SANTOS Y DIFUNTOS
El día de los Santos nunca teníamos escuela y los niños íbamos a jugar a los
aledaños del camposanto. Las chicas con sus trenzas recién anudadas y sus
alfileres bonitos, de colores chillones, clavados en los acericos de papel. Los chicos con nuestras peonzas con rejo de fragua y los bolsillos llenos de bolas de
cristal y todo tipo de género candoroso. Todos aparentemente ajenos a lo que
sucedía aquel día soleado que provocaba que las flores de las tumbas relucieran
orgullosas junto a las lamparillas colocadas ante las lápidas. Las gentes iban
y venían cargadas de flores sin imaginar que en el futuro seremos nosotros los
receptores de otras flores depositadas por las manos temblorosas de otras
personas que un día nos quisieron. Esa jornada creía yo que estaba dedicada a
los santos, pero no a todos; sólo a los que aparecían en los libros, las
películas o la
Biblia. Exclusivamente a ellos: a los importantes. Pensaba
que la gente visitaba a sus muertos con la oculta esperanza de compararlos con
los "Santos Oficiales".
El día de los Difuntos, en cambio, siempre amanecía gris y plomizo y además
teníamos escuela. La necrópolis estaba poco concurrida esa jornada y aparecía
desprovista de cualquier signo festivo. Era el contraste que me hacía reflexionar
sobre el hecho de que en mi pueblo no
murió ninguno de esos santos ilustres, aunque yo recordara a personas que para
mí eran merecedoras de tal honor porque su vida había sido como una sempiterna
caricia a todo lo que les rodeaba.
Ergo, si no eran famosos, su Fiesta no
podía ser el uno de noviembre. En un arrebato decidí que su jornada festiva
sería el dos de noviembre y la bauticé como el día de los "Difuntos-Santos" y relegué el día primero -a pesar de no
tener clase- a un puesto secundario. Yo conocí personalmente la bondad de los
santos de mi pueblo mientras que a los otros únicamente los conocía por
referencias de terceros. Justo era pues, que, llevado de mi agnosticismo e
idealismo infantil, yo los homenajeara buscando hacerles justicia.
Todos los días dos de cada noviembre pasaba
a saludar a mis "Difuntos-Santos",
sin importarme que la mayoría del pueblo lo hiciera el día anterior. En
aquellas visitas comprendí retazo a retazo, que el dolor por la pérdida de un
"difunto-santo" lo vence el
cariño del recuerdo que es lo realmente eterno en los seres humanos. Al
cabo de los años dejé de visitarles, me daba pena saber que llegaría un día
baldío en que tendría más personas queridas allí que conmigo y, entonces,
resolví resucitarles a todos y mandarles
a un largo viaje mental del que yo formaría parte en ocasiones muy justificadas
y concretas.
El
Vaticano canoniza a sus santos y yo entronizo a los míos. Algunos de entre
ellos congenian y se hacen amigos. Ni unos ni otros saben de otra cosa que no
sea el amor.
Miguel MORENO GONZÁLEZ
Fotos: Archivo Fotográfico Pedro Alfonso
Maravilloso relató que comparto contigo querido amigo Miguel.
ResponderEliminarManolo Reyes
Como siempre te has superado a ti mismo.
ResponderEliminar¡Cuántos "Difuntos-Santos" siguen viviendo no sólo en los recuerdos de sus seres próximos sino también en tus escritos!
Luis C. Ruiz
PACO Y ÁNGELA
ResponderEliminarEpitafio de la tumba
de mis padres.
Dos mejores padres no hubo,
puerto fueron y ensenada,
y hospitalaria posada
y su fe quien nos sostuvo.
Su amor nada lo detuvo,
siempre anduvieron en pos,
y espejo fueron los dos
y en sus eternas moradas,
almas gemelas amadas
en la eternidad de Dios.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
LA URDIMBRE DEL TIEMPO
ResponderEliminarLa urdimbre del tiempo obrando,
su paso por cuanto aflora
solo el recuerdo se añora
de cuanto fue dulce y blando.
Los años se van pasando
bien envuelto el embalaje,
el atavío y el traje
del camino recorrido
por cuanto amamos y es ido
y es figura del paisaje.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
"Nuestras vidas son los ríos
que van a dar a la mar,
que es el morir."
Jorge Manrique
LA VANIDAD DEL SEPULCRO
ResponderEliminarEl pórfido mármol blanco
que a tu tumba la deslumbra,
la ha sumido en la penumbra
de un compartimento estanco.
Impidiendo el paso franco
de la luz del sol que alumbra,
ninguna fe se vislumbra
en la hondura del barranco.
Sepulcro que en desmesura
es del lujo lo excesivo,
produce cierta tristura
ver a un pobre fugitivo,
que cadáver es criatura
de vanidad como vivo.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
EL ÁRBOL MORTUORIO DE LA CAJA
ResponderEliminarTe escribo un soneto haya de mi caja
crecida en el hayedo arborescente,
pues has de mitigar fuego en mi frente
con el helado helor de tu mortaja.
Hendida por el hacha que destaja
cuando te vea anciana decadente,
me acogerá tu inercia indiferente,
en tu interior madera ya en rebaja,
Sin compartir la vida y sí el destino
nos condenan a ser desconocidos
sin que a tu sombra rece una plegaria.
Y hermanados al final del camino
nuestros ayes se oirán adoloridos
crepitando en la pira funeraria.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
CAMINO DEL CEMENTERIO
ResponderEliminarQuintas y contemporáneos
cubrieron este camino
en una caja de pino,
los coruchos y foráneos.
Desfiles de coterráneos
por aquí nos precedieron,
y de aquel viaje que hicieron
ignoramos el final,
ni si les fue bien o mal
pues de volver se abstuvieron.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
LA IGUALACIÓN DE LA MUERTE
ResponderEliminarLa igualación de la muerte
me honrará con su visita,
y sin anuncio de cita
ella será quien concierte.
"Regalo vengo a traerte",
me dirá con leve soplo.
"Traigo martillo y escoplo
para abrirte el ataúd,
y yo ostento la virtud
de que a todos os acoplo".
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
Miguel, un relato excelente y con cierta enjundia irónica.
ResponderEliminarLa memoria ––de cada uno–– no traiciona el recuerdo de propios o extraños siempre que se hayan vivido en(con) ellos parte de los mismos y, con su dejarnos, arrebatan parte de estos que heredarán en bucle interminable aquellos a los que precediéndonos por buenos legamos a los del futuro; algo que, de momento, ni pueden arrebatarnos ni añadir impuestos sucesorios...Pero, si pudieran políticamente, algunos, ya la habrían hecho.
Pedro, una foto formidable que da para mucho más de lo que en ella se puede ver a esas horas.
Serena composición que no palidece de romanticismo propio de otras épocas de cuentos y leyendas algo más lejanas en el tiempo.
Hasta contiene epílogo de literatura típica desde la que poder tratar que, a otras horas, ésa misma podría ser oscura como la noche más larga con reflejos de las luces cercanas.
Longos saúdos :)´
LA GUARDIANA DEL HUERTO
ResponderEliminar"Yo aprendí en el hogar
en que se funda,
la dicha más perfecta".
Gabriel y Galán
Si tu habilidad de hortelana flota,
y tu espíritu está aquí, y permanece,
ni la hoja, ni la planta se adolece
ni el ábrego, ni el hielo la derrota.
Si en su ambular el céfiro se agota,
y sobre aquí benéfico amanece,
Ángela será quien reaparece
desde la vida eterna tan remota.
Porque a través de ti la vida sigue,
encarnada en tus hijos y en tus nietos,
y es la materia lo que se agusana
y tu enseñanza sobre mí prosigue,
!madre!,pídele a Dios es sus decretos
que del huerto sea tu alma guardiana.
Saturnino Caraballoo
EL CEMENTERIO DE CENICIENTOS
ResponderEliminarAposento de las cruces,
paseo de los cipreses,
morada sin más reveses
donde daremos de bruces.
Sin hacer cual avestruces
escondidos bajo el ala,
la Muerte vendrá a la sala
y a coruchos insepultos
nos mostrará informes bultos,
despojos en su antesala.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
MI TESTAMENTO VITAL
ResponderEliminarA mis hijos
En un día de sol, de tenue brisa
mis cenizas se esparcirán al viento.
Privado ya de voz y movimiento
con virtudes expuestas en la misa.
Obviados mis defectos por la prisa
del funeral que anula el pensamiento,
en mi familia habrá un abatimiento
y en el amigo esbozo de sonrisa.
Mis órganos perpetuarán su vida
viviendo nueva existencia terrena.
Y de mí y por mí nadie se conduela,
pues volveré al inicio de partida
enlazando de nuevo la cadena,
mis cenizas jugando en la Plazuela.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
EL JUICIO FINAL
ResponderEliminarCuando campanas del Juicio Final,
toquen y nos digan a levantarse
mis cenizas no querrán espesarse
y aludan que dispersas no están mal.
Tal vez les parezca entonces banal
urgentes y urgidas a levantarse,
y como espectros sumisas mostrarse
al complejo y nuevo ceremonial.
Ya Dios me amonestó y juzgó ante el trono
cuando comparecí humilde en el tono
con mi alma en llamas férvida y contrita.
Su paz rogó y en su gloria el descanso
y mis cenizas en el mundo manso
de esta arboleda de la Plazuelita.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
LA PLAZUELA DE CENICIENTOS
ResponderEliminarSobre ella calles y puertas se abocan
convergiendo en periplo a la Plazuela
de presencia de gente a la que anhela
ver de nuevo y sus aguas la convocan.
Son recuerdos e imágenes que evocan
las de aquel avión de papel que vuela,
a sus mandos de nuevo hacia la escuela
piloto de mis vuelos que se alocan.
Más en ti he de hallar refugio y descanso,
durmiendo sobre ti mi sueño eterno
cuando ya mi futuro lo organizas.
Mi sed mitigarás de agua en remanso
cuando elijas y nombres al gobierno
de brisas que te traigan mis cenizas.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
ResponderEliminarGracias a todos por estos sentidos mensajes, palabras y versos que a Miguel y a mí nos encantan, pero lo son muchos más porque con ellos estáis haciendo un pequeño homenaje a todos esos hombres y mujeres de Cadalso que en otros tiempos formaron nuestro pueblo.
De verdad muchas gracias.
El día uno día de los Santos yo de niña pasaba el día en el cementerio esperando que llegara el cura donde esta mi madre yle dijera el responso
ResponderEliminarCarmen Frontelo Morales
Pues me ha gustado mucho, Miguel...lo de tus difuntos-santos y lo demás. Entre otras muchas cualidades admiro tu sensibilidad y tu forma de transmitirla.
ResponderEliminarGran abrazo
Diego
Precioso relato, Miguel. El pasado sábado, como ya es tradicional, lo leí en el programa de "Clásicos al atardecer", en esta ocasión, con una dedicatoria muy especial a dos persona y amigos entrañables a los que, por desgracia, dijimos adiós el pasado Viernes: el tío Manolo el "Alguacil", padre de mi amigo Manolo y vecino y compañero de "frescos" durante muchos años, y José Luis dela Torre, amigo entrañable desde los años jóvenes de jugadores en el equipo de Cadalso, con el que siempre tuve, tuvimos, una especial afinidad. D.E.P.
ResponderEliminarBaltasar Villarin Conde
Que bonito Pedro que bien lo cuentas
ResponderEliminarPilar Calvo Villarín
No Pili, esta vez el escrito no es mío, es de Miguel Moreno.
ResponderEliminarDÍA DE TODOS LOS SANTOS EN CENICIENTOS
ResponderEliminarCamino del cementerio
forman una muchedumbre,
la Peña otea en la cumbre
y hoy tiene el semblante serio.
Van con los ramos de flores
llevando a sus muertos dentro,
ocupando todo el centro
el recuerdo a sus mayores.
Brillo sacan a las tumbas,
morada de los ancestros,
abuelos y padres nuestros
en su hogar de catacumbas.
Fieles a la cita anual,
de todas partes provienen
a sepulcros que mantienen
un silencio sepulcral.
Túmulo es de los recuerdos
de los momentos vividos
con estos seres queridos
de acuerdos y desacuerdos.
Mausoleo de momentos
de encuentros y desencuentros,
corazón que en los adentros
es alma de Cenicientos.
Panteón de los aciertos
de aquellos que nos amaron
y nos velan y velaron.
¡Gloria para nuestros muertos!
Catafalco en que estaremos
cuando en el trance final,
acabado el bien y el mal,
con ellos nos igualemos.
Concertados en conciertos
van la mente, pies y manos
pidiéndole a los arcanos
paz eterna a nuestros muertos.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
SONETO AL CRISTO DE CENICIENTOS
ResponderEliminarIr lejanos,surcando el infinito.
Ungidos con el agua de la fuente,
desvaneciendo arrugas en la frente
en rituales de pecador contrito.
Ir cercanos, sin ánimo proscrito
de una tropa de réprobos silente
convergiendo en la cita convergente,
ubicada en tu celestial distrito.
Danos, Señor, tus manos de esperanza,
de los templados días de bonanza,
compañeros asiduos de la suerte,
de ver tu luz sobre coruchas sienes,
que aseguran que ayudas y sostienes
en el trance ominoso de la muerte.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
Tampoco es para tanto. Con los problemas que tenemos y vosotros entretenidos con estas cosas.
ResponderEliminarLa voz de la Conciencia.
El amor hace poetas y el acercamiento a la muerte nos hace filósofos, dijo Santayana; y así vamos creciendo hasta el final..
ResponderEliminarrafael
Pues igualmente se lo digo a el muy bonito relato
ResponderEliminarPilar Calvo Villarín
A ver Voz de la Conciencia, qué problemas tan importantes tenemos? Tal vez si los cuentas y te arriesgas a decir tu nombre se puedan arreglar, pero seguro que eres de los del abrazo político y la crítica por la espalda, no así no vas a ninguna parte.
ResponderEliminarLa voz que ayuda.
Bonita reflexión para este día de los Santos y efectivamente, hay muchas personas que se merecen esa concesión de santidad, pero lo más bonito es pasar desapercibido y sentir esa paz interior de siempre obrar sin maldad y sobretodo con mucho amor que es lo más importante.
ResponderEliminarLuis M. González
Sorprendente reflexión y decisión. Yo nunca fui, ni soy, partidario de la visita y las flores el día de los Santos. Lo práctico con mí mujer desde que murió su madre por respeto a su decisión de hacerlo como homenaje a las costumbres de sus padres.
ResponderEliminarDicho esto lo que nunca había llegado a plantearme es lo del viaje y me parece una idea tan fantásticamente consoladora y balsámica que con tu permiso voy a apropiármela. Magnífico escrito. Gracias.
Pepe Vázquez