Caballos un día agostado en CenicientoS
"A Sofía y Manuel Olarte, que aman a los caballos"
De todos es conocida la belleza de los caballos, una belleza que emana de la prefecta estructura de sus cuerpos, de la elegancia de sus movimientos y hasta de las expresiones de sus ojos, sus orejas y su piel.
Era un día caluroso de verano, nuestros pasos se dirigían a unas tumbas, de las que en otro momento hablaré, que se dispersan por un pequeño cerro, junto a la famosa Piedra Escrita de Cenicientos, el sol calentaba de lo lindo y nuestros pasos se aceleraban a medida que ascendíamos al cerro. Una vez allí conseguimos localizar nuestro objetivo, las tumbas, pero el día nos tenía reservado otro regalo, más actual, pero también mucho más vivo y elegante.
Sí, en medio de unos corrales antiguos de piedra que tanto nos llaman la atención por su escasez, un grupo de caballos se deleitaba con la simple compañía de ellos mismos, eran unos machos con alguna hembra y un par de potrillos que todavía mamaban. Nos acercamos sigilosos y ellos ni se inmutaron, era su espacio y nada temían, más cuando nuestro objetivo era simplemente observarlos y disfrutar de su presencia y su salvaje belleza.
No sé cuánto tiempo pasó, unos minutos tal vez, incluso puede que una hora, pero lo que si recuerdo es que disfrute de su presencia como no lo hacía desde mucho tiempo. Hoy en día es tan difícil encontrar animales en el campo, que a los que de pequeño vivimos junto a ellos en cada casa, en las calles y en el campo, su presencia se convierte en añoranza y nos expende la memoria a otros tiempos.
Aquella tarde del verano agostado de Cenicientos se la fue llevando el tiempo, los caballos aguardaban inquietos el abandono del lugar de unas personajes ajenos a sus vidas, ni ellos ni nosotros imaginábamos que este encuentro se llenaría de entrañables recuerdos, pero es que todo es tan íntimo en el campo, en la naturaleza, que cualquier situación nos puede proporcionar cosas inesperadas tan llenas de belleza y satisfacción que pueden quedar grabadas en nuestra mente para siempre, como fue este encuentro.
Zorro Corredero
Fotos: Archivo Fotográfico Pedro Alfonso.
Con mi mas sincero agradecimiento al ZORRO CORREDERO por dedicarnos este precioso reportaje y mi felicitación por tan magnígficos reportajes . ¡¡MUCHAS GRACIAS MAESTRO !!!
ResponderEliminarGracias a vosotros por provocar tanto arte.
ResponderEliminarUn saludo
Que bonitos.
ResponderEliminarMercedes Valcarcel
Muchas gracias por dedicarnos este reportaje tan bonito. En mi caso los caballos y los perros son los mejores amigos del ser humano.
ResponderEliminarLA Faraona A Caballo Sofia
CABALLOS BAJO LA ENCINA
ResponderEliminarCaballos bajo la encina,
la yerba bajo sus patas,
en otros tiempos reatas
hubo aquí de raza esquina.
Ya el caballo no germina,
ni reviven los momentos
del rebuzno de jumentos,
ni el balido de la oveja
nos hace aguzar la oreja
en campos de Cenicientos.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
CABALLOS BAJO LA ENCINA
ResponderEliminarCaballos bajo la encina,
la yerba bajo sus patas,
en otros tiempos reatas
hubo aquí de raza equina.
Ya el caballo no germina,
ni reviven los momentos
del rebuzno de jumentos,
ni el balido de la oveja
nos hace aguzar la oreja
en campos de Cenicientos.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
Preciosos los caballos coruchos
ResponderEliminarAna Diaz