LOS CALENDARIOS TAMBIÉN SE JUBILAN CONTIGO
Te voy a echar de menos cuando te vayas. Ya ves. Hay cosas bonitas que le
brotan a uno libremente y que, sin saber muy bien el por qué, le unen a otras
personas. A veces es lo más nimio, lo más natural de lo cotidiano… Pero sin
embargo, captas que dentro de ese acto en apariencia baladí y superficial hay
algo en su interior mucho más profundo y conmovedor.
Conservaduría. Navidad 1991
Por ejemplo: Rememoro que cuando Conservaduría estaba toda unida en el Palacio de Viana, los finales de año pasaban por allí los proveedores de
papelería de oficina y le regalaban a Pilar
Cuevas (funcionaria ejemplar, la que más) unos calendarios amplios con los
números más grandes de lo habitual. Cuando se jubiló Pilar se los dejaban a Paqui
Martos. Unos compañeros de entonces que me apreciaban, sabedores de que
recibíamos esos calendarios en nuestro departamento de Exteriores, al llegar esa época me lo recordaban (es
que, Miguel, se ven mejor los números). Cada año, puntualmente, se los
pedía a Pilar y posteriormente a Paqui y se los mandaba o se los llevaba
personalmente a sus destinatarios. A saber: Urrutia (Telefonía), Pepe
Martín (Adquisición de Móviles), Emilio
Rodriguez Pantín (Comunicaciones), Carlos
de la Peña (Equipo), Rafael Canellada (Compañero y amigo que enriqueció mi
interior)…
Carlos de la Peña, Rafael Canellada y Miguel Moreno.
Hace aproximadamente dos años
llegaron una vez más esas entrañables
fechas, los almanaques también aparecieron y los recuerdos de todos ellos
acudieron exactos, intensos y emocionantes a su cita… Pero ya no estaban
ninguno de mis compañeros. Se habían jubilado. Paqui, amablemente me los sigue mandando, pero ya no tengo a quien
dárselos. No se lo digo a ella porque me da mucha pena y sería como romper el
encanto de esta bonita historia. Sería como si el canto del cuco que aparece todas las primaveras en Cadalso dejara un año de acudir a su
reencuentro conmigo allá abajo, en Tórtolas,
cerca de mi casa y del huerto de mi
padre. Escucha, escucha… era el
canto favorito de él, me lo hacía escuchar en silencio, a la noche. Cuando todo
estaba en paz me decía que le acompañara detrás de la casa, donde todas las
noches iba antes de acostarse y entonces oíamos lejano el canto del cuco. Era
triste y melancólico, pero muy hermoso y melódico, después acompasadamente iba decayendo
como la vida. Los calendarios de este
año 2016 aún los tengo sobre un archivador y el cuco, afortunadamente,
siguió alegrándome la llegada de la última primavera, algún día no me llegará…
Te pareceré tonto, pero aquel
primer año que ya no tuve a quién dárselos lo pasé mal. Los recogí con una goma
elástica, los metí en el cajón de mi mesa y me emocioné. Estaba solo y traidoras
se me cayeron unas lágrimas sobre la hoja del 22 de diciembre. ¿Sabes? Tanto me agradecían ellos aquel sencillo
detalle que cada Navidad, Emilio bajaba a felicitármela, Urrutia Aurteneche llegó a traerme una botella de “Chacolí” de su pueblo vizcaíno,
Canellada no me felicitaba nunca cuando
me invitaba a un café, Carlos me
regaló el Día de la Lotería una foto
preciosa de La Pedriza, Pepe Martín venía al despacho a decirme
cualquier cosa y a ofrecerme el arreglo del móvil si no me funcionaba. Y cuando
algún mediodía veraniego hacía calor, Urrutia
y Pepe Martín me llamaban (Urrutia
lo hacía a voces y entre estentóreas carcajadas) y me invitaban a un Acuarios en la cafetería Riazor de la calle
Toledo, mientras ellos degustaban amistosamente un vinito. Durante ese
instante Urrutia seguía hablando
alto y claro mientras Pepe Martín le
hablaba pausado y le observaba con esa mirada tierna que tienen los niños. Es
curioso como el acto más sencillo con el paso de los años su recuerdo cobra
vida y embellece el presente.
Pepe Vazquez y Miguel Moreno. San Isisdro 2016
Los sigo echando de menos… Nadie
sabe de esta pequeña y entrañable historia (ahora tú sí). Y la cuento porque
-como a ellos- a ti, Pepe Vázquez
Mallorquín, también te echaré de menos. Contigo me queda la sensación de
que llegué tarde a lo bueno, que tenía que haberte conocido mucho antes y mucho
mejor. Y es que siempre has sido justo conmigo con esa amistad tuya que se
siente mejor que se cuenta. Yo lo sabía porque nos hablábamos poco y nos
escribíamos mucho. Tu calendario siempre lo conservaré.
Miguel MORENO GONZÁLEZ
Fotos: M.Moreno
Pepe es un privilegiado porque tiene esa luz interior que él quiere disimular.
ResponderEliminarJuan Manuel
Querido Miguel.. Tu corazón es una enorme posada en ese largo y sinuoso camino, que es la vida laboral en ese micro mundo del MAEC, en la que hemos tenido la fortuna de alojarnos un montón de -ya ex- compañeros. Todos, creo saberlo, guardamos los mejores recuerdos de nuestra estancia en ella, pero no debes echar el cierre.. Tu noble "establecimiento" aún debe seguir alojando a nuevos caminantes necesitados de afecto, por mucho tiempo; y mientras, tu salón se va enriqueciendo con los recuerdos agradables de visitantes "célebres" como los restaurantes con solera. Muchas gracias por tus gratos recuerdos, que sabes, son mutuos. Un abrazo.
ResponderEliminarMiguel es un placer tenerte de compañero, siempre se puede contar contigo, y lo único que lamento es ser un poco más joven que tú y perderme tus entrañables palabras cuando celebre mi jubilación.
ResponderEliminarEs verdad que la vida pasa muy rápido y va dejando muchos recuerdos y amigos en el camino, que nuestra amiga melancolía hace que no olvidemos, pero afortunadamente siempre aparecen nuevas y buenas personas que llenan, aunque sea un poco, el hueco que dejan las que se van. Yo también echaré de menos a Pepe cuando se jubile.
Almudena
PÁGINAS DEL CALENDARIO
ResponderEliminarPáginas del calendario
que pasáis y vais volando,
vosotros no decís cuando
me cubrirán con sudario.
Y tocará el calendario
por el que yace ya muerto,
y sin surgir desconcierto
habrá boda y un bautizo,
y yo seré ya un plomizo
hueco que queda desierto.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho