fijos.

    Y en el firmamento
    de los jornaleros,
    aquellos braceros
    infunden aliento.

    Saturnino Caraballo Díaz
    El Poeta Corucho


































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