miércoles, 11 de mayo de 2016

En memoria de Guillermo Concejal


El primer jornal que gané con 12 años fue 1,50 ptas por ir a vendimiar, luego hice de todo, sarmentar, desñetar, injertar, a “to”, la vendimia duraba un mes y se traía todo a cargas con las banastas, éramos cuatro, tres vendimiando y uno acarreando, lo metíamos en la bodega de Don Rafael, entrábamos por la Plaza y allí había dos pisadores, Isaac y mi “cuñao” Adrián que estaba casado con la Diosda

Cadalso, 14 de agosto de 2009



La lluvia no ha dejado de caer durante gran parte de la tarde en Cadalso, también en la Castellana, la Isilla y Tórtolas el agua ha regado esos campos que trabajó durante tantos años, esas viñas familiares que tanto arraigo han tenido en estos hombres como Guille, pero hoy su pueblo y sus viñas están muy tristes, como también lo estamos las personas que le hemos conocido, todo ha terminado aquí en este Cadalso, ahora le espera el otro, el Cadalso de Arriba, más frió y silencioso, pero a veces  mucho más querido y reconciliador.
Guille, fue un hombre trabajador, entregado a su familia, callado, obediente y bueno, muy bueno, donde la sencillez resaltaba por encima de todo, yo que le conozco de siempre y he tenido la oportunidad de hablar con él en no pocas ocasiones, notaba en él esa acentuada sencillez de los hombres cadalseños curtidos por años de trabajo en el campo, porque como tantos otros Guille fue un niño, un joven y adulto de campo, de los que nunca han hecho otra cosa que trabajar con la inocencia y la sabiduría que siempre alimentó a los hombres cadalseños. Acostumbrado a la lluvia, al frío, la nieve y el viento, nada le detenía cuando trazaba con su vertedera las líneas rectas de las viñas perfectamente aradas, tampoco nada le detuvo en aquellos acarreos hasta lo cooperativa, ni las podas invernales blancas de nieve, en él todo era aceptado con cariño, y ni el sueño y el frío jamás fueron capaces de desorientar sus pasos de gran persona, excelente trabajador y buen cadalseño.
Hoy en su casa de la calle Federico Mayo nº7 ya no queda nadie, se nos ha ido el hombre sencillo y bueno que acariciaba las cepas, que tiraba las rectas líneas de la vertedera con tal delicadeza que hasta la caballería sentía un remanso de paz en medio de la viña, el hombre que en los últimos años frecuentaba la Plazoleta y la Corredera con los de su edad, para vivir y soñar un pasado que irremediablemente se le iba de las manos, el hombre que un 14 de agosto de 2009 me enseñó a amar el campo y me descubrió a un cadalseño lleno de sentimientos y bondades mientras hablábamos, y probablemente uno de los últimos aradores y acarreadores de las vendimias con banastas.
Por todo esto y porque te apreciaba, te deseo lo mejor en tu nueva vida en el Cadalso de Arriba, y ten presente que siempre te echaré de menos.

Un abrazo Guille, soplón nacido en el Palacio de Cadalso.

Pedro,


  24.02.1924
+11.05.2016


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Zorro Corredero
Fotos: Archivo Fotográfico Pedro Alfonso

17 comentarios:

  1. Mi más sincero pésame a toda su familia. Guille D.E.P

    Jose Maria Moreno Gonzalez

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  2. K pena, me iba con mi hijo al hospital y hemos visto muchas gente en el tanatorio. Y no sabíamos k era este Gran señor. K bonito relato, para describirle Pedro, se nos va la gente mayor k tanto han trabajado y k eran de otra manera, mejor k ahora. Mi más sentido pésame, D.E.P


    Chelo Villarin Recio

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  3. Mi más sentido pésame a la familia, siempre nos unió una gran amistad. D.E.P

    Emilio López García

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  4. Muy buena persona .yo le apreciaba mucho.k descanse en paz

    Mari Carmen Carretero Santillán

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  5. D.E.P

    Maria Teresa Caballero Lopez

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  6. Mi más sentido pésame a José su hijo a su hija y a sus nietos el último día que estuve en Cadalso me dijo mi tía que estaba muy malito heran vecinos y pasaba las tardes con mi tío Paco viendo la tele D E P Guille

    Pilar Calvo Villarín

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  7. LO SIENTO, SEGUIRÁ SURCANDO OTRAS TIERRAS DE MÁS BONANZA...

    José Luis Villatoro

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  8. Se ha ido "un hombre bueno".

    Teresa Jesus Luis Rico

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  9. LA VENDIMIA DE LOS NIÑOS JORNALEROS

    Impúberes argonautas
    sobre las cepas esbeltas,
    las navajas cortan sueltas
    de los infantiles nautas.
    Sin chirimías ni flautas
    en busca del vellocino
    de oro del tinto vino,
    de las cepas el racimo
    nos daba el valor y animo
    de forjar nuestro destino.

    Saturnino Caraballo Díaz
    El Poeta Corucho

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  10. LOS GALOPINES CORUCHOS

    Trillas eran los patines
    de numerosa caterva,
    con aquel calor que enerva
    a coruchos galopines.
    Parvas eran los confines
    del mundo que conocían,
    y en cada giro sabían
    que desmenuzado el grano
    y concluido el verano
    el pan en casa tendrían.

    Saturnino Caraballo Díaz
    El Poeta Corucho

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  11. EL REBUSCO DE LA ACEITUNA

    Cogida ya la aceituna
    debajo de los olivos
    en fría mañana bruna,
    adormecida la luna,
    íbamos ejecutivos.

    Con una cesta de mimbre
    y gorra de anteojeras,
    jornaleros ya en urdimbre,
    era nuestro orgullo y timbre
    descubrirlas en ringleras.

    Bajo la cepa y la grama,
    allí quedaban ocultas,
    dormitando en un cama
    que las cubre con la escama
    de aceitunas estultas.

    Mas los ojos vigilantes
    de los muchachos coruchos
    las descubrían flagrantes,
    cayendo por inconstantes
    al fondo de los cestuchos.

    Y la tierra era batida
    y los surcos rastreados
    por una infantil partida
    que despertaba a la vida
    a ganarla conjurados.

    Con las cestas rebosantes
    y colmadas de aceituna
    negreaban rozagantes
    y venían claudicantes
    sin vacilación alguna.

    Y aumentaban los montones
    que ya había en la almazara,
    llevadas entre canciones
    por coruchillos ciclones
    de vida con visión clara.

    Saturnino Caraballo Díaz
    El Poeta Corucho

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  12. EL ESPIGUEO

    Siguiendo a los segadores,
    llevando saco o costal´
    por corucho cebadal
    íbamos espigadores.

    E iba quedando el rastrojo
    limpio de paja y de grano,
    y despejado el majano,
    y desabrido el abrojo.

    Luego el rebaño de ovejas
    penetraba haciendo el resto,
    todo dentro del contexto
    de arrumbar las cosas viejas.

    Y con los fríos de otoño
    el rastrojo era barbecho
    y con el ciclo ya un hecho
    era tiempo de retoño.

    Y de nuevo la cebada
    brotaba sobre la tierra,
    y la riqueza que encierra
    allí se hallaba asomada.

    Saturnino Caraballo Díaz
    El Poeta Corucho

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  13. DÍAS DE SIEGA

    En los extensos días del verano
    cuando julio se asoma al horizonte,
    pinos del Tabalón pinar del monte
    cosechaba mi padre paja y grano.

    Detrás yo recogiendo con la mano
    las espigas del pan con que se afronte,
    el otoño e invierno de desmonte
    del vuelo pavoroso del milano.

    Con el mango de la hoz sobre la palma,
    y el dedil como un crótalo engastado,
    y olor a bálago y polvo de tamo.

    Durmiendo en la besana sobre enjalma
    del pajuz del barbecho despojado,
    de la espiga llamada a su reclamo.

    Saturnino Caraballo Díaz
    El Poeta Corucho

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  14. LA CARGA DE LA MIES

    Con aparejos,mula y angarillas,
    por camino arcilloso y a trasmano
    del ramal sujeción, feble la mano,
    el niño va orientando las gavillas.

    Percibiendo está el tamo de las trillas
    bajo el calor de un julio soberano
    que destrizando al bálago en verano,
    va separando a pajas de semillas.

    Ya el Prado de la Fuente se aparece
    un oasis ansiado de la espiga,
    de hacinas de las mieses en las eras.

    Que entre ancas de la yunta ya decrece,
    extendidas sobre la parva amiga
    que las lleva directa a las trojeras.

    Saturnino Caraballo Díaz
    El Poeta Corucho

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  15. PEALES Y ALBARCAS
    "A mi padre y a los jornaleros
    coruchos de su generación"

    Transidos de frío
    peales y albarcas,
    llagadas las marcas
    de pies,del rocío.

    Van los jornaleros
    de rostro atezado,
    al hombro abrazado
    los viejos aperos.

    Funde sus alientos
    la cruda mañana,
    del frío que aplana
    nuestro Cenicientos.

    Hay nieve en la cumbre
    cimera en la Peña,
    que hibernando sueña
    y encienden la lumbre.

    Tienen el marqueo
    trazado en el suelo
    y aplastan el hielo
    con un traqueteo.

    Están ajustados
    para abrir las hoyas,
    panes de sus ollas
    de desheredados.

    Con los azadones
    y pico a la piedra,
    nada les arredra
    abriendo zanjones.

    Las manos cubiertas
    de grietas y callos,
    cavan como rayos
    las tierras desiertas.

    Tapan los barbados,
    que serán las vides
    cuando en estas lides
    sean injertados.

    Paran un momento
    y echan un cigarro,
    los pies en el barro
    y algún juramento.

    Duros los astiles
    de azadón y pico
    y no magnifico
    las hoyas a miles.

    Les daban los dueños
    vino en calabaza
    de la misma raza
    que impregna sus sueños.

    Y así la cuadrilla
    de los jornaleros,
    iba con sus fueros
    por toda Castilla.

    La siega en verano
    la carga de leña
    sin letra pequeña
    lastrando su mano.

    Los hombres de acero,
    de peal y albarca
    fueron remo y barca
    de lo venidero.

    Nosotros sus hijos
    tuvimos abrigo,
    nuestro pan de trigo
    y la escuela fijos.

    Y en el firmamento
    de los jornaleros,
    aquellos braceros
    infunden aliento.

    Saturnino Caraballo Díaz
    El Poeta Corucho


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  16. LAS VENDIMIAS EN CENICIENTOS
    ¡Al alba, moza,
    que me voy a vendimiar!
    Volveré lleno de sangre,
    lo mismo que un capitán.
    Agustín de Foxá


    Cenicientos en revuelo
    de ardor y de actividad
    al brotar la claridad
    y el alba surgir del cielo.
    Los cascos hiriendo el suelo,
    y las ruedas de los carros
    atascándose en los barros,
    de embarradas carreteras
    en las jornadas enteras
    de los racimos bizarros.

    Aquello era natural,
    el esplendor de las viñas,
    las bien cuidadas campiñas
    y el bucólico rural.
    Y ganaban el jornal,
    cuadrillas de jornaleros
    que no fueron herederos,
    y quienes fuimos sus hijos
    ganábamos el pan fijos
    para días venideros.

    Los racimos en serones,
    llevando el néctar de Baco
    y lleno el cesto y el saco
    exudando exudaciones.
    Voces, risas y canciones,
    poblaban las dos labranzas
    con los cantos y romanzas
    de alegres vendimiadores,
    con sus voces de tenores
    en sus sueños y esperanzas.

    Navalaviga en la cresta
    frente al Cerro de San Pablo,
    de aquel tiempo de que os hablo
    me impulsaba por su cuesta.
    Era de mimbre mi cesta
    y ya en Orilla Moral
    gané mi primer jornal,
    vendimiando en un barranco
    donde había un canto blanco,
    y una gran pozo con brocal.

    El campo tintado en gente
    y tintados por el mosto,
    solariego cual agosto
    o con frío de repente.
    La vendimia es siempre urgente
    se corta uva en la Dehesa
    por el Juncar no se cesa,
    cargan mulas y borricos
    activos pobres y ricos
    volcados sobre su empresa.

    Ya en la bodega las cargas
    a hombros de los pisadores,
    con sus albarcas motores
    de pisadas y descargas.
    Vendimias dulces y amargas,
    y el húngaro y su bodega
    aguardaba allí la entrega
    de viñadores modestos,
    en el cobro siempre prestos
    si necesidad se alega.

    Saturnino Caraballo Díaz
    El Poeta Corucho

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  17. LA RECOGIDA DE LA ACEITUNA
    EN CENICIENTOS

    Con los fríos de diciembre
    se cogía la aceituna,
    acostada ya la luna
    y póstumo ya noviembre.
    Enterrado ya septiembre,
    si daban cosechas buenas
    con las condiciones plenas
    negreaban los olivos,
    que nunca fueron esquivos
    con la sangre de sus venas.

    Como hicieron los ancestros
    que plantaron los olivos,
    perennes y sensitivos
    y en su cuidado maestros.
    ¡Abuelos que fueron nuestros!
    Bajo las cuidadas frondas,
    la tierra formaba blondas
    escarchada por el hielo,
    y aterido estaba el suelo
    y nuestras raíces hondas.

    Brillaban las aceitunas
    manzanillas y gordales,
    en los días espectrales
    sobre lomos de las dunas.
    Y atisbos de las fortunas
    aterían nuestras manos
    los fríos cierzos tiranos,
    y usábamos un caldero
    como rupestre brasero
    compartido como hermanos.

    El vareado con varas,
    como hacían los romanos
    sobre los olivos canos
    dejando las ramas claras.
    Arrebol sobre las caras
    y siempre el intenso frío
    como trabajo en el río,
    así al menos lo recuerdo
    y en el recuerdo me pierdo
    evocando, frío, frío.

    Lo mejor nuestra comida
    al resguardo de un majano,
    en el campo un ciudadano
    que nos endulza la vida.
    Medicina de una herida
    los sarmientos en la lumbre
    desechando pesadumbre
    y en las brasas las morcillas,
    torreznos y las costillas
    y en progresar certidumbre.

    Saturnino Caraballo Díaz
    El Poeta Corucho

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