(A Paloma… Y a ellas. Inspirado en
los guiones de las películas de José Luis Garci)
HISTORIAS DE AMOR Y DE CINE EN CADALSO Y FRENTE
AL MAR
¿No os acordáis? Siempre era primavera en
aquellas sesiones continuas de cine
al atardecer, en esas películas donde las mujeres parecen olvidar y los hombres
siempre recuerdan como si estuvieran dentro de una fotografía. Aparecíamos en
la calle con un repentino optimismo, con una euforia desconocida, con ganas de
caminar sin rumbo toda la noche, charlando por los codos, locos de abril,
resucitando los crepúsculos rojizos de aquellos primeros besos con sabor a
arrebato y a emoción, cuando hacíamos primero de amapolas y penúltimo de
adolescencia, añorando los jerséis anudados a la cintura del país de las
vacaciones, con una brizna de hierba en los labios y dibujando mayo en la
mirada y septiembre en el corazón. Se nos aparecían entonces los primeros
cubatas del estío que nos animaban a bailar las lentas en los guateques con tu cara
pegada suavemente a un sueño. No me digáis que no vivíamos todos dentro de una
película panorámica. Lo que no es
nostalgia es imitación, decía un guionista de esas películas.
Salíamos del cadalseño Cine Condestable desenterrando el hacha de esa guerra de melancolía que, ¡ay!, yo nunca he superado. Te brotaba
tontamente cuando te hacías el encontradizo en la calle con la chica que te
gustaba y ella ni siquiera te miraba, aquélla a la que le salían al reírse unos
hoyitos en las mejillas pasaba cruelmente de ti. Pero, en cambio, tú seguías
abrigando esperanzas; jamás olvidaste el día en que fue castigada por sus
padres a no salir, quién se acuerda hoy del motivo por el que no la dejaron ir
a aquel baile con la pista circular rodeada de aligustre de La Alegría de la Huerta. Eran las Fiestas del Cristo y fue la noche de
los fuegos artificiales (de la Pólvora), la noche de los puestos de los tostoneros en La Plaza, la noche de los coches de
choque, la noche del tiro al blanco con una escopeta de perdigones que tenía el
punto de mira un poco desviado para que no le atinaras a las bolas de anís de
colores, la noche en la que todos corrían, gritaban y sonreían cuando descargó
la tormenta de todos los años, la noche, en fin, que armado de valor superaste
las dudas e ibas a decirle a aquella muchacha (que olía a felicidad) que la
querías para siempre porque tu futuro pasaba por su corazón. Tampoco la viste
ningún mediodía de la Función en
aquellos clásicos Bailes del Vermut
en La Huerta de Cañardo… Con el
tiempo su silueta acabó
difuminándose como tantos seres queridos de entonces…
Veréis, cómo os diría yo, cien años después me
encontré con una mujer. Yo estaba ligeramente triste, llovían aquel anochecer
gotas de abatimiento y permanecía replegado en mí mismo intentando descifrar el
secreto de mi vida. Se llamaba… Qué importa. Era dulce y romántica y con su
mano acariciaba la mía cuando observábamos emocionados desde la playa el
pendular de las estrellas colgadas del cielo. Me parece que no era muy alta
pero sí muy bonita y tenía un temblor en su mirada que me delataba que era
tímida y misteriosa. La conocí en el horizonte de una atardecida salada de
verano, un atardecer en el que nos pusimos los cascos de guerra y sin tregua y
desconsolados nos acuchillamos de amor. Me hablaba frente al mar de su encanto
desconocido y a lo mejor, ahora, todavía me quiere cuando me recuerde mirándole
al ocaso. Una mañana la esperé en vano. Desapareció en silencio sin anunciarme
su partida. Sufrí mucho y no tuve tiempo para descubrir si era cierto lo que
decía el viejo Sócrates, aquello de
que el
amor era lo único que comprendía. No pude averiguar si me habría corregido
al observar que había dejado la ropa abandonada junto a la pena y a los zapatos
la noche anterior, nunca supe si nos habríamos amado los atardeceres sobre la
marea, si me hubiese seguido acariciando mi pelo ondulado como aquella tarde
que llovía tanto y ululaba el viento contra la ventana…
A veces retrocedo a ella, a esa borrosa zona
del tiempo donde la memoria ríe con escozor y devasta el ánimo mientras
negocias con los recuerdos para que no te hieran. Fue para mí la verdadera
historia de amor, aquélla que nunca termina por sí misma porque continúa
flotando, esa que no ha sufrido el contagio de la rutina ni el desgaste de la
convivencia, esa que nos consuela a quienes libramos grandes batallas de pasiones
cabalgando sobre Rocinantes por los
campos de las imaginaciones más hermosas. Son combates de los que salimos
malheridos, zombis perdidos que sufrimos la ausencia de luz por todas las esquinas
del corazón porque, a diferencia de lo que pensaba Sócrates, no se comprende fácilmente el amor. El que ama no está libre de zozobra. A pesar de todo, seguiré
esculpiéndome en el pecho esa frase de Manuel
Alcántara: Desde que sé que tu aliento se ha quedado por el aire, estoy bebiendo
los vientos. Y es desde entonces -más o menos- que estoy tocado por una
historia de amor que no he podido quitarme de encima. Y me iré con ella. Los amores no viven ni mueren, sólo flotan
eternamente.
Miguel
Moreno González
Como me gustaba volver a las rozas por la noche despues del cine
ResponderEliminarFjose Montero Saugar
¿Cuantas veces escuchaba de niño en el Cine Condestable aquello de
ResponderEliminar"que empiece ya,
que el público se va,
que la gente se marea
y el público se mea..."
cada vez que se cortaba la proyección, ya porque se cortaban las reviejas películas, ya porque se iba la luz. Y cuando la escandalera subía de tono, venían dos Guardias Civiles del vecino cuartelillo a imponer orden.
O tempora, o mores!
JGabriel Storch de Gracia
Que recuerdos ... mi infancia la primera vez que fui al cine proyectaban E.T. en Cadalso...
ResponderEliminarMari Feli Pérez Fermosel
Q bonito precioso,cuantos recuerdos q bien lo pasabamos entre la huerta y el cine del tio aquilino,q recuerdos
ResponderEliminarEulalia Alvarez Navarro
Jo Miguel, a mi tu relato no me trae recuerdos del cine Condestable, ni de La Huerta, porque yo no era de aquí. Pero lo cuentas de una forma que ha hecho pasar mi infancia ante mí en unos momentos. Aquella vecina a la que quise, aquellas dos vecinillas que se peleaban por mi, al Panchi, a mi primer amor, nunca correspondido y que me dejó tan doblado como a ti te dejó el tuyo, aquella adolescencia que se perdió entre algodones y libros, lecturas que ocupaban mi mente y mi tiempo para no pensar en otras cosas, a mi torpeza con las chicas, a una madurez adelantada a fuerza de médicos y de reflexiones, a ese kaos que a veces parece que ha desaparecido pero que de cuando en cuando vuelve a asomar. ¡Jo Miguel! Me has tocao.
ResponderEliminarJavier Perals.
Una de las cosas por las que merece la pena vivir es por recordar cosas tan bonitas como los amores de adolescencia. Gracias por volvernos a hacer felices
ResponderEliminarGracias a todos. Celebro que al menos por un rato, y como decía José Luis Garci, volváis a vuestros "santos lugares del amor adolescente" y si encima os arranca una sonrisa sería la releche. No tengo pago más hermoso que ése.
ResponderEliminarQue tiempos y buenas películas que se proyectaban gracias al tío Santiago.............
ResponderEliminarJosé Luis Villatoro
Me acuerdo que las peliculas las ponia mi tio Teodoro y dando las entradas mi tia Isabel y que la ultima pelicula que dieron antes del cierre definitivo del cine no se si fue el Rio que nos lleva o el Imperio del Sol je,je,je.
ResponderEliminarEmilio Jose Tabernero Hernandez
¿ Que te cuento? ¿ Que te digo?. Nostalgia,llanto, risa, desesperanza, conformidad, como dolio aquel primer amor.
ResponderEliminarAlberto
Yo también he pasado muy buenos momentos en el cine, y la verdad dá pena k lo cerrarán, se kedabas en la puerta del cine un buen rato antes y sin parar de reír. K tiempos tan buenos
ResponderEliminarChelo Villarin Recio
Sí, compañero.. la vida sin duda sería más fácil sin amores apasionados.. pero, ni sería vida ni na..
ResponderEliminarEL DESCUBRIMIENTO DEL CINE
ResponderEliminarFue un descubrimiento magnifico y deslumbrante
igual o parecido al hallazgo del Atlante.
El anillo mágico que todo lo curaba,
igual nos pasó cuando el local se iluminaba.
Allí frente a nosotros estaba la pantalla
y que desvelaría el secreto cuando estalla.
Después de la sorpresa sonó una campanilla,
con luces que se apagan y al fondo algo que brilla.
Brotó la música, y tierras verdes y feraces,
y un tropel de guerreros agrestes y rapaces.
Fiordos entre angosturas,y muchos grandes barcos,
y un mar azul intenso, con diosas en los marcos.
Y nosotros niños de tierra adentro, allí el mar
tornasolado, e inmenso, incitando a mirar.
Grandes aguas mecidas por corrientes tranquilas,
igual que en nuestros prados sonaban las esquilas.
Después vimos saqueos,incendios violaciones
compasión, y un amor, y una ambición desmedida
el vuelo de un halcón, y en la popa ejecuciones
y grabamos indeleble:¡que así era la vida!
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
Pues no he visto películas yo ahí ....ufff
ResponderEliminarJuan Carlos Crespo Mayoral
¡Que empiece ya,
ResponderEliminarque el público se va, etc.! 😂
JGabriel Storch de Gracia
Me a encantado muy bonitos esos recuerdos
ResponderEliminarPilar Calvo Villarín
Muchas gracias Pili
ResponderEliminarPreciosos recuerdos gracias Pedro.
ResponderEliminarCarmen Frontelo Morales
Muchas gracias Carmen.
ResponderEliminarQue pena como nos quedamos sin cine. Con las bien que se pasaba.
ResponderEliminarChelo Villarin Recio
Que recuerdos mas bonitos
ResponderEliminarPilar Calvo Villarín
Buenos recuerdos
ResponderEliminarMaria Isabel Perez
Que pena que lo quitasen. Cuantos buenos ratos hemos pasado viendo las películas que estaban de extreno en la Gran Via. Ja ja
ResponderEliminarAngelines Requena Rodriguez
Que pena con lo bien que nos lo pasabamos !!!
ResponderEliminarMari Feli Pérez Fermosel
Que bonito suena con tus palabras siempre acertadas zorro corredero desgraciadamente todo tiene fecha de caducidad en este nuestro pueblo gracias por hacermos vivir tiempos pasados
ResponderEliminarAfrica Foncuberta Lopez
Madre mia que recuerdos tan bonitos y lo bien ke lo pasamos ke ya no volveran y ahora no es como antes
ResponderEliminarAna Diaz
¿Y cuando, por no funcionar los proyectores, cantábamos aquélla de "que empiece ya, que el público se va, etc."? Y me vienen a la memoria las latas de películas que todos los días iban y venían en el Gato...
ResponderEliminarJGabriel Storch de Gracia
Yo no nací en Cadalso,mi bisabuelo era el tío gariba,yo empecé a ir con 2 años aunque me siento de allí,también tengo bonitos recuerdos del cine del baile de la huerta.. Que tiempos aquellos.
ResponderEliminarMaria Jose Castro
Qué amores aquellos disueltos en el tiempo pero cuyo secreto recuerdo sigue anclado en nuestro corazón. Bellísimo, Miguel. A tus lectores nos avivas las brasas de la reminiscencia de sentimientos pasados. Gracias, Maestro.
ResponderEliminarLuis Carlos
Homo Enamoradizus somos.. Qué peligro..
ResponderEliminarUn abrazo